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Red Internacional
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Alimentación. Llegan los sellos negros: arranca la Ley de Etiquetado Frontal

La norma rige desde este sábado. Había sido oficializada el 23 de marzo por decreto. Apunta a promover una "alimentación saludable" mediante el etiquetado frontal en el packaging de los alimentos. Al mismo tiempo, en el país millones de niños sufren condiciones durísimas de hambre y subalimentación.

Sábado 20 de agosto de 2022 09:00

Desde este sábado una parte de los productos procesados y ultraprocesados empezará a contar con sellos negros que advertirán sobre "exceso de azúcares", "exceso en grasas totales", "exceso en grasas saturadas", "exceso en calorías" o "exceso en sodio".

La Ley de Etiquetado Frontal empezará a regir para una determinada cantidad de productos. Aprobada en octubre de 2021 a pesar del lobby en contra de grandes empresas del sector alimenticio, fue reglamentada hace 5 meses.

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La norma apunta a desarrollar conciencia acerca de la composición de múltiples alimentos, informando sobre los eventuales daños que puedan generar sobre la salud.

El negocio y de las empresas alimenticias ha llevado a Argentina (y al mundo) a estadísticas de enfermedad provocadas por la mala alimentación terribles. Según investigadores, Argentina es uno de los países con mayor número de muertes atribuibles directamente al consumo de bebidas azucaradas (74 muertes por millón). Además, alrededor de 10 niños cada 100 mil en nuestro país desarrollarán diabetes y el 80% de los niños tienen caries.

El 75% de ese azúcar está oculto en productos como galletas, cereales de desayuno, panificados, yogures y jugos y otras bebidas.

La producción de alimentos en el país está marcada por unas pocas empresas del lobby, productoras y comercializadoras que lucran con la alimentación. Pero también por un modelo extractivista que tiene al agronegocio como uno de sus pilares: esto quiere decir que la tierra está dedicada cada vez menos a la producción de alimentos, y más a la de monocultivos para exportación a través de la utilización creciente de agrotóxicos, la degradación del suelo, el agua y, en definitiva de la salud de las poblaciones, y el desmonte para ampliar el negocio (destruyendo ecosistemas enteros y contribuyendo a la crisis climática). Este modelo de concentración de tierras es opuesto a lo necesario para una producción de alimentos agroecológica, saludable, sustentable y soberana.

¿No saben las empresas el daño que causan sus productos?

Por supuesto que lo saben. Hay que agregar que las empresas tabacaleras desde los años 80 han invertido incesantemente en la industria de alimentación llevando consigo el modelo de generación de productos nocivos para la salud, poco nutritivos y con componentes adictivos.

Al mismo tiempo, en el país muchísimos niños y niñas sufren condiciones durísimas de hambre y subalimentación. Según un reciente informe de Unicef, más de un millón de ellos y ellas se saltean una comida diaria. Es decir, sufren hambre como resultado de la crisis social aguda que se profundiza conforme continúan las políticas de ajuste. Un caso dramático se conoció esta semana en una escuela de la Ciudad de Buenos Aires, donde una niña falleció por desnutrición.

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La Ley de Etiquetado Frontal fue fuertemente resistida por las grandes empresas alimenticias. Además de especular con los precios, los capitalistas ponen su rentabilidad por encima de la calidad de la alimentación y de la salud de la población.