El histórico referente del Partido Obrero sigue empecinado en demostrarnos sus conocimientos del abc del marxismo, pero falseando las posiciones de su innombrable oponente, para no desdecirse del erróneo y malogrado tuit en el que afirmaba que la trata no es machismo.

Andrea D’Atri @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT
Domingo 12 de junio de 2016 21:56
En su empecinamiento, Jorge Altamira inventa un debate en el que no escatima falsificaciones ni descalificaciones gratuitas. La más llamativa, referirse a mí como "la sacerdotisa de género [del PTS]".
Aunque el calificativo nos causa gracia, no podemos dejar de observar que la Iglesia estigmatizó a parteras, curanderas y sacerdotisas de antiguos rituales paganos medievales y, a centenares de miles, las quemó en la hoguera. Y aunque nos parezca caprichoso que discuta contra nuestras afirmaciones sin mencionarnos, tampoco queremos obviar ese detalle ¿Será que las mujeres, para Altamira, no estamos lo suficientemente calificadas para contrariar sus ideas?
Plenario con delegaciones de Pan y Rosas durante el Encuentro Nacional de Mujeres de Mar del Plata, 2015
Su extenso artículo, comienza diciendo que no se puede poner un signo igual entre machismo y trata. Lo cual es cierto. Efectivamente, no es lo mismo decirle a una mujer una grosería por la calle, que secuestrarla y torturarla para obligarla a prostituirse. A semejante obviedad, ¿quién puede contrariarla? También nos explica que el capital subordina a sus propias leyes, el más antiguo sistema de relaciones sociales para la reproducción, como es el patriarcado. No hace falta que nos venga a dar lecciones elementales de materialismo histórico a quienes nos hemos cansado de repetir esos conceptos en decenas de artículos y en centenares de conferencias, seminarios, talleres y charlas.
Es tan sencillo lo que discutimos, que no nos parece inocente su particular interpretación de nuestra línea argumentativa.
Volvamos al principio. El 1º de junio, nada menos que en las vísperas de la movilización por #NiUnaMenos, desde Armação dos Búzios -según se ve en Twitter-, Jorge Altamira escribió "La trata de mujeres no es machismo, es la explotación capitalista organizada de mujeres y niña/os". Nos parece que el NO de la primera parte de la oración está demás. Sencillo. Si lo quitáramos, tanto como si lo incluyéramos, es necesaria una explicación más profunda de lo que se quiere decir, que no entraría en 140 caracteres. Pero si no incluyera el NO, aunque igualmente sería una frase corta y bastante abstracta, sería menos incorrecta que la que escribió Altamira. Por la misma razón que si uno viera una postal de Londres en la época de la revolución industrial, también se podría decir "es la explotación capitalista organizada de mujeres y niños". Pero no era trata.
Intervención en el Acto del PTS en el Frente de Izquierda, en el estadio cubierto de Atlanta, en diciembre 2014
Entonces, si en las definiciones tan elementales que PO estaría descubriendo en los clásicos del marxismo, prácticamente no diferimos; como casi tampoco pareciera que lo hacemos en la estrategia socialista, anticapitalista, obrera y revolucionaria que levantamos en la lucha por la emancipación de las mujeres, ¿en dónde radica el debate? Es que, aunque parezca una diferencia apenas de matiz, el reduccionismo economicista que expresó Altamira -y que intenta justificar con una profusa y repentina "elaboración teórica" sobre la opresión de las mujeres y la lucha de clases- es una diferencia política que tiene consecuencias en la práctica militante.
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"Un feminismo socialista que no desarrolla la lucha de clases, es un verso.", dice Altamira. Quizás esté rindiéndonos homenaje por nuestra reconocida participación en proponer, impulsar y organizar comisiones de mujeres en todas las fábricas y establecimientos, en las luchas obreras, en los sindicatos arrancados de las manos de la burocracia.
¿O lo dirá por aquel memorable piquete de mujeres de Pan y Rosas y el PTS que se plantaron frente a la Gendarmería, por los trabajadores de Lear, en la Panamericana -donde dicho sea de paso, el PO brilló por su ausencia- diciéndole a las fuerzas represivas "Nadie nos puso; nadie nos saca"? O se refiere quizás al histórico paro -decimos "histórico" por haber sido una acción que muy pocas veces ocurrió en la historia del movimiento obrero argentino- que fue propuesto por las delegadas de Pan y Rosas y del PTS y protagonizado por las trabajadoras y trabajadores de Kraft Terrabusi, cuando la patronal sancionó a una obrera que denunció el acoso sexual de un jefe.
