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Los orígenes del materialismo en el pensamiento griego

Joaquín Kudric

Manu Badames

Los orígenes del materialismo en el pensamiento griego

Joaquín Kudric

Ideas de Izquierda

¿Cómo surge el materialismo como lo conocemos hoy? ¿Cuáles son los problemas filosóficos que enredaron a los primeros filósofos occidentales? Hoy conocemos al materialismo asociado al marxismo, particularmente la visión del materialismo histórico, según el cual la sociedad “avanza” no mediante una idea de progreso en general, o una línea recta, sino a través de agudas contradicciones y conflictos de clase.

Toda la tierra era agua... Marduk reunió una estera de juncos sobre la superficie del agua; hizo el lodo y lo acumuló junto a la estera”. Enuma Elish - El mito de Marduk.

En esta nota haremos un recorrido por el pensamiento filosófico de los primeros materialistas griegos, Tales, Anaxímandro y Anaxímenes, para comenzar a pensar en qué medida influyó este pensamiento al contemporáneo y en particular a Marx [1] y al marxismo.

La filosofía surge de una contradicción inherente a las propias relaciones sociales de clase de la sociedad helénica. El emerger de lo que hoy conocemos como pensamiento filosófico occidental tiene su origen entre el siglo VI a.C. Se estipula que proveniente de Oriente hacia el asentamiento de los griegos Jónicos en la costa del Asia Menor (lo que hoy sería la costa de Turquía), particularmente en la ciudad de Mileto donde, al decir de Winspear, floreció lo que hoy conocemos como filosofía occidental con una tendencia más materialista y una visión inmanente dialéctica con sus propias armas.

Si bien hay indicios de un pensamiento materialista que precedió a los milesios, es aquí donde podemos hablar de un primer registro claro de un pensamiento monista [2], es decir, que une lo divino a una explicación material desde una perspectiva naturalista del cosmos y la existencia. Citando a Aristóteles, filósofo posterior a los Milesios, en su Metafísica "entre los primeros filósofos la mayoría consideraba como principios de todas las cosas a aquellos principios cuya naturaleza era la materia (hylé). Aquello de lo cual procede todo ser, el punto de partida, su generación y el término final de su perecer, en tanto que la sustancia (ousía) permanece y sólo cambian los accidentes, tal es para ellos el elemento (stoicheion) y el principio (arché) de todos los entes".

De todas formas, como afirma Alfredo Llanos en Los presocráticos y sus fragmentos “Este hecho parece haberse repetido en otras zonas del planeta, como en la India, antes que en Jonia, y en China simultáneamente y dentro de características similares a las del mundo helénico por la aparición de pensadores que debieron aceptar la materialidad del mundo y su reflejo en la conciencia de los hombres“.

El hecho de llamarlos presocráticos elucubra un lugar incómodo, pues no es un pensamiento que tienda hacia Sócrates, sino que el pensamiento socrático es la negación de estos primeros pensadores. Pero podemos agrupar al pensamiento helénico por escuelas, como haremos hoy con la escuela de Mileto o también llamados “naturalistas”, entendiendo naturalismo como un materialismo que busca explicaciones racionales en la naturaleza como fenómeno material (ver más abajo). Pero incluso dentro de esta misma escuela, hay distintas visiones del mundo.

Antes de meternos en el pensamiento de los jónicos, tenemos una primera pregunta a contestar: ¿qué es lo que surge en Mileto como Ciudad-Estado (Polis)? ¿Por qué es ahí, en ese momento, que se origina lo que hoy llamamos razonamiento filosófico occidental? Hay corrientes que asocian a una especie de “milagro griego”. No podemos más que discernir con esa idea de que el pensamiento surge de la nada. La cultura y el pensamiento son por la producción colectiva de los pueblos enmarcados en ciertas relaciones sociales culturales, de producción, etc. No es un movimiento autopoiético que se pueda asignar a una idea divina. La producción filosófica es social.

