Después de muchos años tras la presidencia AMLO ganó la elección con una votación histórica y la promesa de transformar la vida de millones de mexicanos. Dos años después de asumir el poder y con la crisis sanitaria y económica de fondo, la realidad para las y los jóvenes ha cambiado muy poco y en un sentido distinto al esperado.
Martes 1ro de septiembre de 2020
Dentro del segundo informe de gobierno de AMLO, enunció una seria de "apuestas" y planes para apoyar a la juventud, planes como Jóvenes Construyendo el Futuro, y el aumento de universidades, no han resultado en un cambio sustancial para la vida de millones de jóvenes.
Las elecciones de 2018 colocaron a Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno. Las expectativas de cambio fueron mayúsculas, millones de personas, dieron su voto a Morena con la esperanza de un cambio. La retórica desde dicho partido instaló la idea de que con el triunfo electoral viviríamos una transformación digna de enlistarse junto a la Independencia, la Reforma y la Revolución. En el segundo informe de López Obrador es un buen momento para preguntarnos qué pasó.
No es difícil entender por qué tantas personas votaron a AMLO. Con el país repleto de fosas clandestinas, miles de feminicidios, precarización generalizada, represión, falta de oportunidades, salarios de miseria y un largo etcétera, las promesas tuvieron un eco de millones.
En México más de 30 millones somos jóvenes de entre 15 y 29 años y las mujeres representamos el 50.9%. Si extendemos la edad desde los 12 años sumamos casi 40 millones de jóvenes en todo el país. Si tomamos el primer dato, el 33% no estudia ni encuentra trabajo y se constituye como uno de los sectores más golpeados por la crisis, pues cabe destacar que de los despidos laborales tras la pandemia el 70% cayeron sobre los menores de 29 años. Además para muchos otros el coronavirus y las clases en línea acentuaron la desigualdad provocando que más de medio millón abandonen las aulas para conseguir trabajo.
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Durante los meses previos millones de jóvenes nos mostramos esenciales para enfrentar la crisis, muchos de nosotros nos mantuvimos laborando en call center, aplicaciones de reparto de comida, supermercados y tiendas de conveniencia. Como siempre, recibimos los salarios más bajos y enfrentamos la precarización y la falta de oportunidades. Todo esto forma parte de las cosas contra las que se votó en 2018, pero pese a las promesas, la lista de ataques a la juventud no cesa.
El gobierno frente al coronavirus
Como música de fondo para este balance tenemos la pandemia por coronavirus que tiene contra las cuerdas a todos los gobiernos y sistemas de salud del mundo. En el caso mexicano está presente el desmantelamiento del sistema de salud durante los últimos treinta años en los gobiernos priistas y panistas; las cifras de muertos y contagios aparecen junto a la decisión del gobierno de abrir sectores de la industria antes de tiempo con tal de satisfacer las demandas del imperialismo norteamericano, que puso por delante las ganancias de unos cuantos, por encima de la vida de millones.
También la negativa a implementar un plan integral contra la crisis que garantizara pruebas masivas como primer paso para realizar una cuarentena efectiva, así como una serie de medidas encaminadas a impedir los despidos y blindar a los sectores populares de todo lo necesario para enfrentar la pandemia. Se nos dijo que no había recursos pero la realidad es que el gobierno podría haber avanzado con impuestos progresivos a las grandes fortunas y dejar de pagar la ilegítima deuda externa, además de expropiar a todo aquel patrón que despidiera a sus trabajadores y arriesgara sus vidas, medida acompañada de la gestion obrera. Con medidas como éstas el saldo de la crisis sería muy diferente
Los programas estrella de la 4T
En campaña, entre otras cosas se aseguró cien por ciento de inscripción en las universidades públicas, se habló de abandonar la política de militarización del país, se dijo que los jóvenes tendrían trabajo, que los salarios se elevarían y en voz de las figuras femeninas del gobierno se dijo que la legalización del aborto avanzaría en todo el país.
Para lograr el punteo anterior se prometió que el presupuesto para educación, cultura, ciencia y tecnología sería mayor. Se levantaron también programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF) y la construcción de las Universidades del Bienestar Benito Juárez (UBBJ).
