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Red Internacional
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CONTRA DESPIDOS EN PEPSICO. Leonas de PepsiCo: gracias por arder

Vista desde México, la lucha de las trabajadoras de PepsiCo se levanta como bandera para una juventud que sabe que su destino está ligado al de su clase. Y que, por esa razón, también quiere tomar el cielo por asalto.

Martes 18 de julio de 2017

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Quisiera expresar acá lo que significan para mí las leonas, las obreras argentinas de PepsiCo y lo que provocan estas mujeres que se encuentran a casi 8 mil kilómetros de distancia.

PepsiCo, sí, esa empresa enorme y multinacional que en México vende refrescos, Sabritas, galletas Gamesa, avena Quaker, etc. Esa misma que gana 3.423 millones de dólares por semestre, ha dejado a 600 familias en la calle.

Las trabajadoras junto con sus compañeros resistieron la represión que Macri y el gobierno de empresarios propiciaron el 13 de julio, aguantaron toda la madrugada hasta que la policía logró el desalojo de la fábrica por la mañana.

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Pero esta fuerza no viene de la nada, las compañeras venían ya de tiempo atrás juntando y organizando la rabia de ser explotadas no sólo en el hogar sino también en el trabajo, de tener menos prestaciones, de ser expulsadas si se embarazaban, de no poder salir a las calles el 8 de marzo. Y LO CAMBIARON TODO, con la lucha constante conquistaron todo esto y mucho más.

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Convencieron a sus compañeros de que las demandas de las mujeres deben ser abrazadas por el conjunto de la clase trabajadora. Con claridad de que el enemigo no es el hombre, sino este sistema de miseria en el que una pequeña clase parasitaria vive del trabajo y la explotación de las grandes mayorías.

Es acá donde ese abrazo tiene sentido… Donde el feminismo separatista, de clase media, individual y punitivo se va por la borda y no tiene lugar, donde las contradicciones de la realidad concreta lo tumban por la ventana y abren paso a un feminismo socialista, internacionalista y de nuestra clase.

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Esas mujeres que ponen el mundo a girar, que tienen en sus manos el poder de las casas, de las escuelas, de las fábricas, ellas van a cambiarlo todo; codo a codo con los varones, con sus compañeros de clase.

Miraba a las leonas. Miraba a los obreros y obreras ser golpeados, ser arrastrados, traicionados por su sindicato basura y detenidos por la policía y me llenaba de rabia. ¿No entienden o qué? Están peleando por su derecho al pan, por su familia, por el derecho a vivir. Sólo pensaba en que alguien moriría, en que tal vez no podrían tomar por más tiempo la fábrica y así fue.

Un gran amigo decía: “Hemos perdido”. No compañeros, no hemos perdido. Ellas y ellos son la chispa que enciende la llama, porque tienen atrás una corriente, un partido y una clase con la moral en alto, con rabia y ganas de pelear por un mundo distinto para sus familias, para nuestras familias, para todos.

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Las miraba, miraba a las leonas y pensaba en que así debió ser Rosa Luxemburgo, en que así quiero ser yo. Qué orgullo mis compañeras de Pan y Rosas, las obreras, que orgullo el PTS que aguantó allá, que orgullo mi corriente trotskista cuya causa, lucha y razón de existir es vigente.

Esto no para, ni parará hasta que podamos soñar y vivir la vida que queremos. Porque si no hay paz para nuestras familias, no habrá paz para los empresarios.

Gracias Leonas, gracias por soñar un mundo mejor, gracias por tomar partido, por tomar y defender todo lo que se nos ha robado.
Gracias Leonas, gracias por arder.