Prácticas no remuneradas, falsos-becarios y becas de colaboración. El modelo hiperprecarizado obliga a la juventud a trabajar gratis o por salarios de miseria para concluir sus estudios.
Jueves 30 de mayo de 2019
En los últimos años se han disparado el número de trabajadores becarios o con contratos de formación. Se estima que alrededor de 70.000 personas se encuentran en estas condiciones, según datos aportados por la Seguridad Social. Sin embargo, de este cálculo están excluidos tanto quienes no están dados de alta como los llamados falsos-becarios.
Unas cifras que suponen un aumento del 350 por ciento en los últimos cinco años. Estos contratos están formalmente pensados para completar la formación de los alumnos de Formación Profesional y de estudios universitarios, o para facilitar la entrada en el mercado laboral de los jóvenes que acaban de obtener alguna otra titulación, pero son en los hechos una vía de obtención de mano de obra barata, cuando no gratuita, y sin derechos.
En la universidades además existe la figura del estudiante con una beca colaborativa. Estas becas deberían estar asociadas a un plan de formación del alumno. Pero en la práctica las universidades utilizan esto para cubrir puestos de trabajo que deberían estar ocupados por trabajadores del PAS (Personal de Administración y Servicios).
La inmensa mayoría de quienes se encuentran en estas condiciones no reciben remuneración alguna, un 58 por ciento según datos de la Unión Europea. Además quienes perciben algún tipo de salario lo hacen muy por debajo del Salario Minimo Interprofesional.
Con este modelo de contratos al que se somete a una parte importante de la juventud, multitud de empresas consiguen enormes beneficios teniendo a su disposición trabajadores a precio de saldo. También el Estado recompensa con beneficios fiscales a quienes contratan becarios.
Por otro lado, a la patronal este modelo le sirve para ir disciplinando a una parte importante de sus futuros trabajadores. De esta manera normalizan las arbitrariedades y las condiciones de miseria sobre las cuales quieren seguir atacando al conjunto de la clase trabajadora.
Esta situación genera un gran rechazo social, ya que supone una de las caras más desvergonzadas de la explotación capitalista. Aprovechando este clamor en contra de esta escandalosa situación, Unidos Podemos presentó un proyecto de ley para regular algunas de las condiciones de los becarios. Esta iniciativa contemplaba el derecho a cotizar a la Seguridad Social y a limitar el número de contratos en formación o con becas en las empresas.
Sin embargo, este proyecto de ley fue paralizado abiertamente por Ciudadanos y PP, y de forma velada también por el PSOE. No en vano se trata de una de las grandes conquistas de la patronal, que le genera enormes beneficios y sobre todo es un elemento más que apuntala la dictadura de los empresarios dentro de los centros de trabajo. Por eso los partidos que de forma más directa representan el interés empresarial hacen todo lo posible para seguir manteniendo esta situación.
Por otro lado la iniciativa de Unidos Podemos no solo era absolutamente limitada, sino que estaba condenada al fracaso desde el principio. Con un grupo parlamentario débil y con el resto de formaciones ligadas por mil lazos a los intereses capitalistas la única manera de conquistar mayores derechos para estos trabajadores era mediante la fuerza de la movilización social, una vía hace tiempo fuera de radar para quienes aspiran a ser la presión institucional o los socios de gobierno de los neoliberales “progres” del PSOE.
La cuestión de los becarios es ampliamente repudiada, y simboliza de algún modo al modelo laboral de precariedad al que quieren empujar al conjunto de la clase obrera. Sin embargo para las formaciones neorreformistas y las burocracias sindicales la autoorganización y un plan sostenido de lucha contra los principales problemas sociales no es una opción.
Probablemente porque si esta cuestión se pone encima de la mesa dejaría en evidencia la irracionalidad de un sistema que es capaz de alcanzar los máximos niveles de productividad y de abundancia y al mismo tiempo condena a millones de trabajadores al desempleo o a trabajar durante meses por un salario ridículo o incluso sin remuneración alguna. Por tanto mientras desde el punto de vista tecnológico y productivo nos encontramos ante un salto adelante sin precedentes en la historia de la humanidad, desde el punto de vista social la decadencia capitalista nos lleva a modelos cercanos al antiguo esclavismo.
En el caso de los becarios también se ve reflejado el papel de un Estado puesto al servicio de los interese privados de una minoría privilegiada. Transformando los centros de educación en una suerte de ETTs que obliga a los estudiantes a casi regalar su fuerza de trabajo durante un tiempo para concluir sus estudios.
Gracias a estas facilidades estatales los empresarios se ven con las manos libres para poder construir una división más entre los trabajadores. Establecen de esta manera distintas condiciones laborales entre empleados que en la práctica hacen la misma función. Con esto generan la ilusión a una parte de la plantilla de encontrarse en una situación privilegiada. Sin embargo, es precisamente esta división la que se utiliza para negociar a la baja salarios y condiciones laborales del conjunto de los trabajadores.
Estos mecanismos del sistema social y económico capitalista determinan la creciente miseria de una parte importante del pueblo trabajador. La nueva realidad de desarrollo que hemos alcanzado podría permitirnos establecer jornadas mucho menores para poder trabajar todos y con salarios que nos permitan tener condiciones de vida dignas.
Pero para eso es necesario asumir que se debe desarrollar una movilización social de masas para poder derrotar la resistencia de las elites capitalistas y su Estado. Para de esta manera abrir paso a una sociedad que sea capaz de organizarse no en función de los beneficios de unos pocos sino del interés colectivo.