La compañera de fórmula de Milei se escuda en la defensa de supuestas “víctimas inocentes” de las acciones de las guerrillas de los 70. En verdad, se dedica a militar en favor de quienes secuestraron, torturaron, desaparecieron, robaron bebés y saquearon casas y bienes. Viejos amigos la deschaban. La “libertad” que quiere hacer avanzar es la de quienes orquestaron y encabezaron la dictadura. ¿Quién le hizo el juego a la derecha? Nueva entrega de Antipoliciales, crimen y violencia con una mirada de otra clase.
Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 30 de agosto de 2023 14:18
Victoria Villarruel y Jorge Rafael Videla | Composición - Enfoque Rojo
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¿Conocés a alguien que haya votado a Milei? Seguro que sí. Bueno, ojalá cuando termines de leer esta nueva entrega de Antipoliciales te den ganas de compartirle lo que sigue. Vamos a hablar de Victoria Villarruel, quien matemáticamente tiene chances de ser vicepresidenta, jefa de los ministerios de Defensa y Seguridad y presidenta del Senado de la Nación. Nada menos.
Pero atenti. Además de contarte esta parte casi desconocida de la historia de “Vicky”, la idea es pensar el contexto histórico en el que esa historia se desarrolla. Sobre todo porque hay muchas y muchos desprevenides que desde el 13 de agosto (y quizás desde un poco antes también) se preguntan con azoro “¡¿cómo es posible?!”, creyendo que Milei y Villarruel cayeron del cielo sin que nadie les haya hecho el juego.
Y también porque, en medio de esta profunda crisis económica, social y política, desde los oficialismos y las oposiciones “republicanas” vienen corriendo la “agenda” tan a la derecha que, como en otras ocasiones y en diversas partes del mundo, personajes como éstos, a quienes muy pocos conocen, terminan quedando en la “primera línea” y hasta pueden ganar.
Podés leer acá todas las entregas de Antipoliciales, crimen y violencia con una mirada de otra clase
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De terror
“Mi familia fue víctima de terrorismo, afortunadamente con un hecho totalmente poco importante, pero que a nosotros nos concientizó a que debíamos luchar. Eso hizo que creara una ONG que representa a las víctimas del terrorismo en Argentina y trato de darle voz a los que no la tienen y a aquellos que ya no están y que merecen justicia, verdad y reparación”.
Con esas palabras se presentaba en diciembre de 2012 Victoria Villarruel ante la audiencia del canal América TeVé. No la emisora de Buenos Aires, cuyo fundador y accionista, Eduardo Eurnekian, enriqueció e instaló mediáticamente al economista Javier Milei; sino uno de los canales más conocidos de Miami. Regularmente Villarruel viajaba a esas latitudes para tejer lazos con la ultraderecha latina cobijada por el imperialismo yanqui.
La hija del teniente coronel Eduardo Villarruel (fallecido en 2022), hoy candidata a vicepresidenta por La Libertad Avanza , lleva años paseándose por el continente y por Europa divulgando sus ideas, ante las cuales la alfonsinista “teoría de los dos demonios” casi parece naif. En Youtube vas a encontrar videos de aquellos años en que “Vicky” moldeaba un perfil ligado a una supuesta búsqueda de “justicia completa” (“no sólo para los terroristas”, según su definición) y a presentar como víctimas a los ejecutores de ese plan de exterminio.
Pese a su empecinada militancia, hasta hace poco tiempo Villarruel era una ignota abogada que, en su rabiosa batalla, apenas era entrevistada por amigos como Eduardo Feinmann y sus diatribas en las redes no cosechaban más que un puñado de vistas. Pero en tiempo récord, al compás de la profunda crisis económico-social, a las actuales políticas empobrecedoras y a su alianza con el liberfacho economista, pasó de verse como una marginal propagandista militar a pensarse como futura gobernante.
Pero pactar con Milei no le salió gratis. Su adhesión al programa ultraliberal del plagiador de teóricos austríacos le trajo como consecuencia el distanciamiento de viejos camaradas ultraconservadores. Por ejemplo, antes de las PASO del 13 de agosto, uno de sus mentores políticos hizo pública su “desconfianza” en la candidata. Se trata del mayor (retirado) Pedro Rafael Mercado, precursor de la propaganda prodictadura en “democracia” y cuya esposa Cecilia Pando se hizo famosa por reclamar absoluciones en juicios a genocidas, escrachar a Madres y Abuelas y justificar a los represores hasta cuando se apropiaban de bebés.
