La Comisión de Educación de la Legislatura porteña no quiso debatir y postergó para la semana próxima los proyectos de modificación del estatuto docente relativo a la licencia por violencia de género.
Viernes 22 de abril de 2016
Imagen: detalle de La violencia de género, Lauraj Nina (La Caja Roja)
En el día de ayer, las docentes de Pan y Rosas y como parte de la Comisión de Mujeres de Ademys, nos hicimos presentes en la Comisión de Educación de la Legislatura para expresar nuestro apoyo al proyecto de reforma del estatuto docente, presentado por el Frente de Izquierda, que propone la licencia y traslado por razones de violencia de género. Los asesores del PRO, luego de algunas maniobras administrativas, propusieron postergar su debate para la semana que viene.
Frente a todos los asistentes, manifestamos la importancia de que las trabajadoras de la educación contemos con un marco de protección legal frente a situaciones de violencia de género, que permita una respuesta transitoria e inmediata para realidades que no sólo encarnan un gran sufrimiento sino que suponen un riesgo para la vida de las mujeres. El estado debe arbitrar todos los medios para proteger y asegurar su integridad y la de sus familias.
En las escuelas la mayoría somos mujeres, muchas somos sostenes de hogar y vivimos de nuestro salario como trabajadoras. A la hora de enfrentar una situación de violencia la situación se complejiza y puede transformarse en un callejón sin salida, por eso consideramos clave que se pueda garantizar su continuidad laboral sin afectar el salario.
La realidad nos muestra que muchas veces debemos acudir a licencias (por psiquiatría, por tratamientos breves, etc.) que no reflejan el verdadero padecimiento de la violencia machista, sus secuelas físicas y psicológicas y que en muchos casos la legítima y la perpetúa. Por citar un caso, en abril del 2015, en Córdoba, una maestra de nivel inicial fue asesinada por su ex pareja quien se dirigió a su lugar de trabajo, violando la orden de restricción domiciliaria y la mató delante de sus alumnos.
Uno de los lugares en donde la desigualdad se hace más visible es en nuestros trabajos. Y no sólo porque sufrimos la precarización laboral o cobramos menos que los varones por la misma tarea, sino porque derechos como las licencias por maternidad, lactancia, estudios ginecológicos, etc., son restringidos o no existen, como por ejemplo el “día femenino”. En muchos casos, la doble o triple jornada para llegar a fin de mes, el cuidado de los hijos, la familia, la casa, las tareas extraescolares, etc. terminan generando enfermedades laborales con un gran impacto en nuestra salud.
Las mujeres sabemos transformar el dolor y la bronca, en lucha
Lo reflejamos cuando cientos de miles nos movilizamos en las calles por “Ni una menos”, contra los femicidios y contra todo tipo de violencia. Hoy, habiendo transcurrido más de medio año de esa multitudinaria convocatoria, la realidad de las mujeres no cambió. Los datos aportados por La Casa del Encuentro, indican que sólo en 2015 se produjeron 286 femicidios y que en los últimos meses muere una mujer cada 26 horas. Las cifras se acrecientan y detrás de ellas historias en las que el Estado y sus instituciones han estado ausentes y son también responsables.
Sabemos que se pueden tomar medidas concretas pero los gobiernos vienen demostrando que sus prioridades están muy alejadas de la agenda de las mujeres y sus derechos. El año pasado, los diputados del PTS en el Frente de Izquierda, Nicolás del Caño y Myriam Bregman, presentaron un proyecto de ley de Emergencia contra la violencia hacia las mujeres, planteando un régimen de subsidios, la creación de refugios transitorios y planes de vivienda a corto plazo, un régimen de licencias laborales y la necesidad de equipos interdisciplinarios gratuitos para asesoramiento, prevención y atención. Además propusimos que todas las medidas podrían llevarse adelante con impuestos a las grandes fortunas y las corporaciones inmobiliarias.
No queremos reconocernos como víctimas impotentes de la violencia de género, queremos reconocernos en las potentes convicciones de luchar contra un sistema que nos somete a grandes miserias. Las mujeres trabajadoras peleamos por nuestras demandas y lo hacemos diariamente desde nuestros lugares de trabajo.
Queremos construir un movimiento que luche por terminar con la violencia machista, las redes de trata que desaparecen también a nuestras alumnas, contra la precarización laboral y por el derecho al aborto.
Porque la pelea por mejorar las condiciones de la educación pública la damos en las calles y en el Parlamento, desde la banca del diputado Patricio del Corro del PTS en el FIT impulsamos y apoyamos el proyecto de modificación del estatuto en cuestiones de género.
Virginia Espeche
Licenciada y Profesora en Psicología