Lavín y los candidatos de los partidos tradicionales ganan por todos lados. En el caso del dirigente de la UDI puede ser re electo alcalde y candidato presidencial al mismo tiempo. Los partidos tradicionales tienen privilegios para presentarse mientras a las nuevas organizaciones y/o referentes sociales se les ponen miles trabas.
Miércoles 23 de septiembre de 2020
“En todo caso hay un punto, la Constitución actual lo estableció -y lo quiero decir porque se dijo aquí el domingo pasado-, que ser candidato presidencial no es incompatible con ningún cargo”
Esta frase suya pasó casi desapercibida entre los estertores del fin de semana largo, pero antenoche (Estado Nacional, TVN) Joaquín Lavín entró así por primera vez al principal acertijo del laberinto de plazos legales y elecciones que tiene por delante: re postular a alcalde de Las Condes, eventualmente ganar, y al mismo tiempo estar ya involucrado en la campaña presidencial 2021.
Y además mencionó “creo yo que, en el fondo, la Constitución dice que el cargo de Presidente es tan relevante, que hay que elegir a la persona que Chile crea es la más conveniente en el momento preciso, sea alcalde, sea intendente, sea senador, sea lo que sea"
La táctica es clara: saltarse las primarias municipales de noviembre, a las que no se está inscribiendo el 30 de este mes porque es bien poco probable que las haya en Las Condes.
El 11 de enero tendrá que inscribirse como candidato a alcalde para las elecciones del 11 de abril. El 5 de mayo tendría que inscribirse, pero para las primarias presidenciales (5 de julio). Eso quiere decir que si logra reelegirse como alcalde, asumiría un nuevo período el 24 de mayo... 19 días después de que ya sean públicas e innegables sus aspiraciones a La Moneda.
El objetivo es ser re electo alcalde y candidato a la presidencia al mismo tiempo, según el, la ley lo permite. Si pierde en su posible aventura presidencial, mantiene la alcaldía.
Pero mientras a Lavín este sistema electoral le es conveniente, dirigentes sindicales y vecinales tienen que renunciar o suspender sus cargos para poder ser candidatos.
Esta es una de las trabas del sistema electoral actual, pero lo cierto es que el ciclo electoral que se abre el próximo año tiene miles de limites. Esta “democracia” para ricos está llena de trabas para que se no exprese la verdadera voluntad del pueblo.
Los partidos políticos en formación o los partidos en trámite de extensión tienen enormes trabas que sortear para poder legalizarse.
La pandemia impuso mayores restricciones para la recolección de firmas, ante lo cual los partidos ya constituidos y con presencia parlamentaria dieron un portazo a flexibilizar las condiciones de legalización y extensión de nuevos partidos, lo que sólo asegura que sean los mismos de siempre los que compitan en las próximas elecciones.
Queremos que las demandas de la rebelión, la lucha contra toda la herencia de la dictadura y el anticapitalismo tengan una voz y representación en el proceso constituyente. Por eso es urgente impulsar una amplia campaña democrática para poder presentar candidaturas de trabajadores y trabajadoras, estudiantes, y juventud precarizada.