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Despechado por el salto de Vicky al libremercadismo, a fines de julio Mercado publicó en sus redes sociales una extensa carta titulada “La Dupla Libertaria y los Militares Presos”, donde le pasa factura a la hija del teniente coronel Villarruel por abandonar algunas banderas. Para eso, relata parte de la historia que los mantuvo unidos hasta no hace mucho.
Entre otras anécdotas, el militar recuerda cuando Villarruel organizaba visitas grupales y personalizadas a Jorge Rafael Videla cuando éste cumplía prisión domiciliaria en su lujoso departamento del quinto piso de Cabildo 639 del barrio porteño de Belgrano. Recién en 2008 el dictador fue trasladado a la cárcel.
Viniendo de Mercado, absolutamente todo lo que dice esa carta puede ser mentira. Pero hasta el momento ni Villarruel ni nadie de su entorno negaron que los hechos que allí se relatan hayan existido.
ONG(enocidas)
Villarruel, Pando y Mercado se conocieron en tiempos en los que, al calor de la apertura de juicios de lesa humanidad contra algunos genocidas, florecieron “organizaciones civiles” cuya misión era reivindicar sin fisuras al llamado Proceso de Reorganización Nacional. Entre fines de los 90 y el principio de este siglo salieron a la luz varias ONG prodictadura, que hablaban desde revistas y programas de radio financiados por la “familia militar”.
Vale la pena preguntarse por qué durante las dos décadas previas ese tipo de grupos prácticamente no había existido (apenas se recuerda a Familiares de Muertos por la Subversión, Famus, creado en 1984 y que en 1991 se integró al menemismo). Es que durante esas dos décadas quienes defendían públicamente el accionar represivo eran los propios torturadores y desaparecedores, que gozaban de una total impunidad gracias a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos concedidos entre radicales y peronistas.
Tras las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001 y el “que se vayan todos”, los gerentes del régimen constitucional se vieron obligados a enjuagarse con gestos políticos que atendieran a las demandas populares y, sobre todo, les permitieran seguir al frente del Estado. Así fue que en 2003, tomando el proyecto de la diputada de izquierda Patricia Walsh que años antes se había cajoneado, el Congreso (integrado por muchos que las habían votado) anuló esas leyes nefastas.
Con ese cambio jurídico, sobrevivientes, familiares de víctimas y organismos de derechos humanos comenzaron a sentar en el banquillo a decenas de genocidas. Personajes siniestros como Miguel Etchecolatz, Julio Simón (el Turco Julián) o Luciano Benjamín Menéndez ya no visitarían programas como Hora Clave de Mariano Grondona para evocar sus crímenes. Ahora eran sus herederas y herederos quienes debían tomar la posta. Y ahí estaba la joven Vicky, que llevaba tiempo preparándose para salir al ruedo.
Unos años antes y asesorada por su padre (partícipe en el Operativo Independencia de 1975 y uno de los jerarcas del Ejército en la guerra de Malvinas) y su tío Ernesto Villarruel (jerarca del centro clandestino El Vesubio que, tras años de estar prófugo, zafó de ser juzgado por insano), Victoria había empezado a frecuentar los círculos de militares retirados y otros antros donde se refugiaban muchos genocidas sueltos y silenciosos. Pasó por Argentinos por una Memoria Completa, una agrupación creada en 2001 por familiares y amigos de genocidas que terminó implosionando por escándalos de prostitución.
Por esos años también se alió a Fernando Verplaetsen, quien durante la dictadura fuera jefe de Inteligencia del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo y luego jefe de la Policía Bonaerense. En 1993, este general de brigada retirado había fundado la Asociación Unidad Argentina (Aunar) con el objetivo de reivindicar públicamente todo lo hecho por el terrorismo de Estado.
Corría 2003. Con 28 años, Villarruel y otros familiares de milicos formaron, bajo la órbita de Aunar, el grupo Jóvenes por la Verdad. Empezaron repartiendo volantes frente a iglesias. Luego dieron charlas en colegios católicos, tituladas “la década ignorada” (en referencia a la de 1970), donde buscaban atraer nuevos miembros. Y se harían un poco más conocidos difundiendo campañas “humanitarias” por la libertad de genocidas procesados.
Una de esas campañas fue para pedir la libertad del excapitán Ricardo Cavallo, alias Sérpico, uno de los más sanguinarios miembros del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA (por donde pasaron alrededor de cinco mil personas detenidas desaparecidas). En 2000 Cavallo había sido detenido en México, donde se había refugiado para hacer millonarios negocios con el Estado, y extraditado a España, donde el juez Baltazar Garzón lo quería juzgar por violar derechos humanos de ciudadanos españoles en Argentina.
