El gobernador y la Ministra de Seguridad de la Nación, juntos en una falsa cruzada contra la violencia
Lunes 19 de febrero de 2018
La semana que pasó deja mucha tela para cortar, con la mal llamada seguridad como una de sus protagonistas. El miércoles fue puesto en funciones por el ministro Pullaro el flamante nuevo jefe de la Policía provincial Marcelo Villanúa, ex titular de la Unidad Regional II de Rosario.
En el acto de asunción, Miguel Lifschitz aseguro sin ningún empacho que su policía “respeta y hace respetar los derechos humanos”. Insólitas declaraciones en defensa de una de las fuerzas más corruptas y gatilleras del país y un insulto a los familiares de víctimas del gatillo fácil, como Jonatan Herrera o Franco Casco, entre tantos otros jóvenes trabajadores.
Según el índice de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), Santa Fe hace años ocupa los primeros puestos en el triste ranking de asesinatos en manos de fuerzas de seguridad, con epicentro en Rosario. Así lo demuestra el fusilamiento de Emanuel Medina y David Campos en el sur de la ciudad, ejecutados por oficiales bajo el mando de quien pasa a ser jefe de la santafesina.
Menos de seis años trascurrieron desde que el comisario Hugo Tognoli tuvo que renunciar a la jefatura en medio del escándalo narco-policial por el que hoy está condenado. En ese tiempo, y tras las promesas del Frente Progresista de depurar la fuerza, cinco fueron los jefes que se sucedieron, sin disminuir los casos de violencia policíaca ni su connivencia con el gran delito. Claramente no sería una manzana podrida, sino toda la institución la que se nutre de garantizar el crimen organizado.
Oposiciones truchas y serias coincidencias
Otra de las ’malas nuevas’ para Rosario la anunció Patricia Bullrich en la mañana del sábado. "Vamos a saturar de fuerzas federales" soltó la ministra, casi como una amenaza. Ante esto las declaraciones de Lifschitz y su distanciamiento de la “doctrina Chocobar” en materia de seguridad se hacen menos creíbles de lo que ya eran.
Para Bullrich "la coordinación y cooperación son fundamentales", como si hiciera falta aun más complicidad con el gobierno provincial. Y lo cierto es que aunque el Frente Progresista intente un discurso opositor al gobierno de Macri -incluso con sus máximas figuras llamando a un gran frente contra Cambiemos para 2019-, los pactos en la realidad superan cualquier tibia perorata. La media sanción al pacto fiscal es otra muestra cabal de esto.
Bajo el pretexto de combatir la narcocriminalidad nuevamente desembarcarán federales, como ya se vio durante el kirchnersimo. En aquella oportunidad, con Sergio Berni comandando a las fuerzas ’in situ’ el saldo fue: ningún narco capturado, pero sí miles de jóvenes apaleados y hostigados por Gendarmería. Más de 328 denuncias fueron registradas ese año.
La respuesta obrera, el verdadero blanco
Los trabajadores del gran Rosario -como en el resto del país- vienen siendo atacados por patronales despóticas y la política de vaciamiento del gobierno. Aceiteros, Fabricaciones Militares, metalúrgicos, de prensa, alimentación y ANSES son solo algunos ejemplos. Lejos de dejarse pisar, cada vez son más quienes caen en la cuenta que la organización y lucha en las calles son las herramientas para ponerle freno a esta situación.
No casualmente provincia y nación acuerdan el arribo de aquellos mismos que se vienen encargando de reprimir la protesta social, como ya se vio en las jornadas del 14 y 18 de diciembre en Capital, o la lucha del Hospital Posadas en Provincia de Buenos Aires.
Progresistas y cambiemistas parecen coincidir en lo fundamental: palos y gases para quienes no acepten mansamente la realidad que quieren imponer.