El primero de ellos se enunció como un programa para dar trabajo a 2.3 millones de jóvenes a lo largo del sexenio, una meta que parece lejana pues paulatinamente se viene reduciendo el presupuesto que se le destina. El programa consiste en una beca de 3 mil 600 pesos mensuales por trabajar en alguna institución pública o empresa privada.
De esta manera se disfraza la precarización laboral en la 4T. Mediante el eufemismo de recibir una “beca” y no un sueldo se restan todas las obligaciones laborales al Estado y los patrones que no otorgan los mínimos derechos laborales pese fungir como un trabajador más, y que en muchos casos generan riqueza para grandes empresas como Coca-Cola o llenan el boquete que dejó el despido de miles de trabajadores estatales generados por la "austeridad republicana". Por si fuera poco 3 mil 600 pesos son a todas luces insuficientes para vivir dignamente. Más aún en medio de la crisis económica y sanitaria que enfrentamos, y mientras la canasta básica ronda los 14 mil pesos.
La política para los estudiantes no es mejor. Pese a prometer cero rechazados de la educación pública superior la oferta del gobierno camina en dos sentidos; el programa Rechazo Cero, que promete incrementar los espacios disponibles en algunas escuelas públicas y reforzar con becas en instituciones tanto públicas como privadas; por otro lado, las UBBJ prometen crear 100 nuevas universidades, de las cuales no hay información ni certeza de su avance. Las pocas sedes que están en funcionamiento brillan por las denuncias sobre falta de presupuesto, precarización laboral de los docentes y falta de infraestructura.
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Además la mayoría de UBBJ tendrá una matrícula de apenas unos cuantos miles en un país con millones de rechazados. Tan solo en la zona metropolitana de la capital la UNAM, el IPN y la UAM rechazan año tras años a más de 200 mil aspirantes. La política de rechazo en las universidades permanece sin cambio sustancial.
Encima de eso el ataque a la educación pública avanza con el incremento a las cuotas en muchas universidades estatales. En Coahuila, San Luis Potosí, en el Tecnológico de Coacalco y en el de Ecatepec el incremento de varios miles de pesos viene tras el abandono presupuestal de por lo menos 11 universidades estatales en quiebra y la negativa de recatarlas. Muchas de ellas llevadas a la quiebra por los gobiernos estatales del PRI.
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En vez invertir lo necesario en la educación pública para contratar profesores, construir escuelas y de paso eliminar la farsa del examen de admisión –que solo sirve para ocultar que el problema es la falta de lugares y presupuesto- el gobierno coloca sus prioridades en otros temas. Uno de ellos es la inversión millonaria hecha en la Guardia Nacional (GN).
Continúa la criminalización a la juventud
Con la llegada al gobierno de la 4T escuchamos que la militarización del país quedaría en el pasado. La realidad es distinta. Con el control que el narcotráfico mantiene sobre grandes territorios, el gobierno asegura necesitar un cuerpo de policía militar-civil que enfrente al crimen organizado y el narcotráfico. Para ello incorpora a la GN a lo que fue la Policía Militar, la Policía Naval y la Policía Federal. Parece que el gobierno “olvida” que estas estructuras están altamente infiltradas por el narcotráfico, pero además, oculta el rol de las fuerzas armadas durante los años de guerra contra el narco y en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
La militarización del país se acompaña también de la subordinación de la 4T al imperialismo que se traduce, entre otras cosas, en el uso de la GN como muro fronterizo a modo de Donald Trump que más de una vez se ha utilizado para reprimir migrantes, y también para la protección a los megaproyectos como el Tren Maya y demás inversiones de capital trasnacional. Sin olvidar el papel de los cuerpos policiacos como garantes de la dominación de la burguesía. Algo con lo que el presidente no está en desacuerdo.
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Contrario a la retórica que asegura que la policía está para cuidarnos, los jóvenes sabemos muy bien que ésta es y será usada para reprimirnos. El asesinato de Giovanni López a manos de la policía local en el estado de Jalisco y de Alexander en Oaxaca son casos emblemáticos de la brutalidad policíaca, que se inserta en la criminalización que los jóvenes enfrentamos cotidianamente.
