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Elecciones. “Los apoyé, no voto más con la nariz tapada”: entre la desilusión, se abre paso la izquierda que apoya las luchas

Además de los titulares de los grandes medios, en muchos lugares de trabajo y barrios se hablaba sobre la elección del Frente de Izquierda. Como única voz contra el ajuste y que apoyó a quienes pelearon estos meses, gana un sector de desilusionados con el gobierno que rechazan a la derecha.

Lucho Aguilar

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2

Lunes 13 de septiembre de 2021 13:28

El domingo tuvo, desde muy temprano, muchos mensajes de apoyo. “Fuerza hoy”. Puños. Después empezaron a llegar otros. Como las fotos de “elefantes” de la salud neuquina votando con nuestra boleta que le llegaban a Julieta Katcoff, parte de esa lucha y flamante concejal del PTS-FITU. Lo mismo en la “primera línea” de muchos hospitales bonaerenses y porteños, que siente que dio todo y le pagaron solo con aplausos. "Los voté porque no quiero más tener que votar con la nariz tapada" confesaba una trabajadora del hospital Cestino de Ensenada cercana al peronismo local. A Natalia Aguilera las autoridades de mesa le preguntaban por qué le sacaban fotos y la despedían con un “qué bueno una enfermera en el Congreso”. La pelea por los votos se convertía en una sana competencia: “nosotros dimos vuelta más de 20 votos que venían del peronismo” contaban en el grupo de la agrupación docente. Choferes jujeños, que habían puesto las calcomanías (solo) de Alejandro Vilca en sus unidades, festejaban el “batacazo”, algunos después de fiscalizar. En esa provincia, los vendedores desafiaban a su conducción peronista militando la campaña y fiscalizando. Los recolectores de basura de Alto Comedero la tenían clara: "Votamos a un hermano, a un coya como nosotros". Fueron parte del 30 % de votos que sacamos en uno de los barrios obreros más grande de la provincia.

Un peón rural de Yuto (Jujuy) conoció a la izquierda hace poco. Tiene una enfermedad grave, pero puso todas sus fuerzas para organizar un comité de campaña. "No me quiero morir sin saber que hice algo para terminar con esta explotación que sufrimos, sin dejarle a los jóvenes una vida mejor".

Otros también daban ese paso más. Como los veinte tercerizados eléctricos que le pusieron "energía" a la fiscalización. "Me llena de orgullo que pudimos poner nuestro granito de arena y tomar conciencia de clase como grupo" mandaba después uno de ellos. Lo mismo en la Asamblea Permanente de Guernica, que con sus redes llegó a muchas barriadas. En otras tomas pero de La Matanza, como Los Ceibos y Nueva Unión, nuestras candidatas sumaban colaboradores. También en el Oeste, los municipales de la salud y las docentes precarizadas se habían desilusionado muy rápido y sus estados de guasap expresaban lo mismo que discutían en sus trabajos. En las gestiones obreras, desde MadyGraf a las cerámicas neuquinas, pasando por La Terre o Textil Traful, la ansiedad por los resultados se convertía más tarde en alegría. Muchos aeronáuticos se sumaban a fiscalizar por “sus candidatos”. Cuando Gabriel y Ayelén tomaban sus turnos en Ezeiza todavía se contaban los votos pero los mensajes y saludos los sorprendían, porque eran de trabajadores de otros gremios, a muchos no los conocían. Entre los ferroviarios tercerizados que habían luchado estos meses también se sentía el apoyo, lo mismo entre despedidos y efectivos.

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En las localidades donde “reclutan” a muchos cosecheros la simpatía de las semanas previas se confirmaba en los resultados. En las zonas del tabaco o el azúcar en Jujuy, pero también en departamentos tucumanos donde están las fincas de citrus, Cruz Alta, Chicligasta, Monteros, Río Chico. Lo mismo en Mendoza, en zonas de bodegas como Rivadavia, Maipú y Lujan de Cuyo los números superaban la media provincial. En localidades y barrios jujeños el FITU le ganaba al peronismo y hasta a Morales (Humahuaca): Alto Comedero, Caimancito, El Carmen, Palpalá. En el “centro de datos” marcaban en rojo las buenas votaciones en distritos populares del Gran Buenos Aires y el tercer cordón, como Merlo, La Matanza, Almirante Brown, Moreno, José C. Paz, Malvinas Argentinas, Florencio Varela, Echeverría, Berisso, Presidente Perón, ahí donde fue la famosa “toma de Guernica”.

Eran solo las primeras muestras, con los datos “calentitos”, de que entre los sectores que habían salido a luchar este último año pero también entre otros que ya llevan años de "aguante", así como en barriadas obreras donde suele arrasar el peronismo, el Frente de Izquierda Unidad, la izquierda que está con las luchas y se une, se empieza a convertir en una opción cada vez más valiosa para mostrar el descontento contra el Gobierno, pero también el rechazo a la derecha.

"Siempre están con los trabajadores" dicen: el que no lo vive en carne propia se entera por la tele o de boca en boca. Es cierto que ese reconocimiento viene desde hace rato, pero no siempre se expresa políticamente.