Trataremos de dar una respuesta a la cual lleguemos a partir de sucesivos artículos, y no abordarlo de una vez y para siempre para hacer una reflexión más fluida.

Mileto, ciudad de avanzada

Mileto era, como dijimos arriba, una Polis (un tipo específico de ciudad-estado) crecientemente comercial, con un fuerte peso marítimo por su ubicación geográfica. Heródoto, historiador griego de la antigüedad, decía que Mileto era “el ornamento de Jonia”. Comenzó su expansión cultural y comercial a partir del siglo VIII a.C. con un gran poderío naval.

Es fundamental entender que era una ciudad muy rica y de avanzada. No sólo en la filosofía que es lo que nos convoca en esta ocasión, y en la cual tuvo gran impacto la alfabetización como fenómeno social, sino también fue vanguardia comercial y productivamente, desde la comercialización de esclavos como mercancía común [3], hasta producción agrícola, el trigo, lino, tinturas, etc.

Fue la primera ciudad griega en usar la moneda, la cual se emitía desde el gran templo de Apolo en Dídima (en las afueras de Mileto), que funcionaba también como banco y organizador de expediciones colonizadoras. Esta aparición de la moneda es el punto máximo de expresión del devenir de la mercancía en su expansión. Es decir, la mercancía deja de ocupar el lugar en el trueque y el dinero "se formó instintivamente en el proceso de cambio".

Pero esta prosperidad encarna, como dijimos arriba, una aguda contradicción. Una contradicción de clase. La Mileto próspera que surgía como mercado del mundo antiguo no era sino en su forma, pues su movimiento era de una intensa lucha de clases entre la aristocracia terrateniente y la creciente proto-clase de trabajadores manuales que muchos eran artesanos, campesinos despojados de sus tierras, extranjeros atraídos por la oportunidad comercial o refugiados. Esta lucha de clases tuvo momentos de guerra civil y momentos en que impuso una salida de compromiso con una oligarquía “democrática”, hasta que la invasión persa en el 494 a.C destruyó la ciudad tras una revuelta iniciada por los milesios, que se extendía por toda Jonia.

Cabe aclarar que, como el conjunto de la sociedad griega, la base de la expansión jónica es sobre la base del esclavismo. Si creció tanto el pensamiento, es porque había un alto porcentaje de esclavos que sostenían día a día esta posibilidad. Era una democracia para un porcentaje muy bajo de la sociedad, mujeres y esclavos no podían participar de la política.

Materialismo, dialéctica y movimiento en los milesios

Para entender qué aspectos hay de materialismo en los naturalistas, hay que entender que no eran materialistas en el sentido marxista del término. Esa asociación sería pecar de anacronismo, es decir, son materialistas en el sentido de una explicación inmanente al cosmos a través de la naturaleza, pero no de la sociedad.

Partimos de que de todos los filósofos antiguos nos llegan sus ideas fragmentadas, escasas, y la mayoría del trabajo se hizo por reconstrucción, menciones de otros autores y lo que se ha ido recolectando.

En esta situación particular hay un emergente. Al decir de Burnet “Algo nuevo apareció en el mundo con los primeros pensadores jónicos”. Sin duda los griegos han fundado una forma de razonamiento y una aproximación a la realidad nueva y revolucionaria, aunque presa de su época.

Esta simplificación no pretende abarcar ambas definiciones de manera acabada, sino apenas un pequeño índice de conceptos para ayudar al lector a encontrar las herramientas necesarias para reflexionar junto al artículo. Es imposible en tan solo unas líneas definir conceptos tan complejos y abarcativos, sino apenas esbozados, y quizás rascar la superficie del concepto.

Volviendo a los llamados “naturalistas”, escuela de la que surge Tales de Mileto, poco se sabe de él. Se dice que nació en el 620 a.C y murió aproximadamente en el 546 a. C. Provenía de la clase mercantil, y al parecer tenía una relación directa con los problemas cotidianos como la cosecha, geografía, matemáticas, navegación.

