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Red Internacional
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MUJERES MIGRANTES. Las mañanas en el consulado de Perú

Las mujeres trabajadoras migrantes y la agudización de la crisis socio económica en Argentina. Solicitudes de repatriación y estados nacionales que hacen oídos sordos a las necesidades y exigencias de las comunidades migrantes.

Viernes 11 de diciembre de 2020 17:57

La pandemia de coronavirus y la consecuente medida de aislamiento social preventivo obligatorio, colocó a miles de personas en una compleja situación de vulnerabilidad socio económica. Depender de trabajos precarios, sin regulaciones de ningún tipo, sin derechos laborales y, en consecuencia, en desprotección absoluta frente a contingencias como la pandemia de coronavirus, agudizaron las problemáticas cotidianas de cientos de familias.

El consulado de Perú tiene su sede en un edificio céntrico ubicado en la calle 8 entre 49 y 50 de la ciudad de La Plata. Los primeros días de diciembre se observa cada mañana un grupo de personas que si bien varía en sus integrantes, su característica principal se mantiene casi imperturbable: prácticamente la totalidad de sus miembros son mujeres.

La demanda que las convoca a la puerta de consulado -y de la puerta del consulado a la puerta de Migraciones, porque las frases que resuenan dan la sensación de un rebotar incesante de un organismo a otro, de un estado a otro que elige ignorar condenándolas a la pobreza, al hambre, a la falta de vivienda antes que priorizar estas demandas frente a la fondos buitres y capitalistas- es el pedido de “repatriación”, instrumento establecido legalmente y llevado a cabo a través del programa de Asistencia Legal Humanitaria y Servicios Consulares de Perú.

Las mujeres que hacen fila en las puertas del consulado peruano, durante horas esperando ser atendidas o al menos esperando comprender cómo es el sistema para conseguir ser atendidas (ya que los turnos se obtienen enviando un mensaje por wastap, pero de acuerdo a cuál sea la demanda o cómo esta sea formulada, es el accesos o no al turno tan deseado), son una muestra importante del fenómeno de la feminización de las migraciones, es decir, de proyectos migratorios que tienen a una mujer como cabeza del mismo y que va de la mano con la feminización del trabajo.

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Para las mujeres migrantes ambas variables se traducen y conjugan en la necesidad de migrar con el objetivo de encontrar un mejor pasar, la elección de un país en el cual insertarse laboralmente para así poder reproducir su vida cotidiana y las de sus familiares a cargo, muchas veces también, con el objetivo de poder enviar remesas a los familiares en el país de origen. La principal fuente de inserción laboral para las mujeres peruanas es el servicio doméstico y las tareas de cuidados, actividades que se caracterizan por tener formas precarias de contratación, es decir, sin derechos laborales ni seguridad social de ningún tipo.

No es posible acceder a trabajos formales sin contar con la documentación básica y necesaria para hacerlo, lo real es que acceder a esta regularización de la situación migratorio no es para nada sencillo. Los valores económicos y la cantidad de trámites burocráticos requeridos no son cuestiones sencillas a las que responder cuando la mayor parte del tiempo de cada día es destinada a realizar todo tipo de changas para enfrentar las necesidades del día a día.

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Los relatos se repiten en la puerta del Consulado. Cada día se vuelve más dificultoso que el anterior, depender de la solidaridad de los vecinos, de familiares que no están en mejores condiciones económicas, comer en comedores, ollas populares, dormir más de una noche en la calle por que las redes de conocidos se agotan y la incertidumbre respecto a qué deparará el futuro se oscurece.

Encontrar respuestas o certezas en los organismos oficiales también es dificultoso. Basta observar un rato para notar un rebote constante que parecería intentarse imponer entre la oficina de migraciones y el consulado, entre un estado y el otro… las necesidades de la clase trabajadora y el pueblo pobre no respetan fronteras, estas lo único que hacen es agudizar aún más las problemáticas, dificultar aún más la vida cotidiana burocratizándolo todo, exigiendo para cada paso un trámite distinto, y cada uno de estos trámites demanda una importante cantidad de dinero, dinero que cuando lo que también apremia es el hambre es muy difícil de reunir.

Parece una sádica paradoja por lo que tienen que atravesar; por un lado quedarse sin trabajo por el comienzo de la pandemia y las dificultades para conseguir un nuevo empleo, alguna changa o poder poner en funcionamiento un emprendimiento, y a su vez la imposibilidad de acceder a alguna política social que sirva de paliativo en lo inmediato, como el IFE o la tarjeta alimentaria, por no contar con la documentación migratoria al día, debido a la falta del dinero para hacerlo, o porque estas políticas no contemplaron a todos los migrantes pese a encontrarse en situación de pobreza extrema en muchos casos.

Por otro lado la imposibilidad de ser repatriados, ya sea por que el Consulado no reconoce su situación como extrema como así también por tener vencida la documentación, en el caso de quienes arribaron a argentina como turistas días antes de declarada la cuarentena vieron vencerse su documentación en el transcurso de estos meses sin posibilidades de hacer nada al respecto.

Hoy no hay políticas públicas, ni políticas sociales, ni planes de emergencia, ni estado en sí que garantice ningún derecho a les migrantes. Solo cabe la organización por abajo, la que sostiene el día a día garantizando techo y comida, en el marco de la organización de la clase trabajadora en su conjunto.
Es necesario romper con los mecanismos burocráticos que impiden que trabajadores precarizados puedan ser representados por las entidades sindicales y gremiales, estos son el eslabón mas vulnerable de la clase trabajadora, sobre la cual la pauperización crece a medida que la crisis y el ajuste se profundizan.

Urge la más amplia mas unidad de toda la clase trabajadora y el pueblo pobre en su conjunto para revertir las prioridades a favor de las mayorías.
Porque la explotación y la opresión no reconocen fronteras, la organización y la lucha del pueblo organizado por conquistar sus derechos y darlo vuelta todo tampoco.