En oposición a lo que se podría pensar, impartir clases a nivel universitario, aún con estudios de posgrado es sinónimo de bajos salarios y precariedad. Por ello hay que salir a las calles y enfrentar la política del gobierno de continuidad del neoliberalismo.
Martes 14 de mayo de 2019
La realidad que vivimos los profesores universitarios es de creciente inestabilidad laboral, bajos salarios, carencia de prestaciones, indefensión frente a las autoridades de nuestros respectivos centros de trabajo y un largo etcétera. Siendo que representan el 70 u 80% de la planta docente.
Esto nos tiene a miles de profesionistas, quienes hemos decidido dedicar nuestra vida a la docencia, en muy difíciles condiciones materiales para la reproducción de nuestro modo de vida y del de nuestras familias.
Desigualdades entre los académicos
Esto contrasta con las condiciones de las burocracias académicas, es decir, del personal que se dedica a la gestión administrativa de las universidades. Ellos gozan de todos los privilegios para realizar sus investigaciones siempre y cuando no sean críticos con las políticas del Estado y de la propia universidad o en su defecto no sean demasiado punzantes al manifestar sus desacuerdos.
En todas las disciplinas del conocimiento (humanidades, ingenierías o ciencias) quienes cuestionan las formas hegemónicas de producción y enseñanza del conocimiento, así como las políticas universitarias, son relegados de espacios y estímulos. Existen muchos casos de docentes que han perdido sus fuentes de ingreso y trabajo por ser consecuentes con su pensamiento.
Esta mecánica produce desigualdades entre los académicos, tan sólo habría que voltear a ver la manera en que funciona el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), institución que da estímulos a los intelectuales, los cuales llegan a representar el 57% de sus ingresos, generando una dependencia económica que se convierte en vicio del campo científico y educativo. Ya que, finalmente, se limita la posibilidad de crítica sobre asuntos como los planes de estudio, los referentes culturales o los autores utilizados.
A los académicos se les evalúa -para ingreso o promoción- por la cantidad de artículos publicados, lo que puede llegar a provocar que se descuide el trabajo en el salón de clases, a causa de que se acorrala a los profesores que requieren de esos estímulos para vivir dignamente. Ello termina ocasionado que esas responsabilidades con frecuencia recaigan sobre los profesores de asignatura o sobre los asistentes.
Los sindicatos, los académicos y las reformas estructurales
En universidades, tanto públicas como privadas, existe un esquema común, donde el trabajo de los profesores se encuentra tan desvalorado que la gran mayoría de ellos tiene que recurrir a otros empleos para poder subsistir, lo que genera otro tipo de inconvenientes.
Por ejemplo a la hora de programar los grupos, muchas veces se mete a los docentes en aprietos porque se exige que sus tiempos se ajusten a los que marca la institución interfiriendo con sus otras fuentes de ingreso. Los docentes tienen que correr entre dos o tres distintas escuelas. Si se pagaran salarios dignos a los maestros universitarios podrían dedicarse de tiempo completo a la enseñanza y a la investigación, con ello los principales beneficiados serían los alumnos.
Pero para ello se tendrían que garantizar las condiciones necesitarías y suficientes para poder llevar estas actividades a cabo, como es la basificación y la afiliación a un sindicato que defienda sus conquistas laborales.
Sin embargo, lo que existe es una situación de precarización laboral que no ha cambiado ni con el gobierno de Morena. Ya que en la inmensa mayoría de las ocasiones la sindicalización se encuentra negada para los profesores, y en los casos donde existe, casi siempre son sindicatos blancos, como por ejemplo el caso de la Asociación Autónoma del Personal Académico de la UNAM (AAPAUNAM), titular del contrato colectivo académico de la UNAM que abiertamente es un sindicato pro patronal.
Todo ello en sintonía con las últimas reformas, la laboral y la educativa, aprobadas por el gobierno de la 4T: la educativa representa la continuidad de lo mismo y la laboral un avance en las políticas anti obreras. Ambas garantizan que a los profesores de nivel superior se les impida la más amplia afiliación y unidad sindical, violando convenios internacionales ratificados por México.
La intención de esto es fragmentar una fuerza laboral docente distribuida entre universidades estatales y nacionales, públicas y privadas, en perjuicio de los salarios y condiciones de trabajo. Es necesario que tanto los académicos y los trabajadores administrativos estén afiliados a los mismos sindicatos, tengan acceso al mismo contrato colectivo de trabajo y posean los mismos derechos, pero eso sólo se logra luchando juntos.
Por otro lado se encuentra la Reforma Educativa, que aunque se dirija principalmente al nivel básico, ataca la educación pública en todos los niveles ya que los planes de dicha reforma apuntan a imponer los mismos mecanismos de selección que no garantizan la educación universitaria, y que por el contrario elevan a rango constitucional los filtros discriminatorios que impiden que los alumnos puedan entrar a las universidades.
Organicémonos y luchemos por mejorar nuestras condiciones de trabajo
México se ha convertido en una gran maquila, donde el conocimiento altamente especializado se ha devaluado enormemente. La mayor parte de los jóvenes hoy no tienen acceso a la educación universitaria y los que logran llegar carecen de oportunidades de empleo digno, sometidos a una terrible competencia para poder desempeñar su labor docente. Las condiciones de los profesores no son muy diferentes al resto de los trabajadores, los cuales padecen la tercerización o subcontratación, una manera de excluirlos del acceso a la sindicalización y hacerlos víctimas de la precarización laboral.
En la subcontratación, se expresan esquemas como el “prestador de servicios profesionales docentes”, la cual es una figura legal y fiscal diseñada para negar el reconocimiento de la relación laboral entre el profesor y la institución, obligando a los académicos a realizar facturas en el SAT para recibir sus pagos. Este esquema se lleva a cabo principalmente en las escuelas privadas, así estas pueden negar por completo prestaciones como el seguro social o el reconocimiento a la antigüedad.
En esta nueva conmemoración del Día del Maestro, estamos invitando a docentes académicos universitarios de escuelas públicas y privadas para salir a las calles codo a codo con el cerca de millón de trabajadores de la educación pública del nivel básico, y a organizarnos política y sindicalmente por mejorar nuestras condiciones de trabajo, de vida y en defensa de la ciencia, el conocimiento y la educación.
Te esperamos mañana a las 10 a.m. afuera del metro San Cosme.