Pero lo más impresionante de estos primeros pensadores naturalistas y de Tales en particular, es que, a diferencia de la magia religiosa de la Ilíada y Odisea de Homero, los mitos griegos en general, o los mitos sobre Marduk en el Enuma Elish de la mesopotamia asiática, que veían el movimiento como ajeno a la materia, por producto divino, se planteó que la sustancia primera de la formación del mundo es material. Su mirada era totalmente racional, pues todo lo que rodeaba la tierra en la que vivía era agua. Era un materialismo con tintes empiristas, donde no había una aproximación por método científico, que será creado como tal cientos de años después.

Continuando con esta lógica (y negándola a la vez), Anaximandro, discípulo de Tales, decía que toda criatura viviente provenía de lo húmedo: los peces precedieron al animal terrestre y al hombre, en un proceso que se dio producto del retroceso del mar sobre la tierra. Podría decirse, al decir de Alfredo Llanos, que fue “un lejano antecesor de Darwin”.

El pensador milesio fue aún más allá y planteó que la sustancia primitiva de todo era el ápeiron que significa infinito, ilimitado, indefinido. Uno de sus fragmentos cita: “Esto (es decir, la naturaleza de lo ápeiron) es eterna y no envejece”, mientras otro (rescatado por Aristóteles) recita: “Lo ápeiron es inmortal e indestructible”. Podemos afirmar que su pensamiento era revolucionario al atribuir la sustancia a algo infinito, más profundo que lo cognoscible por los sentidos pero a la vez material.

Su razonamiento contenía una sistematización dialéctica de los problemas que desarrollaron. Aristóteles lo planteaba de la siguiente manera: “Están en oposición unos con otros: el aire es frío, el agua es húmeda y el fuego es caliente, y por lo tanto, si cualquiera de ellos es infinito, los demás ya tendrían que haber dejado de ser”. Es decir, aplicaba la dialéctica de la unidad y la lucha a través de los contrarios. En síntesis, para Anaximandro la materia era infinita, indestructible y en constante conflicto entre sus opuestos.

Anaxímenes, el tercer gran pensador de esta escuela, no se conformaba con la explicación de Anaximandro. Para él faltaba algo. Planteaba otro origen (arché) de todo. Infinito, sí, pero no indeterminado: el aire. Lo pensaba a través de un doble movimiento de rarefacción y condensación y llamaba a esta sustancia pneuma. Como el aire está en constante flujo, y a través de ciertos procesos muta y cambia según otra “ley” dialéctica, que es el cambio de cantidad en calidad (con las licencias del caso).

Para Anaxímenes, estos cambios se producían por distintos procesos físicos de los que advienen la variedad e incluso cualidades opuestas a la sustancia original. Uno de los pocos fragmentos que se conservan en referencia a Anaxímenes es de Plutarco, que en uno de sus segmentos dice: “(...) el aliento es frío cúmulo comprimido y condensado por los labios, pero cuando la boca es abierta la respiración se escapa y se torna cálida a causa de su escasa densidad”.

En lo que nos atañe del pensamiento antiguo, el surgimiento de éste tiene una profunda ligazón al desarrollo mismo de las ciudades-estado, y los problemas materiales que planteaba el comercio, la formación de nuevas clases sociales, etc. Esto combinado con un profundo arraigo a una cultura que oscila entre “mágica” y religiosa, donde el culto a las deidades era la norma, podemos decir que el naturalismo tuvo grandes aproximaciones por aquello que Rodolfo Mondolfo explica como un desplazamiento de las castas sacerdotales, una pérdida de peso de la institución religiosa en la sociedad.

