En medio de la enorme repercusión de la convocatoria a movilizarse el 3/6 contra la violencia hacia las mujeres, queda al desnudo una vez más el desprecio de los personeros del poder político por la vida de las mujeres.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Sábado 16 de mayo de 2015
En una entrevista en CN23, la exsenadora Hilda “Chiche” Duhalde, declaró: “En las unidades sanitarias, algunas obstetras me cuentan que las chicas dicen ‘estamos haciendo salario’, porque le van a dar 400 pesos”.
Esas no fueron sus únicas palabras, agregó: “¿Por qué voy a darle un programa a una mujer que queda embarazada, si lo que tengo que lograr es que una chica de 12 o 13 años no quede embarazada?”. No hace falta decir que no está hablando de promover la educación sexual integral en todas las escuelas o la distribución gratuita de anticonceptivos. Tampoco es necesario explicar cuán lejos está Chiche Duhalde de la vida de cualquiera de las adolescentes de quienes habla con un cinismo que provoca indignación, por decir lo menos.
En el mundo de Chiche Duhalde, las adolescentes deciden embarazarse para cobrar 400 pesos. El mundo real es mucho más complejo: en América latina el 30 % de las madres son menores de 20 años; la enorme mayoría es pobre, no tiene acceso a métodos anticonceptivos, tampoco recibe la atención necesaria mientras cursa el embarazo. Sumado a esto, la penalización del aborto en la mayoría de los países del continente (incluido nuestro país) solo agudiza las condiciones de desigualdad.
Por supuesto, en el mundo de Chiche Duhalde tampoco existen los abusos o las violaciones. Aparentemente ninguna mujer enfrenta un embarazo no deseado, jamás se encuentra ante la decisión de interrumpir un embarazo por problemas económicos, porque la van a echar del trabajo, porque no quiere tener más hijos o porque no quiere tener ninguno.
Esos son los problemas reales de las mujeres, especialmente de las trabajadoras, las pobres y las jóvenes, que son quienes no pueden pagar un aborto (clandestino pero) seguro para no arriesgar su vida. Porque la prohibición del aborto, la negación de ese derecho básico y elemental, afecta a todas las mujeres porque les impide disponer de su cuerpo, pero golpea con crueldad a quienes no pueden pagar por la “ilegalidad segura”.
En el mundo de Chiche Duhalde la vida de las mujeres vale lo mismo que en el mundo de Miguel Del Sel, por nombrar al misógino más en boga en el mundo de la política de los empresarios. Por eso, Chiche finge preocupación por las jóvenes que “hipotecan su vida” por un plan social, pero poco le importan las 3 mil mujeres que murieron por abortos clandestinos durante la década kirchnerista por no hipotecar su futuro.
Ese mismo desprecio es lo que explica la utilización de algo que para millones es un problema de vida o muerte para hacer propaganda contra los planes sociales, algo que no debe confundirse con una crítica progresista de ningún tipo. Basta recordar además que Chiche Duhalde lideró una de las redes de asistencia social, como solían llamarla, más grandes del conurbano bonaerense, las manzaneras.
Cuando Eduardo Duhalde, su marido, gobernaba la provincia de Buenos Aires en medio de la crisis de los año ‘90, las manzaneras se encargaban de distribuir los alimentos del Plan Vida (también existía una red de “comadres” que atendía mujeres embarazadas y niños y niñas hasta 5 años). Según un artículo del diario La Nación de 1997, la red llegó a tener 24.787 manzaneras y 2.568 comadres.
Las críticas que hacía ese diario a la asistencia social de las manzaneras por formar parte de la red de clientelismo político del PJ entonces, se parecen mucho a las críticas de Chiche Duhalde contra los actuales planes sociales del kirchnerismo, que brindan una ayuda absoluta y completamente insuficiente a mujeres que son jefas de hogar, desempleadas o con trabajo precario.
Los tiempos cambiaron, pero las críticas de la oposición derechista (fuera y dentro del PJ) siguen estando al servicio de intereses propios, nunca de los sectores obreros y populares. Por eso da lo mismo si Chiche Duhalde se saca una foto con su cartelito de #NiUnaMenos, sería una imagen igual de cínica que la foto del jefe de Gabinete Aníbal Fernández, la del Jefe de gobierno opositor Mauricio Macri, o el misógino mediático Marcelo Tinelli. Ya lo demostraron con hechos: Fernández aseguró que este gobierno no legalizará el derecho al aborto, aunque la mayoría de la población lo apoya; Macri lidera uno de los distritos más ricos del país y recorta los programas de asistencia a mujeres que son víctimas de violencia; y Tinelli aceita todos los días la máquina que transforma a las mujeres en objetos.
Hoy, cuando sobran los discursos y la corrección política, no está de más recordar que todos ellos tienen lo mismo para ofrecerles a las mujeres: desprecio.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.