En la madrugada del 22 de octubre una patota a cara descubierta se presentó en la carpa de los despedidos de Lear. Con armas de fuego y cuchillos amenazaron a quienes luchan hace cinco meses contra la patronal y el SMATA. "Se van o los vamos a matar", gritaban mientras a la esposa de un obrero la amenazaban con "matarla y violarla". Pero ellos no se amedrentan y hoy salen otra vez a la calle.
Nicolás Laguna @NicolsBenjamin7
Jueves 23 de octubre de 2014 10:15
Los compañeros no se amedrentaron y se les plantan. Como corresponde. La agresión consta en la denuncia realizada en la Comisaría de Talar. Esta comisaría era la encargada de "custodiar" la zona de la fábrica. Esta vez dejaron una zona liberada para el accionar de la patota.
Antes de irse los lúmpenes dañaron la carpa con cuchillos y se robaron algunas banderas de los despedidos. Ni el griterío que se armó hizo que la Policía Bonaerense hiciera algo para impedir que se dieran a la fuga sin que nadie los siguiera.
Este hecho se da días después de un nuevo aniversario del asesinato de Mariano Ferreyra. Sin cuidar formas ni fechas, la patota hizo otra vez su aparición. Los abogados de los trabajadores hacen ahora responsable de la integridad física de ellos y sus familias a la propia empresa, al SMATA que de patotas sabe y bastante, a la Bonaerense y a los gobiernos nacional y provincial.
150 días de conflicto, de cortes, agresiones y patoteadas
Los trabajadores de Lear llevan casi cinco meses de lucha. Van por doce cortes de l Panamericana, marchas al Ministerio, bloqueos, marcha a la Cámara de Comercio Americana y a la Embajada de Estados Unidos, cortes de la 9 de Julio y festivales. 51 boletines de lucha fueron impresos y repartidos y casi un millón de pesos se juntó para sostener durante estos meses a los despedidos. La energía que mostraron es realmente ejemplar, con lo que lograron 61 reincorporaciones y que los delegados que están dentro de la planta en sus puestos de trabajo gracias a la lucha tengan un lugar para pelear contra la burocracia y la patronal.
Del otro lado lo que se mostró es la represión y la patota. A las detenciones que ya se acercan a veinte hay que sumar a las patoteadas como las de ayer. Este no es más que uno de los ataque sufridos por los trabajadores que en cada caso les hicieron frente. Entrevistando a los trabajadores y recurriendo al archivo se puede ver esta historia de agresiones y resistencia:
Patotas del SMATA en la "asamblea"
El jueves 17 de julio el SMATA realiza una asamblea para destituir a los delegados. Con el aval de la patronal se hace en el sindicato en Capital. Los trabajadores suben a los micros en la fábrica VolksWagen pero... siguen de largo. Un patotero del SMATA se sube a cada ómnibus, informa que van al sindicato a sacar a los delegados y aclara que el que quiere pueda bajarse pero que ya sabe que no entra más. Los organismos de derechos humanos denuncian a Pignanelli, el secretario general del gremio, penalmente por coacción. Finalmente será la Justica la que dirá que la asamblea es nula.
Patota en las calles
El 23 de Julio, pocos días después, se realiza la Tercera Jornada Nacional de lucha. El SMATA nuevamente intentará llevar a los trabajadores en micro en medio de una protesta de los despedidos. Un grupo de compañeros se acercan a protestar donde estaban los trabajadores de Lear. A su encuentro sale una patota del SMATA que a patadas comienza a golpear a los autos y agredir a los conductores. Pese a la patota los trabajadores no entran a la fábrica porque la gran mayoría se baja de los micros, negándose a seguir las instrucciones de Pignanelli y sus muchachos.
Patota y policía
EL martes 29 de julio, el SMATA pide colaboración a la Bonarense para poder ingresar. Una columna de ese grupo de "trabajadores" se moviliza hacia la planta rodeado por la policía. Cuando llegan adonde están los despedidos, un militante de "La Verde" de Pignanelli sale del cordón policial que mira para otro lado, golpea a un despedido y vuelve hacia adentro del "corralito" hecho por la bonaerense, que lo custodia para hacer esto. Luego de esa provocación comenzará una represión donde habrá tres detenidos. Al día siguiente, y en los días posteriores, se harán concentraciones en la puerta que serán masivas y la patota no se va a animar a actuar otra vez contra los despedidos porque recibe el repudio de los trabajadores. La empresa tendrá que recurrir al lock out y a la militarización de la planta.