Compañeras trabajadoras y estudiantes de Pan y Rosas en la primera fila en defensa de la lucha de los trabajadores de LEAR, que sufrieron la represión de Gendarmería, julio 2014
A lo mejor, nos está hablando de las compañeras de la Comisión de Mujeres de MadyGraf, ex Donnelley, que estuvieron presentes en la lucha de los obreros, tomando la fábrica y poniéndola a producir, además de construir un jardín maternal para las hijas y los hijos de las trabajadoras y trabajadores. O a las de Cresta Roja, que acompañan la lucha de sus familiares, sin descanso.
Esta "maestra Ciruela que se pretende marxista" se siente orgullosa de compartir la militancia revolucionaria con dirigentes obreras y obreros que no sólo son protagonistas de luchas por reivindicaciones salariales, sino de todas las luchas contra la opresión y la explotación. Incluso de aquellas batallas que debemos sostener contra el machismo en el seno de la clase obrera.
Pan y Rosas, impulsada por el PTS, es una corriente de mujeres revolucionarias socialistas, de miles de trabajadoras y estudiantes, donde se han forjado centenares de compañeras que hoy son cuadros y dirigentes del PTS de Argentina, como también en Brasil, Chile, Bolivia, México. Nuestra teoría y práctica se expresan, categóricamente, en fuerza política partidaria, tanto en Argentina como en América Latina. Estamos orgullosos de que sean tantas las mujeres de nuestra organización que se destacan no sólo como dirigentes de su clase, sino también como dirigentes políticas, diputadas, legisladoras, dirigentes estudiantiles o intelectuales marxistas con nombres propios. Y esta sí que es una notoria diferencia con el PO donde, como cualquiera puede advertirlo, son muy pocas las dirigentes mujeres.
Contra sus ridículas aseveraciones, como que "El planteo del PTS no tiene una palabra para vincular la lucha de la mujer con la lucha de clases del proletariado, ni podría tenerla porque lo considera ajeno a la opresión de clase", nos vamos a limitar a responder que no tenemos una palabra... ¡tenemos libros! Que no tiene obligación de leer, de todos modos, aunque sean reconocidos porque debaten no sólo contra las posiciones del feminismo radical "pluriclasista", como dice Altamira, sino también contra la ideología liberal del postmodernismo. Tenemos numerosas elaboraciones críticas teóricas y políticas, desde el marxismo, a esas corrientes que impregnan el espíritu de la época. Lamentablemente, no podemos decir lo mismo del PO que, en esta lucha teórica contra las ideologías dominantes, también brilla por su ausencia.
Ediciones del libro "Pan y Rosas" de Argentina, Venezuela, Brasil, México e Italia, reconocido particularmente por la crítica marxista a las posiciones del posfeminismo.
Como marxistas revolucionarias, luchamos por la emancipación de las mujeres y de todos los oprimidos, desde la única perspectiva que consideramos realista, que es la de la clase obrera. Consideramos que la revolución obrera y socialista no resuelve en sí misma, integralmente, la emancipación de las mujeres de la esclavitud doméstica y su subordinación patriarcal; pero con la liquidación de la propiedad privada de los medios de producción, sienta las bases fundamentales para ello. Nuestra reconocida difusión de los grandes avances de la Revolución Rusa de 1917, que adelantaba en cien años los derechos y conquistas de las mujeres que ni siquiera puede soñar el posmodernismo, se basa en esta certeza. Pelear porque aunque sea un ala del movimiento de mujeres adopte esta perspectiva anticapitalista y revolucionaria en su lucha por la emancipación, es también nuestra tarea. Pero adoptar esa perspectiva no es equivalente a hacer reduccionismos que liquiden la compleja particularidad que adquiere la opresión patriarcal -como otras- bajo el dominio capitalista.
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Son muchas las ventanas de debate que abre Altamira, quien además, considera "un ataque al Partido Obrero" que un dirigente del PTS, como mi compañero Guillo Pistonesi, discuta con él en Twitter. Peor aún, inventa que lo insultaron (salvo que considere un "insulto", que se le cuestione algo), y descalifica a Pistonesi como "lumpen".
Muchas de esas ventanas abiertas se responden con sólo tomarse el trabajo de conocer lo que planteamos públicamente, lo que publicamos o lo que hacemos. Tanta verborragia parece estar al servicio de evitar las únicas tres palabras que no puede decir Altamira. Como dice el bolero... son tres palabras, solamente, mis angustias, y esas palabras son... Cometí un error.

Andrea D’Atri
Diputada porteña del PTS/Frente de Izquierda. Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. (…)