Varios diarios informan hoy que “llegaron a la Argentina vacunas Moderna donadas por Biden”. En las notas, el presidente norteamericano sonríe, como un filántropo.
El primero de los vuelos, matrícula LV-FNL, tocó pista a las 22, 53, en tanto que el segundo, matrícula LV-FVH, lo hizo a las 23.
Sin dudas, la existencia de mayor cantidad de vacunas en el país permite aumentar la vacunación, que si bien avanzó en las últimas semanas está lejos de lo prometido a principios de año, incluso de lo acordado con los laboratorios. Además la vacuna es promocionada como una de las que permite ser utilizada como “refuerzo”, ya que la plataforma de ARN mensajero permitiría ser modificada en relación a las variantes en circulación.
Pero lo cierto que detrás de este gesto político-comercial envío hay varias cosas que vale la pena comentar:
La donación de Biden se hace tras la adecuación de la legislación por decreto del Poder Ejecutivo, tras las presiones de Pfizer, la oposición de derecha y funcionarios estadounidenses. El Ministerio de Salud firmó contrato con el laboratorio Moderna Inc para la adquisición de 20 millones de dosis de la vacuna que esa empresa produce contra el coronavirus. "Agradecemos el apoyo del gobierno de Argentina con este acuerdo de suministro de dosis de la vacuna Moderna", dijo el multimillonario director ejecutivo de Moderna, Stéphane Bancel.
El caso Moderna es ejemplificador en cuanto al funcionamiento del negocio de las vacunas en plena crisis sanitaria: aunque termina siendo un negocio privado protegido por leyes y por contratos secretos, la gran mayoría se desarrollaron total o parcialmente con financiamiento público. Moderna recibió casi 2500 millones de dólares del gobierno de Estados Unidos, a cambio de que el total de las primeras dosis fueran para ese país. Pfizer/BioNTech también recibió 2.500 millones de dólares. El segundo acto de esa historia son la apropiación privada de esos desarrollos científicos y fondos públicos. Según estudios de la prestigiosa agencia, con este sistema, farmacéuticas como Moderna, CureVac y BioNTech darán un salto de gigante desde los 179 millones de euros en ventas en 2019 a sumar ingresos por 24.052 millones en 2020, 2021 y 2022. Distintos estudios aseguran que Moderna tendrá ganancias por 2.000 millones de euros este año. Hay que agregar que el gesto político-comercial de Biden y Moderna se hace en un momento donde en EE.UU también hay preocupación por la variante Delta y un 40% de su población no ha sido vacunada con ninguna dosis. Según publicó este jueves el New York Times, “el patrón de protección contra el coronavirus en Estados Unidos es tremendamente desigual. En términos generales, el oeste y el noreste tienen tasas de vacunación relativamente altas, mientras que el sur tiene las menores”. Aún así registra datos superiores a los de los países pobres y al resto de América, ya que las potencias imperialistas han acaparado gran parte de las vacunas. Por último, el “gesto” de Biden no quita un hecho más importante: la demora en el acceso a las vacunas de AstraZeneca cuyo principio activo se fabricaba en Argentina tienen su capítulo norteamericano. EE.UU formó parte de la triangulación del negocio irracional, que trabó el envasado en México por restricciones aduaneras y luego se encargó de parte de la cadena en plantas de Albuquerque. Si se hubieran tomado medidas elementales como la declaración de utilidad pública de los laboratorios y farmacéuticas capaces de fabricar las vacunas, junto a la liberación de la patentes, Argentina no solo podría haber evitado la demora en el plan de vacunación, sino estos negociados que favorecen a un puñado de laboratorios.