Repartir las horas, aumentar los salarios y generar las fuentes de trabajo que faltan, por ejemplo, son medidas que podrían resolver rápidamente algunos de los grandes problemas de nuestro país. Sin embargo, el régimen está con un programa opuesto, el del Fondo que supervisa las cuentas argentinas y controla que todo vaya muy bien para el imperialismo o muy mal para las y los laburantes.
Viernes 16 de septiembre de 2022 18:41
Ilustración: Lafken
Mientras los dirigentes sindicales kichneristas de la CTA se sacan fotos con el embajador norteamericano, se conoce la inflación del mes pasado de 7%. Massa vuelve de su gira por el país imperialista contento por ser el empleado del mes y Pablo Moyano no se quiere quedar atrás. Dice que el embajador yanqui es más peronista que muchos de los suyos.
La inflación, los recortes presupuestarios, los tarifazos, la pérdida de los salarios y jubilaciones: todo es parte de las soluciones que el FMI le impone a la Argentina, luego de que este gobierno aceptara la mega estafa que negoció Macri y aun endeudándose más, sabiendo muy bien lo que significa venderle el alma al diablo yanqui.
Hoy festejan el clima de paz social y resignación por el cual vienen trabajando muy duro desde el “hay 2019” que salvó al gobierno de Macri y le permitió terminar en paz y endeudándonos, lo que quedaba de su gobierno. Pero ¿realmente somos conscientes de lo que significa dejar que prime la agenda del FMI y Estados Unidos? ¿Por qué no pelear por un programa que beneficie a las familias obreras y termine con la injerencia del imperialismo en nuestro país?
Repartir las horas disponibles: Solo reduciendo la jornada laboral a 6 horas en las 12 mil empresas más grandes, se terminaría con la mitad de la desocupación. Como son empresas de ganancias enormes, incluso pagando un salario acorde a la canasta básica podrían mantener aun un margen de ganancia millonaria.
Lo mismo con el sector energético, el comercio exterior o los bancos. Están en manos de unos pocos, cuyos fondos se fugan constantemente, generando una sangría de recursos constantes. ¿No sería lo más lógico administrar esos grandes recursos de una manera razonable, o sea en función de satisfacer las necesidades de toda la sociedad y no que se la coman unas pocas familias?
Claro está que es el programa del Fondo el que lo impide y que para una salida de fondo, la clase obrera tiene que dar el paso adelante, superar al grupo gerente de cipayos y hacer fuerte su propia política.