El Ministerio de Economía será reemplazado por un Ministerio de Hacienda y Finanzas. La escasez de divisas en el centro de una agenda de corto plazo. El modelo de Frondizi y Frigerio.
Martes 24 de noviembre de 2015
En la conferencia de prensa que brindó ayer desde la Usina del Arte, Mauricio Macri anunció algunas de sus primeras medidas de gobierno.
En el terreno de la política económica, se refirió a un cambio en la estructura organizacional del gabinete económico, según el cual en vez de un Ministerio de Economía se crearía uno de Hacienda y Finanzas que absorbería la mayor parte de sus funciones. El gabinete se completaría con seis ministerios más: Trabajo, Energía, Producción, Transporte, y Agricultura, Ganadería y Pesca. Las actuales Secretarías de Planificación Federal y de Industria quedarían concentradas en un ministerio de Industria.
Aunque aún no se han dado a conocer los nombres de los futuros ministros macristas, desde hace varios días resuenan los nombres de Rogelio Frigerio (nieto) y Alfonso Prat Gay para la titularidad del Palacio de Hacienda. Cuando Macri anunció que pondría al frente a un ministro de perfil “desarrollista”, todas las miradas se concentraron el actual presidente del Banco Ciudad. En ese caso probablemente Alfonso Prat Gay quedaría al frente del BCRA para llevar adelante la reforma de su Carta Orgánica, una medida que viene exigiendo las entidades financieras. Pero "quien asuma en Economía va a tener un rol complicado al principio. Nadie quiere quedar al frente ahora", afirmaban en el bunker de Cambiemos.
Otro de los nombres puestos es el de José Aranguren, ex presidente de Shell, para el Ministerio de Energía.
Una agenda de ajuste a corto plazo
La agenda del ajuste se impone de casi inmediata. Así lo reconoció Miguel Bein, del equipo económico del derrotado Daniel Scioli, quien afirmó que “el resultado electoral no cambia la agenda económica”. Esta agenda de corto plazo buscaría reforzar las reservas del BCRA mediante un acuerdo con los exportadores para la liquidación de divisas y el inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento externo. Al mismo tiempo se apuntaría a una devaluación de la moneda en línea con las devaluaciones “competitivas” de la región, principalmente de Brasil.
En línea con esta agenda, desde el equipo de asesores de Macri ya se empieza a rumorear un acuerdo con los grandes jugadores del agro que estarían reteniendo entre u$s 8.000 y u$s 10.000 millones, que liquidarían sus exportaciones a cambio de la eliminación de las retenciones a las exportaciones por noventa días.
Esta sería la medida más inmediata para asegurarse de un colchón de reservas en el desangrado BCRA, que le permita ir desarmando el cepo cambiario, otra medida que exigen los importadores de maquinarias e insumos, y fundamentalmente las entidades financieras.
La clave de las principales variables macroeconómicas están en manos de los grandes exportadores agropecuarios, que amasaron fortunas bajo el kirchnerismo y que ya se frotan las manos esperando al próximo gobierno.
En su conferencia de prensa el presidente electo se refirió al aumento del mínimo no imponible para el pago del impuesto a las ganancias, aunque sin dar mayores precisiones sobre los plazos y montos. Sobre su promesa del 82% móvil no hizo ninguna mención. Pasado el tiempo de las promesas electorales, se sinceró: “Cuando sepamos cómo es la situación de las cuentas públicas, les voy a decir cuál es la real situación, pero ese nivel de información todavía no lo tenemos”.
¿El modelo de Frondizi?
Los problemas que atraviesa la argentina dependiente y subdesarrollada de hoy se asemejan al cuadro que presentaba la economía argentina hacia fines de los años 50, con caída sostenida de los precios de las materias primas y la agudización de la restricción externa, el estrangulamiento de la balanza de pagos, inflación, déficit fiscal, y una sangría de recursos para la importación de energía.
En 1958 el gobierno de Frondizi va a poner en marcha su plan “desarrollista”, consistente en una fuerte devaluación y ajuste a los salarios, la eliminación de los controles de precios y restricciones a las importaciones (acuerdo stand by con el FMI), y políticas tendientes a fomentar el ingreso de capitales vinculados al negocio petrolero y automotor norteamericano, que en ese momento experimentaba un auge histórico, y que serían beneficiados por una nueva ley de inversiones extranjeras que liberaba las transferencias de utilidades al exterior.
El ideólogo de este plan económico fue Rogelio Frigerio, padre del actual candidato a Ministro de Hacienda del próximo gobierno.
El “Plan de Estabilización Económica” significó un incremento casi inmediato en el flujo de inversiones a cosa de un golpe al salario que implicó una caída del 24% en un año, un fuerte ajuste del gasto público, y la destrucción del sistema ferroviario argenitno.
El plan “desarrollista” se va a completar con el despliegue de las fuerzas armadas para reprimir al movimiento obrero y estudiantil, en lo que se dio en llamar el “Plan Conintes” (1958-1961).
En 2009 el por entonces Jefe de Gobierno porteño, vetó un proyecto de la legislatura para compensación de las víctimas del Plan Conintes. Un homenaje al “desarrollismo” de Frondizi y Frigerio.