El pasado lunes tuvo lugar en Barcelona la presentación de los Escritos de León Trotsky sobre la revolución española, con la participación de Pelai Pagès, Agustín Guillamón y Santiago Lupe.
Miércoles 13 de julio de 2016
Fotos: ID
El pasado lunes se presentó en Barcelona el séptimo volumen de la colección del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky de Obras Escogidas del revolucionario ruso. Éste, que lleva por título “La Victoria era posible”, está dedicado a los escritos sobre España, concretamente desde el comienzo de la década de los 30 hasta su asesinato en Coyoacán en 1940. Abordan por tanto el período de la revolución española que arrancó con la caída de la Monarquía en abril de 1931, los intensos años de la II república y la guerra civil y la revolución social desatada en julio de 1936 y aplastada por el estalinismo y el gobierno republicano en mayo de 1937.
El acto se celebró en un marco de una honda significación. En primer lugar, cuando están a punto de conmemorarse los 80 años desde el inicio de la guerra civil y en la ciudad que fue el epicentro de una de las mayores revoluciones obreras del siglo XX. En segundo lugar, el espacio escogido fue la Biblioteca Gótic – Andreu Nin, que ocupa lo que fuera el mítico Hotel Falcón, expropiado por el POUM durante los primeros días de la revolución y convertido en sede de los internacionalistas que fueron a luchar en las filas de su milicia, la Columna Lenin.
Corrió a cargo de un panel excepcional, con dos de los principales historiadores catalanes especializados en el estudio de la revolución, la izquierda comunista y los poumistas y las alas más avanzadas de los anarquistas, Pelai Pagès y Agustín Guillamón.
Santiago Lupe, en representación del CEIP y de Izquierda Diario, inició presentando la mesa y la obra en cuestión. Resaltó que el trabajo del CEIP con éste y el resto de los libros editados no persigue un mero objetivo académico o historiográfico, sino fundamentalmente político, el de ofrecer a las nuevas generaciones de jóvenes y trabajadores que hoy enfrentan al capitalismo y sus regímenes políticos el valioso legado de las grandes revoluciones obreras del siglo XX y el pensamiento los grandes dirigentes revolucionarios como Trotsky.
Destacó que la obra permitía no sólo encontrar una lúcida visión de los acontecimientos de España, sino que en ese marco los lectores podrían conocer y descubrir buena parte del legado teórico del autor al calor de aquellos acontecimientos. Como la articulación permanentista de la revolución y la manera en que Trotsky proponía pelear a la clase trabajadora por un programa que abordara también las grandes cuestiones democráticas pendientes, como el reparto de la tierra, el fin de la Corona, el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades o la separación de la Iglesias y el Estado.
O la pelea, eje de buena parte de las polémicas con Andreu Nin y el POUM, por la construcción de un partido revolucionario capaz de aprovechar las grandes oportunidades que se abrieron del 31 en adelante, no sucumbir a grandes desvíos contrarrevolucionarios como el Frente Popular y lograr que las masas, siempre por delante de sus direcciones socialistas, anarquistas, estalinistas y también poumistas, canalizaran las grandes muestras de iniciativa revolucionaria de las que dieron muestra a la conquista del poder y la formación de un gobierno de trabajadores.
Por último, reconoció el valor de esta obra de Trotsky como una contribución clave a la lucha por la clarificación histórica sobre las banderas de la revolución, el marxismo y el comunismo, manchadas por la experiencia del estalinismo. En ella, el revolucionario ruso, caracteriza definitivamente al estalinismo como el principal aparato reaccionario internacional, el verdugo directo de la revolución española. Una labor que seguirá desempeñando más allá de 1940 como bloqueo o agente directo de desvío de grandes procesos revolucionarios, como en la Francia de posguerra o la España de finales de la Dictadura.
A continuación, tomó la palabra Pelai Pagès, profesor de historia en la Universidad de Barcelona. Comenzó trazando un recorrido histórico de la relación de Trotsky con España, desde su breve paso en 1916 camino del exilio a EEUU, o las relaciones con los jóvenes dirigentes fundadores del PCE y posteriormente del POUM, Nin, Maurín o Andrade a comienzos de la década de los 20. También señaló que la revolución española y la rusa confirmaban el pronóstico del viejo Marx, que al final de sus días consideraba que estos podían ser los eslabones débiles del capitalismo por donde podría prender la llama de la revolución proletaria.
Sobre los análisis de Trotsky sobre la España de los 30 consideró que estaban condicionados por tres grandes cuestiones, en primer lugar, la batalla contra el estalinismo, en segundo las peleas políticas en el seno de la oposición de izquierda internacional y por último la propia experiencia rusa de 1917, considerada por Trotsky, en opinión de Pagès, como un modelo que se podía aplicar a otros procesos como el español.
En cuanto a las complicadas relaciones entre Trotsky y los dirigentes de la Izquierda Comunista Española, especialmente Andreu Nin, explicó las diferentes etapas y grandes discusiones que la atravesaron. Una primera, hasta 1934, en la que la colaboración del revolucionario ruso en la revista “Comunismo” de la ICE ayudaba a una confluencia en los grandes análisis de la situación. La ruptura a partir de ese año, con el telón de fondo de la negativa de la ICE de entrar en el PSOE para tratar de ganar a los sectores más radicalizados de las juventudes de este partido, se fue agravando hasta la participación del POUM en el Frente Popular primero y en el gobierno de la Generalitat una vez iniciada la guerra civil.
Por último, tomó la palabra Agustín Guillamón, director de la revista “Balance. Cuadernos de Historia”. En su intervención abordó la historia de los comités de barrio y comités de defensa de la CNT durante la década de los años 30 y el tránsito de sectores del anarquismo desde posiciones insurreccionalistas a otras que pretendían preparar las condiciones para una revolución social como la que finalmente se desató en julio de 1936.
Para Guillamón estos organismos fueron la base de los comités revolucionarios que a modo de organismos de poder obrero – aunque incompletos y no coordinados- mantuvieron viva la revolución a pesar de la política de colaboración de clases de los dirigentes anarquistas.
Hizo un interesante repaso de los meses que van desde julio de 1936 hasta las jornadas de mayo, y como la oposición de sectores del movimiento libertario a la política de los comités superiores de la CNT y su participación en los gobiernos de la República y la Generalitat acabó cristalizando en la Agrupación Amigos de Durruti, cuyo uno de sus textos se incluye en los anexos del volumen presentado. Esta organización terminó planteando un programa de acción basado en establecer una Junta Revolucionaria a modo de gobierno de los trabajadores, la socialización de la economía y la formación de un ejército proletario, que confluía con las consignas levantadas por los trotskistas españoles y los sectores más de izquierda del POUM.
También quiso abordar otra parte de los anexos del libro dedicados a los textos presentados por la célula 72 del POUM, dirigida por Josep Rebull. Éste sector planteó críticas muy similares a las de Trotsky o los Amigos de Durruti a la política de participación en los gobiernos republicanos de parte de las organizaciones en las que se encuadraban los trabajadores que estaban llevando adelante la revolución.
El acto concluyó con un turno de preguntas e intervenciones que abrió un interesante debate en la mesa y en el público acerca de algunas de las grandes lecciones y controversias entre Trotsky y el POUM que por falta de tiempo no pudo desarrollarse íntegramente, quedando los organizadores comprometidos a realizar una “segunda parte” de un debate que tiene importantes ribetes con la actualidad.