George Novack en su Orígenes del materialismo propone cuatro rasgos como centrales para entender la esencia materialista en la filosofía: 1) Una realidad independiente de la existencia humana. Todo proviene de la materia y sus movimientos. 2) La materia produce el pensamiento y éste nunca existe independientemente de la materia, aunque es su producto más elevado y complejo. 3) La naturaleza existe independientemente del pensamiento, pero éste no puede existir aparte de la materia. 4) Queda excluida cualquier suposición divina inmaterial que dirija o influya en la naturaleza, el hombre y la sociedad.

La actualidad del pensamiento griego

Es verdad que, como plantea Alfredo Llanos en su Introducción a la dialéctica, “Los milesios no consiguieron dar una explicación convincente del devenir; es decir, por qué las cosas en vez de conservarse tal como parecían ser a primera vista estaban sujetas a un cambio incesante”. Toda comparación con la dialéctica y los pensadores antiguos puede pecar de anacrónica, de intentar explicar pensamientos de otra época con el pensamiento moderno o contemporáneo, pero ¿Qué tal si lo pensamos al revés? Que la dialéctica se nutre de estos principios filosóficos planteados siglos antes, y los dota de un método, sobre el cual volver a leerlos con una nueva interpretación. Podríamos pensar que la historia no es una sucesión de eventos que desencadenan en un final, sino una serie de flujos e intensidades que desencadenan y un final. No determinado, sujeto a variaciones, a influjos de época y devenires. Pero en términos dialécticos, el final es una nueva inmediación que marca un nuevo inicio.

Engels en su Dialéctica de la naturaleza planteaba que “en los griegos, el pensar dialéctico aparece aún con una sencillez natural, sin que le estorben todavía, los cautivantes obstáculos que se oponía a sí misma la metafísica de los siglos XVII y XVIII. En los griegos –precisamente por no haber avanzado todavía hasta la desintegración y el análisis de la naturaleza– ésta se enfoca como un todo, en sus rasgos comunes. La trabazón general de los fenómenos naturales no se comprueba en detalle sino que es, para los griegos, el resultado de la contemplación inmediata”. Es decir, la de los griegos es una dialéctica podríamos decir empírica, despojada de ciencia, pero no de método. Su pensamiento está estructurado en la observación pura de lo fenoménico.

Detengámonos en esta definición. Hoy podríamos criticar el pensamiento griego por formal, pero más que eso lo mejor es arropar aquellas túnicas antiguas con lo que hoy comprendemos, para ver su continuidad y el verdadero efecto que tuvieron en el terreno de la filosofía. Para esto, hay que recurrir a un gran conceptualizador de la dialéctica del siglo XX, Karel Kosik, que dice que el fenómeno no puede ser explicado como una imagen-espejo. La fundación de la filosofía no surge como un hecho, un suceso, sino como una “cosa misma” en el sentido que le da Kosik en su dialéctica de lo concreto: “La dialéctica trata de la “cosa misma”. Pero la “cosa misma” no se manifiesta inmediatamente al hombre. Para captarla requiere no sólo hacer un esfuerzo, sino también dar un rodeo” [4].

Es decir, siguiendo con la lógica que propone el marxista checo, los tres grandes pensadores milesios eran individuos “en situación”, en el sentido que “el individuo en situación” se crea sus propias representaciones de la cosas y elabora todo un sistema correlativo de conceptos con el que capta y fija el aspecto fenoménico de la realidad”. Podemos afirmar que estos pensadores captaron la relación entre el mundo externo e interno como una única sustancia, y trataron de darle una explicación acorde a su época absolutamente brillante.

En este sentido, y de este recorrido escueto que hicimos sobre los principales pensadores milesios, surge otro movimiento vinculado a cómo la teoría se sirve de la práctica. Como dijimos, el crecimiento exponencial de Mileto como cuna del comercio y la profunda lucha de clases produjo nuevas formas de pensar. El pensamiento del mercader de esa época era por demás amplio, tendía a buscar lo general en lo particular, la regla en el azar, lo repetitivo en sus condiciones. Podemos decir que este pensamiento funda el pasaje del análisis concreto a la abstracción, para volver luego sobre lo concreto de manera profunda.