Pese a las promesas de que habría un cambio en la “estrategia” para avanzar en la legalización de las drogas y en priorizar las oportunidades de estudio y trabajo, lo que vemos es la continuación de la militarización que por largo tiempo fue combatida por miles de nosotros.
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Oídos sordos para el movimiento de mujeres
En los datos que damos más arriba se observa que las mujeres son la mayoría entre la juventud, pero además, vivimos de manera más cruda todo lo dicho hasta ahora, entre los trabajos más precarios siempre estan las mujeres, las cifras de feminicidios están por el cielo y no cesan, los casos de violencia doméstica han incrementado durante toda la pandemia, sin mencionar que, en el marco del confinamiento y el trabajo doméstico las dobles jornadas aumentan, millones salen diariamente y viajan largas distancias hasta sus empleos y al finalizar, regresan a casa a cuidar a nuestros hijos, hacer de comer, y prepararse para otra larga jornada al día siguiente.
Las becas para madres solteras y estudiantes son totalmente insuficientes para costear la vida. Que dicho sea de paso ha incrementado con la pandemia. El prometido aumento al salario real es insignificante.
Pese a que ya en este sexenio hemos salido a las calles masivamente para luchar contra el feminicidio y por conseguir el aborto legal, libre, seguro y gratuito, nuestras demandas caen en oídos sordos. La mayoría que Morena tiene en el congreso no se ha puesto al servicio de las demandas de las mujeres, al contrario, todos los partidos en algún momento han bloqueado el camino para que la legalización avance. Contra toda confianza en el gobierno y la 4T hemos aprendido que el derecho a decidir y la educación sexual en todo nivel educativo será ley sólo con la organización de millones de mujeres luchando en la calles hasta conquistarlo en todo el país.
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Por su parte los crímenes de odio contra las personas LGBTIQ+ van en aumento. Sin si quiera contar con cifras oficiales y precisas, este año conocimos los casos de Javier Eduardo Pérez, María Elizabeth Montaño, Jeanine Huerta y Jonathan Alberto Santos, víctimas de crímenes de odio a lo largo y ancho del país, no obstante su muerte solo es el último eslabón de una larga cadena de violencia, amenazas, discriminación e insultos que la diversidad sexual vive cotidianamente.
Al igual que las promesas hechas sobre la legalización del aborto, el matrimonio igualitario está enterrado en el congreso. Frente a las alianzas sin principios que Morena mantiene con el clerical PES y con ánimo de no enemistarse con las cúpulas de la iglesia católica, Morena cede el paso a la derecha y su agenda. Basta con recordar las posiciones de la otrora senadora de dicho partido, Lily Téllez, que jamás encontró dentro de Morena oposición efectiva frente a sus dichos homofóbicos y contra el aborto.
Por una salida anticapitalista para la juventud
Un gobierno como el de Morena, que levantó grandes expectativas y que al final no cumplió, nos muestra que el cambio no pasará por los partidos del régimen. No bastan las buenas intenciones ni las listas de promesas. Para transformar la vida de millones y terminar con la violencia, la precarización laboral, los ataques a la educación y para conquistar un presente y futuro que valga la pena vivir, es necesario organizarnos de manera independiente y arrancar una salida distinta a la crisis.
Detrás de Morena y sus promesas de gobernar para ricos y pobres (las cuales se mostraron solo favorecen a los primeros) se esconden los intereses de las trasnacionales y de empresarios como Salinas Pliego, Carlos Slim, Alfonso Romo y muchos otros “amigos” de la 4T.
Después de dos años los trabajadores, las mujeres y la juventud seguimos pagando los platos rotos. Pero esto no tiene que ser así, nosotras somos más y tenemos una fuerza inmensa. En vez de aceptar a un gobierno que dice estar de nuestro lado pero que en el fondo sirve ciegamente a los de siempre. Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista nos apostamos por organizarnos de manera masiva para enfrentar a la oposición de derecha así como a este gobierno y sus políticas que continúan la época neoliberal.
Te invitamos a la Asamblea de la Juventud Anticapitalista el próximo 6 de septiembre a las 4 pm.