
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Domingo 16 de julio de 2017 11:29
[Este relato es la continuación de un relato previo, titulado "Personas subidas a una terraza"]
Después de ver el desalojo de la fábrica, la vida quiso volver a la normalidad, pero no pudo. En tu barrio, dos negocios colgaron carteles: “no vendemos productos Pepsico”. Una vecina hizo el suyo: “en esta casa no se compra Pepsico, todo el apoyo a los trabajadores”. En el colectivo no se hablaba de otra cosa. Solo un señor dijo algo así como que “ellos se lo buscaron, es ilegal”, y fue llamado al silencio por un muchacho: “la culpa la tienen las empresas, ellas nos hacen vivir así”.
Vos no dijiste nada, pero asentías cuando algunos hablaban. El viernes viste a tus amigos, tomaste una birra, hablaron, también, de eso. Ahora es sábado. Te levantás con un cielo encapotado y frío. Llueve. El mate no llega a calentar la garganta. Serán casi las tres cuando estas boludeando en Facebook y lo ves: un diario digital transmite en vivo un plenario en solidaridad con los trabajadores de Pepsico. Lo ponés, a ver que onda.
El hombre que vos habías visto hacía dos días, en la terraza de la planta, gritando que rompieron un caño de gas, preside la reunión. Es un tipo cálido y seguro. Se dirige a una sala repleta y emplea los primeros veinte minutos de la trasmisión nombrando y saludando personas, gremios y partidos presentes. Es cordial con todos y brutalmente honesto. Se notan todas las cosas que lo conmueven, por ejemplo, cuando saluda al Diablo de la Línea 60, o cuando se ríe al saludar a los pibes de la Coca Cola, haciendo un chiste sobre la competencia entre las empresas. Se nota enseguida si conoce a la persona que saluda, si comparte algo con ella, si no la conoce pero le impacta que esté ahí. El tipo es transparente. Y con esa transparencia habla: cuenta abiertamente todo lo que hicieron, por qué tomaron tal o cual decisión, cómo hicieron para bloquear la planta de Mar del Plata, quien fue la compañera que habló en esa asamblea, cuenta todo, pero no se cuelga: es rápido, expeditivo, completo.
Hace un balance: hubo voluntad de lucha. Eso los llevó hasta acá, hasta esa terraza, hasta esta reunión que ahora se desarrolla. Acto seguido el tipo dice algo así como: si nosotros pudimos, ustedes también. Se los dice a los que están presentes en esa reunión y, suponés, a todos los que puedan estar mirando, como vos. Y entonces el tipo propone una marcha: una marcha a la que puedan ir todos los que estén descontentos con este gobierno, a todos los que quieran parar los despidos y la represión. El tipo dice algo así: si ustedes están dispuestos, la resistencia empieza ahora, le podemos parar la mano. Pensás: se puede luchar bien, luchar y lograr algo.
Después empiezan un montón de intervenciones, algunas te gustan más que otras. Una te conmueve: un chico dice que gracias a los de Pepsico tuvieron pan dulce aquella Navidad en la que la empresa abandonó la fábrica, y ellos, desde la calle, tuvieron que tomarla y ponerla a producir. Otra intervención te queda picando: una trabajadora habla de la importancia de hacer campaña para que nadie compre Pepsico. Dicen algo de unos stickers. Pensás: ¿a dónde podré conseguirlos? Pensás: si no los consigo capas que puedo hacer algunos carteles. Te entusiasmas con la idea y te ponés a buscar imágenes en Google. Encontrás un afiche que hicieron los propios trabajadores, con los logos de todas las marcas bajo el lema “No compre”. Pensás: imprimo, fotocopio y salgo a repartir por el barrio, a ver quién lo quiere colgar en la puerta.
Mientras haces esto, de fondo se sigue escuchando el plenario y de das cuenta que se armó un debate: están discutiendo si marchan a Plaza de mayo o al Ministerio de trabajo. Eso te interesa, entonces, volvés a la transmisión. Una chica dice que hay que ir a Plaza de Mayo porque ahí está la Casa de Gobierno. Luego de intercambiar de forma pública -aunque sin micrófono- con un muchacho muy formado que se presentó como legislador de izquierda y de los trabajadores, el tipo que presidía vuelve a tomar la palabra y explica: nosotros no queremos ir a Plaza de Mayo y ser diez. Eso dependerá de cuántos seamos, dice, y, nuevamente, invita a todos a movilizar en cada gremio, partido, organización o barrio, para que sea masiva, para ser cincuenta mil y poder ir a la plaza. El número te queda rodando en la cabeza. ¡Qué fácil y qué difícil suena ser cincuenta mil! El tipo dice que con eso empieza la resistencia, que si eras veinte en una terraza y a los cuatro días sos cincuenta mil, empezó la resistencia. El tipo dice eso y opina que si todos se comprometen, se puede hacer. Pensás: ¿Se comprometerán todos? Pensás: la mayoría dijo que sí. Pensás: ojalá vayan todos. Pensás: ojalá nadie se tire para atrás. Pensás: ojalá junten mucho y lleguen a la plaza. Pensás: capaz que puedo cambiar el turno en el laburo. Pensás: capaz que un par de amigos se prenden. Pensás: ¡qué lindo sería!, llegar a Plaza de Mayo con cincuenta mil personas…

Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)