¿Por qué es importante una ley de humedales que resguarde los salares, vegas y bofedales de la puna argentina? Además de ser fuentes de biodiversidad, agua y vida, son parte del territorio donde habitan pueblos originarios. La política extractivista del Estado permite que las multinacionales afecten estas áreas con la extracción de millones de litros de agua por día. Es urgente su protección ante el lobby de legisladores promineros.
Jueves 24 de septiembre de 2020 00:14
Es la tercera vez que toma relevancia la discusión en el parlamento sobre la importancia de una ley de humedales, obstruida en 2011 y 2016 por los lobbys empresariales de la minería, el agronegocio y la especulación inmobiliaria, que tienen sus representantes en el Congreso, Senado y los Parlamentos locales. Ahora se da con un mayor cuestionamiento de diversos sectores y organizaciones socioambientales a la quema de los humedales en las islas de Entre Ríos, del monte en Córdoba, y del avance de la frontera agropecuaria y el saqueo de bienes naturales.
El lobby minero tiene un peso muy importante porque el extractivismo (y por ende la megaminería) es política de Estado. De hecho en el año 2016 cuando se le dio media sanción en el Senado la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección de Humedales, la senadora Silvia Giacoppo (Cambia Jujuy) logró arrancar al resto de la Cámara Alta un punto importante a favor de las multinacionales mineras del litio: la exclusión de los salares de altura.
El mismo también fue motorizado por la senadora catamarqueña del Frente de Todos Inés Blas. No es casual si se tiene en cuenta que en ambas provincias hay proyectos extractivistas en curso. El artículo 14 de dicho proyecto sostenía que “la ley no será aplicable a los salares de altura que tendrán una legislación específica”. Si bien el proyecto quedó archivado en el Congreso (por distintos intereses empresariales), es una muestra clara de cómo operan los representantes mineros que se encuentran en los principales bloques políticos, sin ningún tipo de diferenciación, y que ahora harán lo mismo en caso de que se vuelva a tratar la Ley de Humedales.
¿Por qué hay que proteger los humedales altoandinos?
En la ecoregión de la puna atacameña argentina que abarca provincias como Jujuy, Salta y Catamarca, la interrelación milenaria dada en esos territorios, donde existen humedales altoandinos y también glaciares, es una importante fuente de riqueza social, económica, cultural y ecológica, que es patrimonio de la humanidad. La misma viene siendo socavada por los intereses geopolíticos de los Estados nacionales sobre los recursos mineros, que hoy se abalanzan sobre una de las principales fuentes de litio del mundo. Cuando el extractivismo es política de Estado, como lo reafirmó el presidente Alberto Fernández, el negocio de los commodities y la megaminería prima por sobre el derecho humano al agua, los derechos indígenas y a un ambiente sano.
Los salares, vegas y bofedales que existen en la región traspasan las fronteras nacionales y es compartida por países como Argentina, Chile y Bolivia. En la misma existen sitios de conservación internacional Ramsar como la Laguna de Pozuelos y las de Vilama en Jujuy, y las lagunas altoandinas y puneñas de Catamarca, sobre las cuales llueven denuncias de contaminación de las aguas por la megaminería y el avance de proyectos extractivos de litio en el país.
Como ya hemos reflejado en este medio, el saqueo irracional del agua y su contaminación secó vegas y afectó de manera irreversible la biodiversidad y el territorio, destruyendo economías regionales, modos de vida, cultura y subsistencia de las comunidades indígenas. Los testimonios y pruebas sobran.
Por eso, la protección real de los humedales altoandinos se hace urgente, lo mismo que el reconocimiento de los salares como tales. A pesar de todas las leyes de protección y derechos, de programas de protección de humedales, en las provincias del NOA existen más de 60 proyectos de explotación de litio por lo menos en 23 salares. Y dos proyectos de extracción de litio de salmuera en fase de producción curso.
En el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca, desde la década de los 90 se extrae litio de forma irracional. Allí viven comunidades indígenas que son afectadas por parte de las empresa norteamericana Livent (ex-FMC), a la que se sumaría Galaxy Resources. También está en curso el proyecto en Tres Quebradas en Fiambalá.
En el Salar de Olaroz- Cauchari opera desde 2014 Sales de Jujuy por parte de la japonesa Toyota, la australiana Orocobre y Jemse (Estado provincial), y está en fase de construcción en el mismo salar Exar, de las multinacionales Lithium American de Canadá y la china Ganfeng. En todos estos años hubo denuncias de exploraciones que avasallan a las comunidades indígenas sin consentimiento previo libre e informado en Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, también en Pozuelos. En la provincia de Salta avanzan proyectos en los salares Centenario - Ratones por parte de la francesa Eramet y en salar Diablillos con el proyecto Sal de Los Ángeles, entre otros.
Los salares son humedales: hay que defenderlos
Los salares se encuentran en regiones de gran aridez, donde se pierde más agua por la evaporación de estos de lo que ingresa por las lluvias estacionales y otras fuentes de suministro de agua. El extractivismo del litio, a través del método evaporítico de la salmuera extraída de los salares, genera la degradación irreversible de las reservas de agua dulce cercanas, como también la alteración del sistema hídrico superficial y la afectación del proceso ancestral de cosecha de sal practicada por las comunidades originarias en esta zona. Como mencionan especialistas, la misma genera la disminución del nivel base de agua subterránea de las cuencas y un descenso de agua dulce fuera de los bordes de la salina, provocando la desaparición de lagunas y vegas.
El mejor ejemplo de degradación es el caso del Salar del Hombre Muerto en Catamarca, donde la perito ambiental Evelin Vallejos afirmaba recientemente que “...sacan 900 000 litros por hora de salmuera, la cual la depositan en un piletón de evaporación, que son lugares gigantes donde la tienen meses para hacer un concentrado. A esos piletones de agua le agregan 380 000 litros de agua dulce… más los agregados químicos que necesitan para que el mismo decante... El agua dulce lo extraen de un río llamado Trapiche, al cual han sobreexigido de tal forma que su vega, que es todo el espacio verde donde los animales se alimentan y cuenta con 11 km de largo, se secó…”.
Como define el proyecto de Ley de Humedales del FIT Unidad, son “todos aquellos espacios territoriales en los que el agua, superficial, subsuperficial o subterránea, de forma permanente o transitoria, dulce, salada o salobre, es agente del paisaje incluyendo las extensiones de marismas, pantanos, turberas, salares, arenales vinculados a cursos de agua, vegas, bofedales o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial…”, es importante defender la protección de salares y los humedales altoandinos ante el accionar del lobby minero. Como sostuvo Ramón Morales Balcázar de la Fundación Tantí- Opsal de Chile en el Conversatorio sobre Humedales Altoandinos organizado por Juntos por un Ambiente Sano, la idea de que los salares son zonas inertes o que por ser salinos no contienen vida es funcional a quienes tienen intereses económicos y políticos en los mismos. “Precisamente son en esas zonas marginales de los salares donde afloran aguas menos densas que permiten la proliferación de la vida”, expresó el especialista.
Resulta muy importante, entonces, el proyecto presentado recientemente en el Congreso por Nicolás del Caño y Romina del Plá, del Frente de Izquierda - Unidad, con los aportes del PTS, PO, MST e IS, fuerzas que integran el FIT-U, organizaciones socioambientalistas, especialistas y teniendo en cuenta las denuncias de las comunidades indígenas, que se pone a disposición de la lucha en defensa de los territorios, seriamente afectados por el avance de sectores del agronegocio, la megaminería y la especulación inmobiliaria en todo el país.