Compartimos las reflexiones de Juana Garabano, estudiante de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano y militante del No Pasaran y la agrupación La Chispa.
Sábado 17 de diciembre de 2016
El jueves pasado, cientos de estudiantes nos movilizamos y bloqueamos las entradas de los tres posibles lugares que el rector había convocado para realizar la Asamblea Universitaria con el fin de evitar la protesta de los estudiantes. Con ese montaje represivo, el oficialismo y la Franja Morada logró que la Asamblea sesionara.
En esta lucha, cientos de universitarios se pronunciaron en defensa de la educación pública. A su vez, las y los estudiantes secundarios también nos hicimos presentes en la lucha llevando nuestros reclamos y acompañando al conjunto del movimiento estudiantil.
Así lo hicimos, en el barrio del cordobazo cuando, alrededor de las 7 de la mañana, se tomó el Pabellón del histórico Hospital Clínicas. Esta toma fue para impedir que se realice la Asamblea Universitaria, impuesta por la Franja Morada y frenar el avance de la derecha reaccionaria hacia nuestra educación.
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Los y las estudiantes de la escuela preuniversitaria Manuel Belgrano tomamos la lucha en nuestras manos. Mantuvimos como método a la asamblea que, como sostenemos desde La Chispa, es la forma que nos lleva a organizarnos y hacer realmente visibles nuestras demandas. Así, todos los preuniversitarios resolvimos, ingresar y sumarnos a tomar el Clínicas. Nuestras pancartas eran claras: exigían la representación en el Honorable Consejo Superior de estudiantes y docentes de las escuelas preuniversitarias y denunciaban el ingreso de empresarios a tomar de decisiones sobre nuestra educación.
Bajo estas consignas, ingresamos a la toma con el recibimiento de un acalorado aplauso de las y los compañeros universitarios. Allí, la lucha estudiantil en el Barrio Alberdi retomaba la gran tradición de la Reforma del 18’, y con ese espíritu se realizó la toma.
Fue la primera experiencia de lucha para muchos de las y los secundarios ahí presentes. Quizás con un poco de miedo, viendo pasar a los móviles policiales que nos señalaban y registraban nuestras caras.
Mientras debatíamos en la puerta del hospital, nos enteramos de la espeluznante militarización de los otros dos puntos donde se podía realizar la Asamblea Universitaria: el Complejo Ferial y el predio de la Facultad de Ciencias Agropecuarias.
A pesar de las dificultades, los secundarios nos organizamos y nos cuidamos entre nosotros, registrando los nombres de todos los estudiantes presentes del cole y estando atentos a movernos siempre juntos.
Algunos medios de comunicación, como el diario Alfil o La Voz del Interior, se encargaban de demonizarnos como “violentos” y “antidemocráticos”. Sin embargo, vimos cómo fue el rector Hugo Juri el que quiso callar nuestros reclamos con patotas de la Franja Morada, policía provincial, carros hidrantes, infantería, policía federal y policía montada. Las y los estudiantes secundarios difundimos por nuestros propios medios como usando la página de la agrupación de La Chispa en el Manuel Belgrano que con videos o comunicados expresábamos como la lucha se iba desarrollando, planteando nuestra posición y denunciando el accionar policial.
Veníamos dando pelea hacía meses, partiendo siempre de tres ejes fundamentales: fuera los empresarios de la UNC, por una Asamblea Universitaria con las aulas llenas y por un lugar de representación en el Honorable Consejo Superior para nosotros y también para nuestros compañeros docentes. Por todo esto logramos poner estas discusiones en la agenda.
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Cambios para que nada cambie
Finalmente, en esta reforma se integraron al Consejo Superior de la Universidad los directivos de los colegios Manuel Belgrano y Monserrat. El rectorado tuvo que tomar la demanda de que los preuniversitarios tenían que estar representados. Pero, sin que nadie los elija, incorporo exlusivamente a los mismos directivos que avalaron la ilegitima Asamblea Universitaria postulándose en contra del movimiento estudiantil. Incluso, sostuvieron el mismo discurso que el propio Juri dentro del consejo asesor de la escuela Manuel Belgrano.
Esta postura que incorpora a los directivos al Consejo Superior, la repudiamos cuando conquistamos un lugar en la mesa de diálogo con el propio rector. A esta mesa de diálogo fue a a discutir Martina Sipowicz, consejera electa y delegada votada en asamblea; método que exigimos desde la agupación La Chispa para definir a nuestros representantes.
Cuando llegó la noticia de que la reforma había sido aprobada en una sesión express de seis minutos y sin la presencia del rector en el recinto, la sensación predominante fue que teníamos que salir a las calles. No podíamos quedarnos atrás. Teníamos que expresar en el centro de Córdoba lo que el macrismo estaba haciendo con nuestra Universidad, con nuestra educación.
Ahora es hora de sacar lecciones, partiendo de que con nuestra lucha y organización logramos imponerle limitaciones a la reforma neoliberal del rector Hugo Juri y la Franja Morada. Los empresarios se quedaron afuera del Honorable Consejo Superior, sin voto y con voz exclusivamente cuando 2/3 del recinto pida su asesoramiento y sin poder opinar sobre asuntos académicos.
La lucha no terminó el jueves 15. Solamente empezó otra etapa para el movimiento estudiantil en el marco de lo que se puede venir de la mano del macrismo. Para profundizar la democracia en la UNC y para defender la educación pública, hay que comprender que esta reforma de la Franja Morada es un putapie para el avance macrista en el ámbito educativo cordobés.
Por esto desde el No Pasarán en la Juventud del PTS exigimos la representación de docentes y estudiantes preuniversitarios en el Consejo Superior y consideramos que para lograrlo tenemos que poner en pie nuestras demandas. La pelea que queda es seguir organizando una resistencia real frente a la derecha en estos y futuros avances sobre nuestra educación.
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