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Red Internacional
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Movimiento Estudiantil. Las y los estudiantes de la UAM en pie de guerra por la presencialidad segura

Tras una concentración que acabó con un centenar de estudiantes dentro del edificio de Rectorado, el estudiantado no descarta convocar nuevas movilizaciones.

Jueves 9 de septiembre de 2021

El pasado lunes en la Universidad Autónoma de Madrid más de un centenar de estudiantes se congregaban frente a Rectorado en una sentada convocada por estudiantes independientes. El cartel, que se difundió entre las redes sociales y los grupos de WhatsApp, llamaba a movilizarse por una universidad presencial y contra la hipocresía de las autoridades universitarias, que no tuvieron reparos en congregar al estudiantado en aulas masificadas por los exámenes, pero que ahora se niegan a dar una educación presencial, segura y de calidad.

Los y las estudiantes, muchas de las cuales ya están vacunadas, se quejaban por la medidas que imponen la semipresencialidad en la educación universitaria mientras se produce una vuelta a la normalidad en los espacios de ocio y consumo, mostrando así que cuando hay intereses económicos de por medio, la seguridad y salud pasan a un segundo plano.
Mateo, estudiante de Biología, señala que en su clase “todos creíamos que era necesario visibilizar nuestro descontento, porque se nos ha avisado con muy poca antelación y se nos llevaba prometiendo desde finales del año pasado que íbamos a tener presencialidad”. También señala que se trata de una cuestión que sirvió como bandera en las pasadas elecciones al equipo rectoral.

Precisamente la rectora, que salió electa el pasado mayo tras unas elecciones donde no votó ni el 5% del estudiantado y donde, como ya es costumbre, el voto de un estudiante valió 34 veces que el de un profesor titular, recibió a una delegación de los estudiantes concentrados frente al rectorado.

En la reunión con la rectora lo que encontraron las estudiantes fue que el equipo rectoral se desmarcaba de la decisión de empezar el curso en modalidad semipresencialidad, apuntando a la Consejería de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía de la Comunidad de Madrid, como responsable de la decisión. Una actitud, la de echarse las culpas unos a otros, que ya pudimos ver el curso pasado cuando el ministro de Universidades Manuel Castells, las diversas consejerías territoriales y los rectorados se pasaban la pelota sobre la resposabilidad de los diferentes ataques que la educación universitaria iba sufriendo.

Las estudiantes no nos dejamos engañar por las buenas palabras del equipo rectoral y no dejaremos de convocar movilizaciones dentro y fuera de la universidad que peleen por una total presencialidad, por una democracia real dentro de las universidades y por la construcción de una educación universitaria de calidad, que sirva a la sociedad y no a las grandes empresas.

Alejandra, que forma parte de la agrupación juvenil Contracorriente, señala que el descontento de las estudiantes no se produce únicamente por la semipresencialidad, que ya supone un problema importante para parte de la comunidad universitaria, sino que “tienen que ver con los continuos ataques que los estudiantes recibimos desde que comenzó la pandemia. Nuestra situación laboral es precaria, hemos sido acusados como causantes del contagio. Y encima en la universidad hemos sufrido una merma en la calidad de la enseñanza. En algunos grados, como el mío, no se ha dado la docencia online y la semana que hemos estado en casa teníamos que gestionarnos el temario solos. Y lo peor de todo es que todas las decisiones se han tomado sin tener en cuenta nuestra opinión”. Añade además que los estudiantes “somos mayoría en la universidad, pero no se nos permite opinar sobre nada”.

Mateo también destaca la merma en la calidad de la enseñanza cuando ésta ha pasado a ser telemática: “Esto ha sido un palo para todos. Nos encontramos muy decepcionados porque esperábamos una educación de más calidad. La que se nos da es pésima”.

Pero el problema de la semipresencialidad es sólo la punta del iceberg de los problemas que atraviesa la enseñanza universitaria. Incluso con una progresiva vuelta la normalidad y la presencialidad en las próximas semanas (algo no descartable), la universidad sigue siendo una institución neoliberal al servicio de las grandes empresas. Sebas, estudiante de Derecho, señala: “La rectora puede estar de acuerdo con nosotras con querer la presencialidad, pero sólo para organizar su Foro de Empresas”.

La propia estructura organizativa de la universidad está pensada para que las empresas e intereses privados tengan poder de decisión en los planes de estudios y los presupuestos de la universidad, como se ve reflejado en el Consejo Social, el máximo órgano de decisión de la universidad donde empresas, bancos y políticos tienen sillones reservados. En este mismo Consejo la presencia estudiantil se limita a un solo estudiante elegido entre los integrantes del Consejo de Gobierno.

Otro ejemplo de la injerencia de los intereses externos en la universidad es la tiranía de la ANECA, organismo “de calidad” que no sólo impone qué investigadores “merecen” o no ser promocionados (normalmente los que mayor producción académica tienen, como si eso midiera la calidad de sus publicaciones o docencia), sino que impuso la presencialidad en los exámenes con la excusa de que se trataba del único medio para garantizar que el alumnado no copiase.

Por todos estos motivos consideramos que es necesario movilizarse y terminar con la semipresencialidad impuesta, así como con la falta de democracia en la universidad. Mateo señala que “este tipo de movilizaciones son importantes porque, si bien es verdad que las cosas no cambian de un día para otro, hacer notar que no nos gusta la situación es importante” y llama a todo el estudiantado a participar de ellas: “debemos presentarnos, no sólo unos pocos, sino todos los que estamos en contra de estas medidas”, declara.

La semana que viene la Asamblea Abierta UAM, compuesta por asociaciones y estudiantes independientes llamará a asambleas para organizar una respuesta y combatir lo que consideramos, un nuevo ataque a nuestra educación.