El análisis de las principales editoriales de los medios brasileños en la fecha del escandaloso juicio a Lula, por Leandro Lanfredi, columnista de Esquerda Diário.
Miércoles 24 de enero de 2018 13:08
En letras garrafales en sus sitios y tabloides, los grandes medios brasileños estampan una certeza para la jornada de hoy: día histórico. Histórico porque trae en sí una parte de la decisión de quién podrá ser candidato en las presidenciales de octubre de este año. Y es verdad. Se trata de un hecho que marcará la política nacional por años, si o décadas, y dejará marcas como la continuidad preventiva del golpe mediático-judicial-parlamentario que fue el impeachment de Dilma Roussef.
Digo preventiva porque no se trataría ya de secuestrar el voto ejercido por más de 50 millones de brasileños, sino de impedir preventivamente el ejercicio de ese limitado –y engañoso- derecho que existe en la democracia de los ricos. El sentido de esta continuidad preventiva está interconectado con el otro: garantizar un tránsito más fácil a ataques mucho mayores que desearía o podría realizar el PT.
Las sociedades de Petrobras con el imperialismo no eran suficientes a los ojos de la rapiña internacional y sus agentes locales. Los ataques del dúo Dilma-Levy (la destituida expresidenta y su ministro de Economía) eran poco frente a la saña del trío Temer-Meirelles-Maia (el presidente golpista, su ministro de Economía y su aliado presidente de Diputados). La promesa de la presidenta del PT de que Lula haría una reforma previsional no agradó (aun) a los especuladores, que tienen un “plan A”: quieren ataques más audaces.
Pero el motivo por el que la prensa brasileña saluda el día como histórico es, formalmente otro. Según pisan y repisan las editoriales de este miércoles, hoy sería dado un paso de madurez en la “democracia brasileña” y quedaría demostrado que “la ley vale para todos”.
El matutino A Folha de S. Paulo en el editorial “Lula, 2ª instancia” dedica sus líneas a intentar desmentir que sería una continuidad del golpe para afirmar que hay que calmar los ánimos y que todos deben reconocer la legitimidad del proceso. En el transcurso del pisado argumento indican que hay dudas bastante razonables sobre el proceso, pero que el diario de la familia Frias tiene acuerdo con que hayan “nuevas leyes” para los adversarios: la inversión de la carga de la prueba (como probar que un departamento a nombre de otro no es suyo), teoría del dominio del hecho (por su posición, alguien necesariamente debe saber algo, aunque no existan pruebas de que lo sepa), teoría de la ceguera deliberada (consecuencia del “dominio del hecho”, no sabe porque deliberadamente no quiso ver, evidentemente sin pruebas de esa consciente omisión y complicidad):
“La acción referente al tristemente célebre departamento en Guarujá involucra, sin dudas, buena dosis de complejidad en la interpretación de las pruebas recolectadas (…) Sobran evidencias de que sus relaciones con las grandes constructoras hirieron, en la hipótesis más blanda, la ética republicana. Aun más innegable es el gigantesco esquema criminal que operó en su gobierno –y desafía la credulidad imaginar que todo ocurría sin el conocimiento del jefe del partido y del Ejecutivo”.
El socio del golpismo en San Pablo, el diario Estadão, afirma en su editorial matutino "El juicio de Lula" que lo que estaría queriendo el petismo es que Lula estuviese por encima de la ley, sin entrar en el enredo de las nuevas jurisprudencias que cuando tocan a Temer o a Aécio el diario de la familia Mesquita se irrita. O sea, a los agentes de brutales ataques vale la ley, a los adversarios valen nuevas leyes.
En el lugar del juicio, el diario Zero Hora estampa en su editorial la convergencia con el resto de los medios brasileños: pleitesía a ese poder judicial independiente (sic) que solo estaría siguiendo una jurisprudencia emanada del casuismo y el golpismo de la Corte Suprema (STF). Vale recordar que jueces como Moro y promotores fueron entrenados para ser “independientes” por el Departamento de Justicia estadounidense, como se filtró en un documento de la embajada de Estados Unidos. Dice el diario de la representante de Globo en las pampas:
“Uno de los pilares del Estado de derecho es el respeto a las instituciones del Estado de derecho es el respeto a las instituciones que darán vigor a naciones donde los poderes actúan de forma independiente y los rituales de la democracia son seguidos por encima de todo y de todos. En el Estado de derecho, un Judicial libre e inmune a las presiones externas, en el cual los jueces se apeguen a las leyes emanadas por el Congreso e interpretadas por las cortes superiores”.
En la capital de la operación judicial Lava Jato y voz consecuente del reaccionarismo, el curitibano Correio do Povo afirma en su editorial "Juicio no es acto electoral" con todas las letras la falacia de que “La ley es igual para todos y así debe ser aplicada”. ¿La ley es igual para todos? ¿Es igual para Aécio? ¿Es igual para Temer? ¿Y para los casi 40% de la población carcelaria, pobres y negros en absoluta mayoría, que ni siquiera tuvieron derecho a juicio?
El diario de la familia Mariño, O Globo, va más allá en su editorial “Equívocos entorno al juicio de Lula”. Critican a los aliados del golpismo que defendieron la tesis de que sería mejor que Lula fuese candidato, para reafirmar el mantra de que la ley vale para todos (menos para los capitalistas, como la propia Globo y las interminables acusaciones de crímenes que recaen sobre ella):
“(…) De ahí que sea ilusoria y equivocada la tesis compartida por Fernando Henrique Cardoso y por el gobernador Geraldo Alckmin, entre otros, de que lo mejor sería derrotar a Lula en las urnas (…) Además, no se puede precindir del papel que la Justicia y el Ministerio Público tienen que cumplir en este caso o en cualquier otro que involucre corrupción en la política. Como también en cualquier crimen, en un Brasil cansado de la impunidad de los poderosos. No se puede transigir en el principio republicano de que la ley vale para todos. Nunca, mucho menos en el momento que vive el país. El juicio de hoy tiene que ser puesto en ese contexto”.
El principal columnista político de Globo, Merval Pereira, como siempre más explícito en la formulaciones que la editorial del diario, deja en claro cómo sería ese derecho republicano y cómo, al menos una parte de los jueces adoptaron para Lula –pero que obviamente no hicieron para Aécio, o al nunca investigado gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin- las “nuevas leyes” yanquis para los adversarios:
“El juez federal del TRF-4 João Pedro Gebran Neto, miembro informante de los casos de la Lava Jato en el tribunal de apelación, dijo en una conferencia en Buenos Aires que “terminó la ingenuidad” en los juicios de casos de corrupción, en los que no se debe esperar una “prueba insofismable” para eventualmente condenar a un acusado. Para Gebran, los jueces brasileños ahora consideran suficiente una “prueba por encima de duda razonable”, desde que sea posible identificar una “convergencia” en los elementos probatorios de determinado proceso”.
La carga de la prueba se invirtió, saludan los republicanos de la toga y de la pena. Esta es la ley: vale solo para quienes ellos quieran.
El día de hoy no está en juicio el legado de Lula, como quiere el petismo. Está en juego el derecho de los brasileños a votar a a quien quiera, están en juego las jurisprudencias que podrán volverse en contra de los trabajadores, los sindicatos, está en juego la continuidad del golpe. Nunca apoyamos políticamente al PT, ni apoyaremos a quienes abrieron el camino al golpe y perdona a los golpistas, prepara nueva conciliación con empresarios y oligarcas, sino hacemos la intransigente defensa de los trabajadores brasileños a votar como quieran.
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