En 2008 Cavallo terminó repatriado y condenado en Buenos Aires junto a otros 17 genocidas por decenas de crímenes, entre ellos el de Azucena Villaflor (fundadora de Madres de Plaza de Mayo) y el de Rodolfo Walsh. De sus actos “heróicos”, al decir de Villarruel, podría destacarse su participación en los “vuelos de la muerte” (tirar personas vivas, sedadas y maniatadas al río desde aviones de la Armada).
En 2010 Verplaetsen y otros genocidas como Reinaldo Bignone y Santiago Riveros terminaron condenados a 25 años de prisión en un juicio por delitos de lesa humanidad. Fueron hallados culpables de allanamientos ilegales, secuestros y torturas contra 56 personas, entre 1976 y 1978. Para ese entonces Villarruel ya no respondía al creador de Aunar.
En 2006, Vicky y otros "jóvenes por la verdad" crearon el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, una suerte de pata académica de Aunar. El objetivo del Celtyv era la “investigación” y la “asistencia” a “las víctimas del terrorismo que asoló la Argentina durante 29 años, desde 1960 a 1989”. Así se anunciaba en el programa Proyecto Verdad, que conducía Villarruel en una radio porteña, y en medios amigos como la revista B1 .
Creada también en 2006 por Pedro Mercado (el esposo de Pando) y el excarapintada José Luis D’Ángelo Rodríguez, la revista B1 solía aparecer cada tres o cuatro meses. Llevaba como lema “Vitamina para la memoria de la guerra en los ‘70” y sus páginas chorreaban todo tipo de propaganda antimarxista, reivindicadora del genocidio y de estrecha ligazón a la derecha peronista.
Las ONG(enocidas) y las publicaciones como B1 dedicaron años a construir una épica muy floja de papeles. Por eso se montaron sobre un puñado de historias de personas muertas en los años 70, torciendo y falsificando hechos en función de un relato en el que, oh casualidad, no hubo terrorismo de Estado sino a lo sumo “excesos inevitables en toda guerra sucia”.
Según la Asociación de Víctimas del terrorismo en la Argentina (AVtA), otra ONG creada en esos años, era necesario “mantener el recuerdo de aquellos que murieron a manos de la barbarie subversiva”. Desde Aunar agregaban: “hay que neutralizar la influencia de ideologías extrañas al sentir nacional”. Y desde la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (Afyapp), la ya mediática Cecilia Pando alertaba sobre de “venganza de quienes hace treinta años intentaron tomar por asalto el poder para construir a sangre y fuego un paraíso socialista en nuestra tierra de libertad”.
“Buenas tardes, querido general”
Lógicamente, esas ONG(enocidas) no sólo hacían campañas y discursos. También asistían a los militares y policías procesados por crímenes aberrantes. Y allí también estaba Vicky. En su reciente carta publicada para despegarse política y “moralmente” de Villarruel, el mayor retirado Mercado dio detalles que la candidata a vicepresidenta preferiría dejar sepultados.
El militar recuerda haber conocido a Villarruel en 2006, cuando ella y su esposa organizaban actividades públicas en defensa de los represores. La relación entre ambas se estrechó tanto que se convirtió en algo común compartir cenas con sus esposos en los caros restaurantes de Puerto Madero. En esas tertulias se entremezclaban anécdotas de “hazañas” contra los “subversivos” con la planificación de nuevas actividades e intervenciones públicas.
Las visitas grupales a genocidas con prisión domiciliaria no eran actividades difundidas en revistas como B1 . Eso más bien quedaba reducido a los circuitos de comunicación “interna” entre las ONG y sus benefactores. Pero hoy, sacudido por el resentimiento, el mayor retirado Mercado le recuerda a Villarruel que ella misma era quien, desde Jóvenes por la Verdad, tenía entre sus “actividades preponderantes” la coordinación de “visitas al Teniente General Jorge Rafael Videla, en momentos en que mantenía prisión domiciliaria”.
Al menos por ahora Mercado se reserva la lista de nombres de quiénes acompañaban a Villarruel a visitar al dictador en su departamento de Cabildo 639. Tampoco da detalles de qué tipo de conversaciones se mantenían en esas reuniones. Pero asegura que fue gracias a las gestiones de Vicky que él mismo logró tener “una larga entrevista con el Expresidente” (sic), a la que lo acompañó su hijo mayor.
Según Mercado, la referente del Celtyv llegó a colaborar con la ONG de Pando, Afyapp, pero no tardaron en aparecer “algunas disidencias intelectuales” en torno a cómo encarar estrategias de defensa en los juicios de lesa humanidad a la vez que promover que se juzgue por los mismos cargos a exmiembros de organizaciones guerrilleras.
