En medio de discursos escuetos sobre tolerancia, inclusión y respeto a la diversidad por parte de titulares y autoridades educativas, miles de maestros LGBT+ desempeñamos nuestra labor docente en centros de trabajo que están lejos de ser lugares seguros para el desarrollo integral tanto de maestros como de alumnos.
Domingo 28 de junio de 2020
A propósito de la conmemoración de la Marcha del Orgullo LGBTTIQA+ llevada a cabo en nuestra ciudad año tras año desde junio de 1978, resulta importante detenernos a pensar, repensar y reflexionar en torno a la realidad que enfrentan los miembros de esta comunidad dentro del magisterio, pues pareciera que no existiéramos Maestrxs Diversxs o no se nos otorgara el reconocimiento que merecemos.
En efecto, aqullxs que se atrevieron a salir por primera vez en nuestra ciudad para tomar las calles y alzar la voz exigiendo el reconocimiento y respeto a sus derechos lo hicieron con la convicción de que su lucha era la lucha de tantxs que estaban y que vendrían, pues cómo antecedente tenían los disturbios de Stonewall en junio de 1969 que motivaron el surgimiento de este movimiento que a la fecha persiste en la lucha. Aun cuando este movimiento ha perdido su esencia disruptiva y de protesta para convertirse en una fiesta anual que marcas, medios y empresas han sabido aprovechar muy bien, pues se encargan únicamente de explotar ese nicho de mercado sólo durante una temporada al año, desempolvando y colgando banderas arcoíris en sus instalaciones, haciendo presencia en los contingentes de la marcha, promocionando anuncios y spots comerciales, etc. Y que el resto del año, no sólo se olvidan de este sector de la población y de esa empatía que muestran durante un par de meses, sino que continúan superexplotando a los trabajadores de la diversidad y negándoles derechos como el cupo laboral trans, al mismo tiempo que el cáncer de los crímenes de odio se expande en total impunidad.
A pesar de que en nuestro país existen un sin fin de organizaciones que se encargan de mantener esa lucha por el reconocimiento pleno de los derechos de los miembros de la comunidad LGBTTIQ+, implementando programas y políticas de inclusión, comités y demás estrategias encaminadas a garantizar que esto ocurra, en el caso de lxs docentes ni la Secretaría de Educación Pública SEP, ni el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación SNTE (dicho sea de paso, el sindicato más grande de Latinoamérica) hacen algo al respecto.
Ante este panorama en el ámbito educativo, podemos encontrarnos con diferentes aristas que influyen en todos los integrantes de las comunidades escolares, esta reflexión gira en torno a dos de estas.
Por un lado, la falta de políticas, lineamientos o pronunciamientos al interior de la SEP y el SNTE en torno a las garantías y derechos de sus maestrxs, ha provocado que históricamente lxs maestrxs miembros de esta comunidad, en la mayoría de los casos sean invisibilizados, y no porque ellxs así lo quieran, pues persisten aún muchos prejuicios y estereotipos al respecto, mismos que causan que siga existiendo la censura en torno a ello, pues si bien es cierto que se ha avanzado en una política correcta con discursos en torno a la inclusión y el respeto a las diferencias, no pasa lo mismo al interior de los planteles, es común que simplemente sea un tema “del que no se habla” e incluso que no exista un entorno seguro para un maestrx diversx en su centro de trabajo, situación aún más grave, pues la negación de la diversidad es una forma de discriminación y violencia, muchas veces con comentarios, miradas, chistes, silencios, todas estas formas de violencia directa o indirecta. Esta falta de formación/actualización también provoca que muchos maestros se nieguen a reconocer la diversidad sexual al interior de los planteles, no sólo entre pares, incluso hacía sus propios alumnos, pues al no tener un acercamiento, capacitación o sensibilización en torno al tema, suelen reaccionar desde sus propios prejuicios y estigmas, mucho de ello producto de nuestra sociedad patriarcal y heteronormada.
Y por otro lado, un punto muy relevante y creo yo, un problema de fondo, es el referente a el currículo y la formación/ actualización docente, pues no existe actualmente dentro de los planes y programas de estudio en educación básica contenidos temáticos en torno a la diversidad sexual, se aborda la educación sexual desde un enfoque biológico y reproductivo, temas como: sistemas reproductivos, infecciones de transmisión sexual, prevención del embarazo, salud sexual y reproductiva, etc. Un panorama y enfoque sumamente heteronormado que excluye el derecho a elegir nuestra orientación sexual e identidad sexual, además de que anula la posibilidad de ejercer una sexualidad plena y satisfactoria.
De igual manera, la formación y actualización docente carece de este tipo de contenidos, recientemente la SEP publico los “Aprendizajes clave para la Educación Integral” (2017) documento en el cual se plantea que el alumno se encuentra al centro del sistema educativo, que se consideran las culturas juveniles dentro del proceso de enseñanza- aprendizaje, la diversidad de contextos y la escuela libre de violencia, sin embargo no se dota a los maestros ni de contenidos ni de herramientas para llevar a cabo una educación realmente integral, diversa e inclusiva. Sin contar a aquellxs maestrxs que desde sus propios prejuicios se niegan a reconocer y abordar este tipo de contenidos. Quienes nos hemos interesado y animado a abordar este tipo de contenidos en un aula hemos recurrido a la formación y actualización en torno a temáticas de diversidad sexual en diferentes espacios e instituciones particulares, sabiendo que con esto contribuimos a nuestra formación pero también a la de nuestrxs alumnxs, pues no están accediendo a una educación realmente inclusiva.
De igual forma, los centros educativos deben ser espacios seguros para todxs dónde podamos co-habitar armónicamente todas las identidades, pues no sólo existimos maestrxs diversxs, sino también alumnxs. En ese sentido no tolerar la discriminación y abordar una educación sexual integral es una manera de superar las fobias en torno a la sexualidad y orientación sexual-afectiva de todos aquellos que compartimos un centro escolar pero sabemos que esta pelea trasciende las aulas implica cuestionar de raíz a este sistema patriarcal y capitalista . Pues la sexualidad es una dimensión humana con la que caminamos todos los días y a dónde quiera que vayamos.
Somos herederos de una lucha, misma que ha costado disturbios, protestas, sangre derramada, vidas de aquellxs que estuvieron antes que nosotrxs, gracias a ellxs hemos logrado estar dónde estamos, el sistema educativo es un espacio en el que aún nos falta avanzar y estoy convencido que es nuestra responsabilidad como maestrxs no dar un paso atrás. Porque mientras siga influyendo la orientación sexual-afectiva de una persona al desempeñar su labor docente la lucha seguirá.
Hoy más que nuca sigue vigente la necesidad de encontrarnos, reconocernos y organizarnos como miembros de esta comunidad, pero también con todos aquellos que se han convertido en nuestros aliados, que sin formar parte de ésta se han apropiado de la lucha constante, siendo amigos, familiares, compañeros, etc. Siempre empáticos y solidarios. Me queda claro que somos muchísimos los que persistimos en esta lucha y que en la medida del reconocimiento del otro dentro de este marco podremos seguir levantando la voz en pro de la garantía de la igualdad de derechos que como personas merecemos. Pues al final del día #DiversxsSomosTodxs.
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