Caranchos
Sin poder controlar la situación la bonaerense y el SMATA recurren a nuevas fuerzas. El 30 de Julio llega en su apoyo la Gendarmería. Desbordada por no saber cómo parar a un grupo de autos que protestan en la Panamericana, el comandante Juan Carlos Torales se tira contra un auto simulando un accidente. Comienza la historia del "Gendarme Carancho", que poco después se convertirá en escándalo internacional. El conductor fue detenido, acusado de lesiones contra Torales. El carancho es simplemente trasladado de destino... a caranchear a otro lado.
En ese momento aparece el "hombre canoso de barba" que le dice a los gendarmes que bajen a palos al conductor. Se trata de Roberto Galeano, amigo de Berni, quien se había infiltrado entre los manifestantes sin identificación y es descubierto cuando intentaba robarse la cámara de un periodista de TVPTS. Horacio Verbistsky dará a conocer la identidad de este personaje que será echado de la fuerza mientras Berni queda golpeado. La Gendarmería es parte del conflicto pero su desprestigio crece cada vez que sube a "la Pana" a usar sus palos y gases contra los obreros.
Atentados
El jueves 14 de agosto la cobardía de los agresores avanza. Victoria Moyano, hija de desaparecidos y nieta recuperada, junto a Edgardo Moyano, abogado de los trabajadores de Lear, ambos miembros del CeProDH, suben a su auto cuando iban a hacer trámites legales relacionados con el conflicto. A los pocos metros sienten un fuerte olor a combustible. Salen del auto y ven un enorme charco de nafta. El mécánico hará un informe donde explicará que un caño fue roto deliberadamente para que salga la nafta. Éste dice que no puede ser un accidente, sino que alguien tiene que haberlo hecho. Alguien que sabe. Si Victoria y Edgardo hubieran vuelto a encender el auto, posiblemente hubiera estallado.
Días más tarde Horacio Verbitsky publicará en Página/12 una nota sobre este peligroso mensaje mafioso contra los firmes trabajadores de Lear, sus abogados y quienes los apoyan.
Patota dentro de Lear
Los delegados de Lear que logran entrar a la fábrica luego de doce fallos judiciales son encerrados en una jaula. Hasta allí llegan día a día un grupo de cincuenta patoteros. Son militantes "verdes" de Pignanelli que la empresa permite salir de sus puestos de trabajo con el único fin de insultar y agredir a los delegados. La empresa, unos días antes deja ingresar a C5N y esos militantes sacan carteles bien armados que decían "fuera zurdos".
Sin embargo "los zurdos" no se van e ingresan a la fábrica. La patota les tira objetos que impactan sobre los delegados hasta que organizan una verdadera turba que los saca a los emujones y amenazas hacia afuera de la planta. Uno dice abiertamente "vayanse porque los van a matar". Para ese momento, el 10 de septiembre, el SMATA también manda su patota al Congreso Nacional para hostigar al diputado Nicolás del Caño, que había sido reprimido en un corte de los trabajadores. El escándalo es mayúsculo. Todos los bloques repudian a la patota menos los kirchneristas. El video de los patoteros dentro de Lear sale en los medios de comunicación.
Los delegados que están adentro se plantan, logran salir de la jaula y van a sus puestos de trabajo. Con la cabeza gacha la patota tiene que volver a su cueva, derrotada nuevamente.
Así se fue construyendo la historia que desemboca en el atentado de ayer. Es notorio que días antes del atentado el mismo gerente de Recursos Humanos de Lear fue hasta la carpa para "hablar" con los despedidos. En realidad dijo que iba para ofrecerles más plata de indeminización pero fue rechazado. El hecho es que a los pocos días se da este atentado. Durante las semanas previas se sucedieron otros hechos al menos sospechosos.
A un trabajador despedido, Luis Bravo, cuando se encuentra en Pilar le abren el auto, le roban papeles, documentos, bolsos y el estéreo. Al despedido Damián González, le cruzan un auto violentamente y un personaje baja y lo amenaza con que va a quemar la carpa. El día de ayer González sufre otra vez la misma agresión. Un auto se le cruza, baja para amenazarlo, esta vez tiene puesto un chaleco del SMATA. Damián le hace frente y el agresor se retira en su auto.
El conflicto ya lleva cinco meses. Son cinco meses de lucha ejemplar. Los obreros de Lear hacen responsable de su integridad física a la empresa, al SMATA, a la Bonaerense y al gobierno nacional y provincial. Convocan a una nueva Jornada Nacional de lucha. Es para reclamar por sus puestos de trabajo y contra las patotas. El SMATA quiere explusar a los delegados del sindicato, porque no se anima a ir contra ellos en una elección de Comisión Interna, pese a la patota y todas las agresiones. Los trabajadores de Lear salen otra vez a la calle porque no se amedrentan. No los para nadie y dicen esta vez "Patotas Nunca Más, Familias en la calle, Nunca Más". Merecen el apoyo de todos.