Hoy, viéndola en la fórmula presidencial junto a Milei, el militar reflexiona: “Aplaudo sus visitas a Videla y su firme posición en defensa de nuestros camaradas presos. Me saco el sombrero por la entonces Victoria. El problema es que todo cambia, y el discurso se fue acomodando a los vaivenes de las política”.
Mercado tilda a Villarruel de oportunista porque se convirtió en “fundamentalista del Juicio y Castigo a los Terroristas de los 70” pero al mismo tiempo se olvidó “de los militares detenidos por haber combatido al terrorismo setentista”. Dice que “desde que fue nominada Diputada Nacional no le atendía el teléfono a muchos de quienes la habían llevado a ocupar su posición”. Y agrega que “en sus dos años como Diputada no consta ninguna presentación o proyecto de ley en defensa de las víctimas históricas de los 70”.
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Los tiempos cambian, las mañas quedan
Villarruel lleva dos décadas perfeccionando su discurso y, sobre todo, ampliando su campo de acción política. De allí quizás los giros y reacomodamientos que disgustan a Mercado, Pando y otros dinosaurios.
Luego de recibirse de abogada en la Facultad de Derecho de la UBA y de técnica en “seguridad urbana” en la Universidad CEMA (criadero de empresarios y demás garcas), en 2008 su árbol genealógico le abrió las puertas del Centro de Estudios de Defensa Hemisférica William J. Perry de la Universidad de Defensa Nacional de Estados Unidos, dependiente del Departamento de Estado.
La misión de la National Defense University es “preparar a los líderes militares y civiles de los Estados Unidos y otros países para abordar mejor los desafíos nacionales e internacionales de seguridad”. Allí, en su sede de Washington, la ambiciosa Vicky se especializó en “coordinación interinstitucional y lucha contra el terrorismo”.
En 2018 consiguió un pase para que el Celtyv pudiera participar y disertar en un encuentro de “víctimas del terrorismo” organizado por la ONU. Desde allí se filmó pidiéndole directamente al Gobierno de Mauricio Macri “que reconozca a las víctimas del terrorismo” porque “17.380 familias esperan justicia, verdad y reparación”. Un video similar volvió a grabar en julio de 2019, desde la misma sede de la Organización de las Naciones Unidas.
Por esa época también viajó a España para soldar relaciones con Vox. Como ya lo contamos acá, a modo de intercambio luego recibió en Buenos Aires a uno de los fundadores de ese partido ultraderechista, Javier Ortega Smith, con quien organizó una conferencia en el lujoso Palacio Paz del barrio de Retiro, donde desde 1938 funciona el Círculo Militar.
Recientemente la periodista Luciana Bertoia difundió otro dato sobre Villarruel. Oíd Mortales, una fundación de la que es presidenta honoraria, fue creada en 2011 por Gustavo Corbi. Su nombre original fue Fundación Tridentina por los Valores Clásicos y se basa en los más rancios preceptos medievales. Además de teólogo, Corbi fue jefe de la Sección Religión de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), nada menos que en los primeros meses de la dictadura.
Pero pese a sus títulos, su bagaje y sus vínculos, Villarruel es una experta en amalgamar datos sueltos y tergiversar la historia. Ha dicho hasta el cansancio que hubo no menos de 18 mil “víctimas del terrorismo subersivo en Argentina”. A su vez, como buena negacionista y restringiendo su registro al informe Nunca Más , siempre desconoció que haya habido 30 mil detenidos desaparecidos.
Lo que nunca pudo negar es la existencia de 800 centros clandestinos de detención montados en todo el país para torturar, matar, hacer parir a las detenidas embarazadas, apropiarse de cientos de recién nacidos y hacer desaparecer miles de cuerpos. Ni que 133 personas (de más de 400) hayan recuperado su identidad robada por la maquinaria genocida.
Y lo que menos puede negar es que, pese al corrimiento a la derecha de la agenda pública que habilita sus peroratas, en Argentina sigue habiendo una relación de fuerzas política y social que, más temprano que tarde, saldrá masivamente a las calles cuando desde esos sectores reaccionarios se intente dejar el palabrerío y pasar a los hechos. Ya ocurrió con el intento de hacer pasar el 2x1 a los genocidas durante el gobierno de Macri. Y Villarruel lo sabe.
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El juego a la derecha
Habrá quienes, con sorpresa legítima, se pregunten “¡¿cómo puede ser que alguien así pueda ser vicepresidenta y manejar el Senado y las áreas de Defensa y Seguridad?!”... Es comprensible. Pero hay otra forma de abordar el mismo interrogante desde otro ángulo.