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Luchas, descontento e izquierda

Como venimos reflejando, desde el año pasado empezamos a ver distintas luchas. A pesar del rol de las cúpulas sindicales peronistas y de que esas primeras peleas no han alcanzado para frenar los golpes al bolsillo y los puestos de trabajo, vienen siendo un mensaje al Gobierno y las patronales.

Al principio de la pandemia fueron los sectores más castigados, que tuvieron como símbolo Guernica. Luego vinieron las primeras peleas por “recuperar lo perdido”, que expresaron paros y movilizaciones por salario a finales de 2020. El 2021 arrancó con varios conflictos que tuvieron métodos radicalizados, incluidas las ocupaciones de empresas (Arrebeef, HeyLatam, Clínica San Andrés, Ternium). Luego comenzaron a abrirse paso, ante esa actitud de la burocracia, los procesos de autoconvocados. La lucha de la salud conmovió el corazón económico de Neuquén. Junto a la huelga vitivinícola, rompieron el techo salarial y siguen siendo las paritarias más altas. Pero la autorganización se “contagió” a los rebeliones en la UTA, Comercio, Salud y Docentes de varias provincias, y tuvo como otro de sus ejemplos a la coordinación que se empezó a dar en la zona metropolitana, que protagonizó encuentros, marchas, cortes y confluyó con las organizaciones de desocupados que también este año salieron a la calle contra el hambre y el desempleo.

Según nuestro Observatorio de Conflictividad, cerca del 50% de los conflictos en esos meses estuvieron convocados “desde abajo”, por fuera de las conducciones. El mismo estudio muestra que hubo una interesante conflictividad los meses previos a las elecciones. Más de 1000 acciones conflictivas entre marzo y principios de julio.

Hay que ver el panorama completo, es cierto. La CGT, la CTA y el Gobierno buscaron aplacar ese descontento con algunas concesiones de último momento (que lejos están de “recuperar lo perdido”), el argumento del “mal menor” y la improbable llegada de “la vida que queremos”. Sin embargo, en esos conflictos se empezaba a procesar la experiencia con un nuevo gobierno peronista. Una bandera adelantaba “algo” en el piquete portuario de mayo: “Apoyamos a este gobierno y terminaron traicionando a los trabajadores”.

Durante todo ese tiempo, como siempre, las y los referentes y la militancia del Frente estuvieron “al pie del cañón”. Apoyando cada lucha, cada corte, cada fondo de huelga, poniendo el cuerpo a los escudos o gases (que no faltaron), apoyando con todo la coordinación y los “autoconvocados”, donde planteamos sin vueltas nuestras posiciones para que las luchas ganen. No faltaron, claro, los debates políticos.

Esa “oleada de luchas” no confluyó con las elecciones. También es cierto. Algunas ganaron, otras recibieron golpes, otras siguen abiertas. Pero entre muchos de esos activistas hubo una conclusión: la derecha ya nos ajustó, “nuestro” gobierno nos desilusiona, la izquierda nos apoya. Y eso lo pudieron ver, además, muchos de los que simpatizan con esas peleas, que se transformaron en “causas populares” como las de salud, vitivinícolas o el citrus.

En muchos casos es un proceso inicial, es cierto. Pero para el PTS y nuestras agrupaciones clasistas es un dato valiosísimo: no todo es polarización y crecimiento de la derecha como nos quieren hacer creer. Hay millones que se bancaron años de Macri porque les dijeron que había “2019”. Tuvieron un poco de paciencia por la pandemia, pero quieren lo que les prometieron. Esas aspiraciones chocan contra un país en crisis, endeudado, subordinado al FMI, que mantiene intactas muchas conquistas neoliberales, como la tercerización.

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La militancia del FITU fue consecuente. Durante esta campaña difundió sus propuestas en los lugares de trabajo, los barrios y los medios. La reducción de la jornada laboral y el reparto de las horas de trabajo, la pelea por un salario que cubra la canasta familiar, la pelea por vivienda y contra la tercerización. Contra otras fuerzas que aún apoyando los conflictos eligieron el sectarismo, el activismo supo valorar también a la izquierda que se unía para ser tercera fuerza. Esas propuestas se reflejaron además en los cientos de trabajadores y trabajadoras que fueron en las listas.

Se viene otra batalla, más importante aún. La derecha seguirá su campaña de más ajuste, menos derechos laborales. El Gobierno y sus sindicalistas volverán a agitar que, si no son buenos, pueden ser el "mal menor". Pésimo consuelo. Por eso, mientras seguimos apoyando cada lucha y siendo la única voz contra el ajuste, la elección de este domingo y los cientos de comentarios que llegan nos dan más fuerzas para salir a pelar la conciencia política de esos miles de luchadores y luchadoras, en sus barrios y sus gremios. Junto a ellos queremos poner en pie una gran fuerza militante de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud para que la crisis la paguen los dueños del país y sus partidos.


Lucho Aguilar

Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.

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