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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Lo "Gayfriendly" de la Ciudad de Buenos Aires es una farsa

Se comparte el relato de un joven que sufrió una situación homofóbica, una denuncia que revela que en la Ciudad de Larreta, la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida.

Domingo 9 de julio de 2017 21:26

Domingo por la tarde en pleno barrio de Villa Crespo tuve que escapar corriendo de un neonazi que intentó golpearme por puto.

Arreglé con una amiga marica, que estaba de visita en Buenos Aires, encontrarnos en Burger King de la estación Ángel Gallardo para ir juntxs a un evento por Caballito. Eran pasadas las siete de la tarde del domingo, había bastante gente transitando por avenida Corrientes y decidí fumar un cigarrillo para hacer tiempo. Al cabo de unos minutos veo salir del local de comidas rápidas a un hombre de más de treinta años con un niño de siete. El adulto le dice algo, que no logro escuchar, al nene y este le responde negando con la cabeza. El tipo se me acerca a pocos centímetros y me pregunta si sabía del algún colectivo que lo lleve hacía avenida Cabildo, le respondo que no y luego se dirige al menor - ¿Qué le hacemos a los putos que tienen un arito acá? – haciendo referencia al piercing que llevo en la nariz. El niño no responde y él le vuelve a preguntar, lo increpo - ¿Acaso me vas a arrancar el aro?- se me abalanza al grito de “¿Qué te pasa puto de mierda?”, hago unos pasos hacia atrás y logro observarlo bien. Pibe rubio (casi albino), corte de pelo símil militar, de metro ochenta, llevaba campera de cuero, chupines ajustados y borcegos militares.

Noto enseguida que el tipo quería pegarme y como reacción de defensa me paré en el medio de la avenida – Vení acá puto de mierda que te voy a moler a palos ¡Anda a hacerte coger! – me dice y yo comienzo a gritar para visibilizar al agresor – Vení vos a pegarme en el medio de la avenida, así la gente ve como un neonazi me golpea por puto- lo transeúntes que escucharon se detuvieron a observar pero nadie interviene, excepto una señora que se acerca al menor que lloraba a los gritos pidiéndole al padre que terminara. El hombre decide correrme casi una cuadra por el medio la calle, en el trayecto rompe dos espejos retrovisores de autos que transitaban, pese a eso el tráfico no se detiene. Logro llegar a la esquina de Panamá y Corrientes, se forma un malón de gente que me rodea y mientras el agresor se va escapando impunemente. Un señor me incita a que realice una denuncia, pero unos instantes atrás no se acercó a detener a la persona que intentaba agredirme. La gente continúa con lo suyo y solo se quedan a acompañarme tres chicas, una de ellas sin mediar palabra me abraza. Esa muestra de afecto después de tanto odio logra calmarme un poco – Gracias por lo que hiciste, corrí detrás de él porque si te pegaba me iba a tirar encima. Fue horrible porque escuchaba la hijo decir “estoy cansado de que hagas esto papá”- comenta la chica del abrazo.

Exponer al agresor y pararme en medio de la avenida me salvó de sus golpes “correctivos”, él buscaba reafirmar su masculinidad agrediendo a un puto, además adoctrinar a su hijo e incitarlo al odio hacía quienes nos escapamos de la heteronorma. Lamenté profundamente la situación por la que tuvo que pasar el niño, pero grité porque no quiero ser cómplice de esa doble violencia. De los golpes pude zafar, pero quien vuelve a su casa y comparte el techo con el violento es él. Grité porque, además de apelar a la solidaridad, quise poner frente los ojos de quienes caminaban esa tarde lo que estaba ocurriendo. La no respuesta, la no empatía con el otro también es una elección porque escucharon mis gritos pero decidieron quedarse en el lugar cómodo de espectadores.

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La primavera del matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de Género terminó hace rato, lo supimos cuando compañerxs de Mar del Plata denunciaron ataques de grupos neonazis que golpeaban a con tubos de pvc rellenos de cemento a maricas y travestis a las salidas de boliches o en la zona roja. En octubre de 2015 feministas denunciaron hostigamiento estos grupos que fueron al choque en el marco del Encuentro Nacional de Mujeres, en diciembre de ese mismo año Juan Martín Navarro termina internado en urgencia con pérdida de conocimiento luego de recibir una brutal golpiza.

El enemigo hoy siente nuevamente la impunidad, sale a la calle y hace carne su odio. Cuando se habla del giro hacia la derecha que tomó Argentina se lo plantea desde el orden político y económico, pero este cambio también es social. En julio del año pasado el referente juvenil del PRO y funcionario nacional Pedro “Piter” Robledo recibió en la Casa Rosada a jóvenes militantes del partido neonazi “Bandera Vecinal”, el contexto de la reunión fue una mesa de juventudes políticas partidiarias de la que también participaron Marcos Peña y Carolina Stanley. Luego de los reclamos hacía Robledo en las redes sociales, la cara gay del neoliberalismo argentino dijo que nadie había invitado a ese partido, pero en la foto difundida por él mismo se los puede ver a sus militantes sentados en la cabecera de la mesa de reunión. Luego de ese evento el partido difundió un comunicado donde dijeron que fueron la única fuerza que sostuvo férreamente la necesidad de reinstaurar el Servicio Militar Obligatorio.

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El pasado 28 de junio la Asamblea por una Sociedad sin Fascismo de Mar del Plata llamó a manifestarse frente al Tribunal Oral Federal de la cuidad para repudiar el acuerdo entre el fiscal Juan Manuel Pettigiani y los ocho neonazis acusados de doce hechos cometidos entre los años 2013 y 2016. De forma arbitraria el fiscal había retirado la acusación por asociación ilícita y agravantes de la ley antidiscriminatoria, buscando promover el beneficio de juicio abreviado. Los ataques comprobados por la banda, integrada por Alan Emanuel Olea, Gonzalo Paniagua, Nicolás Caputo, Oleksandr Levchenko, Franco Martín Pozas, Giuliano y Giordano Spagnolo, más un menor de edad, van desde pintadas con esvásticas, hasta graves actos de violencia, homofobia y discriminación hacía personas por su militancia política y social. Gracias a poner en evidencia el beneficio del que gozarían los acusados, la lucha de las organizaciones que conforman la Asamblea, la Delegación de Asociaciones Isrealitas Argentinas y la querella de Lucas Biama lograron el lunes que el Tribunal Oral de Mar del Plata rechazara el juicio abreviado, por lo que se continuará con la realización de un juicio oral y público.

Esta seguidilla de casos dejan en evidencia que la imagen “amistosa” hacía la diversidad que se busca vender desde el gobierno, cuando coloca nuestra bandera en el centro de la cuidad, no es más que una mentira. Pero por suerte existen espacios en los que podemos encontrarnos aquellxs disidentes sexuales y políticos, lejos de las organizaciones LGBTI+ que negocian con el gobierno de turno.