Que Villarruel y sus aliados hayan perdurado tanto con sus arengas y campañas no es casualidad ni obra del destino. En 2006, mientras junto a Pando, Mercado y compañía buscaban aparecer públicamente para contrarrestar los juicios en curso, las señales que llegaban desde el Estado no les eran desfavorables.
Ese mismo año desapareció Jorge Julio López, testigo clave en el primer juicio contra Etchecolatz luego de anuladas las leyes alfonsinistas. Hasta el día de hoy su paradero se desconoce y la causa que lo investiga es un monumento a la impunidad, tal como la bautizó la recordada Adriana Calvo. Ni el gobierno de Néstor Kirchner, ni el de Cristina Kirchner, menos aún el de Mauricio Macri y tampoco el de Alberto Fernández hicieron nada por esclarecer ese crimen.
Desde 1983 todos los partidos que ocuparon la Casa Rosada pactaron, de una u otra forma, gobernabilidad con los genocidas. Tan es así que, cuando desapareció López, la Policía Bonaerense (principal sospechosa) aún mantenía en actividad a más de nueve mil efectivos que habían actuado durante el genocidio. Otro tanto ocurrió con las otras policías, fuerzas federales y Fuerzas Armadas.
El Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical , que le habían dado cientos de intendentes a la dictadura, cuando se fueron turnando en el gobierno se dedicaron a garantizar al máximo la impunidad para los represores. Recién cuando el régimen estalló en 2001 se golpearon el pecho y anularon las leyes de impunidad y los indultos que habían mantenido por casi veinte años.
Pero desde entonces ya pasaron cinco gobiernos y el Estado sigue sin abrir la totalidad de los archivos de la represión, tanto los que están en dependencias públicas como en manos de la Iglesia y el gran empresariado. A su vez, cada hombre o mujer que recupera su identidad arrebatada lo hace porque dudó de su historia y encaró un proceso de búsqueda personal. Y ni hablar del destino del enorme botín económico que dejó el genocidio en sus diversas formas, cuyos beneficiarios siguen impunes y manejando el país.
La lucha por memoria, verdad y justicia lleva años enfrentándose a constantes intentos de “reconciliar” a la sociedad con sus verdugos de la dictadura. Y al mismo tiempo, se ejecuta un fortalecimiento fenomenal del aparato represivo a través de inversiones multimillonarias en armamentos, efectivos, balas y tecnología de control social. Un área en la que el ajuste pedido por el FMI no corre. En un mar de pobres e indigentes, el Estado se hace “presente” con su mano siempre dura, gobierne quien gobierne.
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En este contexto y con esta historia, ¿por qué sorprende tanto que una emergente de aquellos planteos jurásicos hoy pueda acceder al mismo sillón que desde 2019 ocupa Cristina?
El periodismo progresista se incomoda cuando la candidata a presidenta del Frente de Izquierda , Myriam Bregman, dice al ser entrevistada que “nunca la ultraderecha creció tanto como con el gobierno del Frente de Todos”. Y más incomodidad sienten al ver que hace un par de semanas millones de exvotantes kirchneristas hayan puesto en sus sobres la fórmula Milei-Villarruel. Pero ni las cosas buenas ni las cosas malas caen del cielo.
Hasta dentro de quince días. Cuidate de la gorra. Y avisá si te enterás de algún nuevo capítulo del rati horror show. No seas botone.
Postdata 1- En sintonía con la “agenda” derechizada, esta semana Sergio Massa propuso “saturar de gendarmes” la ciudad de Rosario para supuestamente combatir el narcotráfico. Recetas viejas y fracasadas que esconden una política de mayor control social mientras los narcos ni se inmutan. Acá te lo cuento en detalle.
Postdata 2- Ayer se conmemoró un nuevo Día del Abogado y la Abogada. En esta nota de Gloria Pagés vas a encontrar varias historias de compromiso profesional para con las causas populares. Un homenaje a hombres y mujeres del Derecho que pusieron sus conocimientos al servicio de las y los luchadores obreros y sociales.
Postdata 3- No te olvides que el 10 de agosto la Policía de la Ciudad de Buenos Aires mató frente al Obelisco al fotoperiodista y militante popular Facundo Molares. Su familia y compañeres de militancia aseguran que hay “pruebas de sobra para demostrar que lo mataron”. Junto a ellos, exigimos juicio y castigo a los culpables y sus encubridores y el fin de la criminalización de la protesta social.
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Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc