Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad y la diabetes son factores de riesgo que dejan a los mexicanos en peores condiciones para enfrentar la crisis sanitaria del Covid-19.
Viernes 27 de marzo de 2020
En México el 72.5 % de los adultos tiene sobrepeso u obesidad y en los niños ese dato llega al 37.7%, por otro lado, se calcula que hay 8.7 millones de diabéticos y una cifra negra de personas que la padecen pero que no han sido diagnosticados, que ronda los 12 millones de pacientes. Estas cifras nos colocan en el segundo lugar en comparación con los países de la OCDE.
La alarma por la epidemia de obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas no es nueva, desde hace algunos años existe una campaña mediática con débiles reflejos de política pública que intenta hacer frente a este problema. En gran parte porque las proyecciones económicas dicen que cada vez será más grande la cantidad de recursos necesarios para atender estos padecimientos y otras enfermedades concomitantes.
Los mecanismos de política pública y la mayoría de los estudios médicos, por lo menos a un nivel de divulgación científica, coinciden en que un factor importante para revertir la tendencia que incrementa las cifras anteriores, pasa por modificar los hábitos alimenticios y de actividad física de la población mexicana.
En la retórica gubernamental y de las instituciones de salud, se recomiendan cosas como llevar una dieta saludable, que siga las indicaciones de la pirámide alimenticia y cubra los requerimientos diarios de vitaminas, minerales y demás nutrientes.
Paralelamente se impulsan campañas para hacer ejercicio 30 minutos al día, subir las escaleras en vez de usar los elevadores y muchas cosas por el estilo. En conjunto con ciertos estereotipos de belleza se fomenta la idea de que no tener una vida saludable forma parte de una profunda irresponsabilidad de las personas.
Con mucho sentido de la proporción, porque no es un problema que tenga una sola causa, pensamos que la idea de colocar en el plano de la responsabilidad individual las causas del problema de salud relacionado con la obesidad y la diabetes, forma parte de cierta herencia de los valores individualistas que se fomentaron con la ofensiva neoliberal y que en el terreno de la salud nos lleva jerarquizar el actuar de las personas con respecto a fenómenos estructurales.
Por ejemplo, a la mitad de la crisis por el Covid-19 se cree que la solución y las medidas sanitarias pasan sólo por lavarse las manos, guardar una “distancia prudente” entre las personas, el uso de gel anti bacterial, etc., y deja en segundo plano las consecuencias del desmantelamiento de los sistemas de salud pública y los factores de riesgo por la alimentación deficiente a la que la mayor parte de los pobres y precarizados accede.
Que van de la mano con la manera en que la ubicación de clase permite recibir servicios de salud de primera o de segunda, en el marco de la enorme desigualdad social que tiene a millones de personas pasando hambre en este mismo momento.
Pensar en los problemas de salud ocasionados por la obesidad, la diabetes, la hipertensión y otras enfermedades pasa por cuestionar si las salidas individuales son realmente una opción y por pensar también si el conjunto de las personas realmente pueden acceder a una alimentación nutritiva y suficiente. Pensando en lo anterior, estas y otras enfermedades crónicas tienen un carácter de clase.
Con el salario mínimo que ni de chiste alcanza para cubrir la canasta básica, creer que con él es posible alimentarse con frutas, verduras, carne, leguminosas, semillas etc., es una idea que raya en la ingenuidad y a veces en la hipocresía.
Con las enormes distancias que la clase trabajadora tiene que recorrer para viajar de sus casas a sus trabajos, es impensable creer que se tiene tiempo disponible para realizar actividad física de manera consistente. Si una persona viaja diariamente de Ecatepec a Polanco, con salarios de miseria, con el estrés que ocasiona la explotación laboral y las presiones por asegurar el bienestar de sus familias, mal comiendo, mal durmiendo y en general mal viviendo,... ¿cómo esperamos que las y los trabajadores tengan el tiempo, la fuerza y los recursos necesarios para cumplir con el deber- ser de la buena alimentación que se dicta desde los escritorios de la Secretaría de Salud? Sin transformar las condiciones materiales que frenan el pleno desarrollo físico y mental de las grandes mayorías, es impensable modificar esos patrones de alimentación y actividad física.