Determinar qué movimiento antecede al otro es estructurar algo que se retroalimenta, convive, se desarrolla de conjunto y tiende a imponerse sobre una superficie de registro que produce nuevos pensamientos. El gran impulsor del pensamiento es el tiempo libre, y en la sociedad griega antigua el esclavismo era moneda corriente, era lo que permitía que un sector minoritario de la sociedad se ilustrara y pudiera filosofar, estudiar y hacer “avanzar” la sociedad apoyado sobre una base de enorme esclavitud y donde además las mujeres tenían un papel totalmente subalterno.

La integración del pensamiento en la praxis surge de la necesidad (ananké). Es decir, la necesidad de cartografiar las estrellas para la navegación, o tener un mapa de lo que los griegos conocían del mundo en ese momento. Anaxímenes fue el primero en hacer este mapamundi. Es decir, eran filósofos muy comprometidos con las necesidades de su época. De todas formas, por muy revolucionario que sea este proceso del pensamiento, este tiempo, esta capacidad de abstracción, esta amplitud del conocimiento no es científico a los términos que hoy conocemos.

Hay una categoría que se usa para los milesios que es “hilozoísta”. Se puede traducir como: los que suponen que la materia es sustancia viviente. Si bien es acertado decir esto, y es acertado también la fascinación que suscita hoy incluso varios milenios después, había una relación de afiliación religiosa con el pensamiento filosófico helénico que obedece a la misma época, aunque planteaban a los dioses como quienes estaban en todo, definían cuestiones materiales como impulsoras del movimiento y el cambio. Eran los primeros monistas y, por más pioneros que hayan sido en su pensamiento, eran vanguardia de una época determinada. Incluso el más avanzado de los pensamientos es producto de una época y no se puede despojar de ella. El ateísmo como tal no existiría por unos siglos más. Era extremadamente raro encontrar alguien que no creyera en nada divino.

Podríamos aproximarnos a decir que plantaron la semilla de quienes más adelante exploraron caminos más acertados y científicos para otras condiciones sociales. El marxismo se nutrió mucho del pensamiento helénico retomando las discusiones que abrieron los griegos y que se retomaron recién en la modernidad. Marx y Engels estudiaron mucho estos debates porque hacen a un primer esbozo filosófico de entender el mundo desde lo material y no desde lo divino. Esto que luego retomaría Spinoza de que el universo es una misma y única sustancia de la cual deviene todo aunque el filósofo excomulgado sí tiene un dejo teológico en su filosofía al hablar de un Dios.

Luego la interpretación social del materialismo histórico por supuesto explica mucho mejor la realidad (incluso la misma realidad griega), ya que el materialismo presocrático, como vimos, era esencialmente “naturalista” y no pensaba al hombre en su condición social, sino que pensaba lo que rodeaba a ese hombre. Esto no quita que para su época eran preguntas con mucha potencia y que requieren un estudio profundo, como reflexionamos en esta nota.

Seguiremos el debate en próximas entregas.


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NOTAS AL PIE

[1La tesis doctoral de Marx fue en base al pensamiento helénico, en particular de Demócrito y Epicuro, pensadores posteriores a los presocráticos.

[2El monismo es una terminología de la modernidad, pero podemos aplicarla a los griegos presocráticos en el sentido de que planteaban que todo (Dios y la materia) provienen de una misma y única sustancia.

[3En los momentos de “paz democrática”, la participación en las instituciones políticas era de un sector muy restringido de la sociedad griega. La democracia helénica se basaba en varones adultos, los esclavos, extranjeros, mujeres y niños no podían participar de la política.

[4Dialéctica de lo concreto - Karel Kosik (et. al).
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Joaquín Kudric

Estudiante de Historia UNLP