Obesidad, diabetes y Coronavirus
Para la Organización Mundial de la Salud, aunque en México aún no estamos en el momento más crudo de la pandemia provocada por el Covid-19, eventualmente nos enfrentaremos a escenarios en dónde los contagios se elevarán de forma drástica.
A partir de la experiencia con el virus en otros países, sabemos que una parte importante de los enfermos será asintomático, es decir, no que padecerán síntomas. Sin embargo, alrededor de un 14% de los que sí lo harán van a requerir de cuidados especializados. Además, de ese porcentaje, para el caso mexicano se estima que la mitad, es decir el 7% requerirá de cuidados intensivos. Esta última cifra contrasta con el 4% o 5% que lo han requerido en otras latitudes.
En palabras de Cristian Morales Fuhrimann y Jean Marc Gabastou, representantes de la OMS en México, la diferencia entre el número de pacientes que pueden llegar ser graves difiere con las cifras para otros países, producto de que en México existen factores de riesgo como la diabetes y la obesidad lo que incrementará y agudizará los efectos de la pandemia en su peor momento.
Resalta que la primera muerte confirmada por Covid-19 en territorio nacional es precisamente de un paciente diabético. Sin embargo la relación entre diabetes y Covid-19 tampoco es tan mecánica. Como lo ejemplifica la denuncia hecha desde las páginas de La Izquierda Diario los débiles reflejos y la irresponsabilidad gubernamental, que continúa colocando por delante los intereses económicos de unos cuentos por encima de la salud de la mayoría, también son un factor que sitúa en peores condiciones a los pacientes con factores de riesgo.
En vez de un plan integral de salud que atienda a la gravedad de la crisis se continúa con una lógica de administrar la pandemia. Contrario a esta idea de profunda irresponsabilidad del gobierno creemos que es urgente colocar todos los recursos en función atender seriamente la crisis sanitaria. Comenzando con la implementación masiva de test que detecten a los enfermos para así darnos una idea lo más detallada posible de la evolución y expansión del virus. Solo así podemos elaborar una estrategia verdaderamente eficaz contra el Covid-19. De manera paralela a ello es vital que se generen las condiciones mínimas para que las familias trabajadoras y los sectores populares enfrenten en las mejores condiciones posibles los efectos de la enfermedad.
Se deben construir genuinas comisiones de salud, seguridad e Higiene en cada centro de trabajo, estudio y a nivel barrial, velando en primer momento por asegurar que se tomen todas las previsiones necesarias para impedir la transmisión del virus pero también que se conviertan en espacios de auto organización para combatir los elementos más reaccionarios de la respuesta gubernamental. Exigiendo licencias con goce de sueldo y plenos derechos para todos los trabajadores de los sectores no esenciales garantizando las mejores condiciones para enfrentar la crisis y el confinamiento.
El estado debe garantizar que toda persona que lo requiera tenga acceso a los servicios de salud de manera inmediata, gratuita y completa, para ello es urgente centralizar, en manos del estado, todo el sistema de hospitales, clínicas y servicios médicos tanto públicos como privados, además de garantizar que se contará con los insumos, la tecnología médica y el personal necesarios para lo anterior. Para ello todos los médicos, enfermeras, pasantes deberán ser contratados y basificados con plenos derechos laborales.
Como la pobreza no puede ser una limitante para enfrentar la pandemia, debemos asegurar que los sectores populares accedan a una alimentación, nutritiva y suficiente, que incluya los requerimientos específicos de la población con enfermedades crónico-degenerativas o con sistemas inmunodeprimidos, a partir de un plan nutricional construido con médicos y que bajo el control de los trabajadores de la industria de los alimentos organice la preparación y el reparto de alimentos para todo aquel que lo requiera.
Todo ello deberá financiarse con la expropiación de las fortunas de todos los empresarios que despidan a sus trabajadores y que busquen lucrar a partir de la especulación con la vida de millones. Es momento de poner sobre la mesa que, para el beneficio de la mayoría, la deuda externa debe dejar de pagarse. Es necesario poner de frente el interés de los trabajadores por delante del de los millonarios nacionales y extranjeros.