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Red Internacional
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Striketober. Los trabajadores estadounidenses están en huelga contra el sistema salarial de dos niveles

La ola de huelgas que vive Estados Unidos este octubre, conocida como Striketober, continúa creciendo. Los trabajadores empiezan a pelear contra el sistema salarial de dos niveles que firmaron las direcciones sindicales en la última década, afectando conquistas históricas y dividiendo a la clase obrera en trabajadores de primera y segunda. Se trata de una inmensa muestra de solidaridad y deja lecciones clave para las luchas que se avecinan.

Lunes 18 de octubre de 2021 14:16

La presente es una traducción editada del artículo original en inglés publicado en el sitio Left Voice, parte de la Red internacional La Izquierda Diario.


En los piquetes de los trabajadores de Kellogg’s en huelga los carteles repiten una y otra vez el mismo slogan: "igual salario por igual trabajo".
Es una reivindicación que mencionaron varios trabajadores cuando les preguntamos por qué están luchando. Dijeron que su pelea es contra un sistema de dos niveles que ha dividido a los trabajadores desde que se implementó su último contrato hace seis años.

Ellos señalaron lo injusto que es que los trabajadores contratados más recientemente, que realizan el mismo trabajo junto con los trabajadores mas viejos en la línea de producción, ganen significativamente menos, tanto en salarios como en beneficios. Mientras que los trabajadores del Nivel 1 (los que ingresaron a trabajar antes del último convenio) pueden elegir si hacen o no horas extra, los del Nivel 2 (contratados los últimos años) se ven obligados a hacerlas. Esto implica jornadas de hasta 16 horas por día, siete días a la semana.

Ahora, ante las negociaciones de nuevos contratos, los trabajadores de Kellogg’s están declarando enfáticamente su solidaridad con sus compañeros de trabajo más jóvenes y su derecho a ganar el mismo salario por el mismo trabajo. Es una pelea que todos ven como propia.

Pero esta no es solo un problema que se vea en Kellogg. A principios de esta semana, los trabajadores de la salud en las instalaciones de Kaiser Permanente (consorcio de administración de hospitales y servicios de salud) en California y Oregon votaron abrumadoramente a favor de una autorización de huelga después de meses de negociaciones para un nuevo contrato. Los trabajadores, organizados en la Alliance of Health Care Unions, autorizaron la huelga ante los intentos de Kaiser de imponer un sistema salarial de dos niveles en el nuevo acuerdo. Según este acuerdo, las y los trabajadores que sean contratados a partir de 2023, ganarán entre un 26% y un 39% menos que los trabajadores actuales.

Kaiser Permanente ha impulsado este sistema de dos niveles con la excusa habitual de una caída en la rentabilidad y el mal funcionamiento de los negocios. Pero estas afirmaciones son evidentemente falsas. El gigante de la salud, incluso en medio de la pandemia, ha reportado miles de millones en ganancias.

El hecho de que los trabajadores de hoy estén luchando para aplastar el sistema de dos niveles es un avance notable. Durante años, las empresas han utilizado el sistema de dos niveles para debilitar los sindicatos. Los trabajadores más nuevos, que se quedan sin las mismas protecciones que reciben los trabajadores con mayor antigüedad, esencialmente se convierten en una "segunda clase" dentro de las fábricas y lugares de trabajo. Aunque esta lucha se lleva a cabo como parte de las nuevas negociaciones contractuales, la pelea contra el sistema de dos niveles es una gran muestra de solidaridad por parte de los trabajadores de mayor antigüedad y que tienen mejores condiciones laborales. Es una lucha contra las divisiones en las filas de la clase trabajadora y a la que hay que prestar mucha atención.

¿Qué es el sistema de dos niveles?

Durante las últimas décadas, los trabajadores se han enfrentado a una ola de ataques a sus derechos y beneficios conquistados cada vez que se sentaban a negociar un nuevo contrato laboral. Esto fue especialmente duro en los contratos negociados después de la Gran Recesión, donde los trabajadores se vieron obligados a pagar por la crisis capitalista. Después de la crisis de 2008, la administración Obama gastó más de 1 billón de dólares para rescatar a grandes bancos y corporaciones mientras millones perdieron sus hogares. En los lugares de trabajo, los capitalistas presionaron por contratos a la baja, quitando beneficios y conquistas previas, con la amenaza de despidos y cierres de plantas. Las empresas pudieron preservar su rentabilidad a expensas de los mismos trabajadores que las mantenían en funcionamiento y sobre cuyas espaldas obtenían esas ganancias. Uno de los aspectos principales de estos nuevos contratos fue el sistema de dos niveles, que ha tenido implicancias estructurales para clase obrera, generando trabajadores de primera y segunda incluso estando afiliados al mismo sindicato y trabajando en el mismo lugar, con las mismas tareas.

Estas concesiones otorgadas a los empresarios, fueron garantizadas con la ayuda de la burocracia sindical. En lugar de luchar con toda la fuerza de la clase trabajadora contra los despidos, la subcontratación y los cierres, la burocracia sindical capituló ante las presiones de los patrones y actuó como sus agentes entre los trabajadores para entregar conquistas históricas. Los principales sindicatos adoptaron el discurso de que era necesario que los trabajadores firmen contratos desfavorables para aumentar la rentabilidad de los capitalistas y de esa manera salvar puestos de trabajo.

Uno de los ejemplos más significativos de este tipo de accionar de las direcciones sindicales fue la lucha por el último contrato de la empresa de reparto y correspondencia UPS en 2018. La dirección sindical, encabezada por Jim Hoffa Jr., no solo anuló una votación de autorización de huelga, sino que también anuló una votación de membresía que votó en contra de un contrato que buscaba imponer un sistema salarial de dos niveles. Para ratificar el contrato, utilizaron las lagunas burocráticas para sortear la falta de apoyo de los trabajadores de base.

Esto también lo vivieron los trabajadores automotrices. En 2019, 50.000 trabajadores de General Motors se declararon en huelga por un nuevo contrato. En el centro de sus demandas estaba la lucha contra el sistema salarial de dos niveles que los dividía. Los trabajadores se unieron a los piquetes con años de rabia reprimida: en 2009, la administración Obama rescató a compañías automotrices como GM que, sin embargo, obligaron a los trabajadores a realizar recortes drásticos. Después de años de trabajar por salarios más bajos, los trabajadores estaban preparados para hacer huelga para recuperar sus derechos. Permanecieron en los piquetes durante un mes. Sin embargo, el contrato final por el que votaron estaba lleno de concesiones a los patrones. Las direcciones sindicales no solo capitularon ante la amenaza de GM de cerrar dos plantas, sino que firmaron un contrato que mantuvo la estructura de niveles y permitió a GM contratar más trabajadores temporales, creando otro nivel de trabajadores precarios. Para vender su acuerdo tentativo, la burocracia sindical "trabajó horas extras" para pintar las concesiones a la patronal como una victoria. Utilizaron una combinación de desinformación y tácticas de miedo para pasar el contrato. En una planta en Tennessee, los dirigentes sindicales incluso llamaron a la policía para enfrentar
a los trabajadores que se estaban organizando para votar en contra.

Con el pretexto de proteger los empleos sindicalizados, la burocracia ha liderado esta verdadera cruzada para debilitar el movimiento obrero, manteniendo su alianza con los capitalistas y el estado y asegurando que los trabajadores solo ganen una pequeña fracción de lo que pueden ganar.

El camino por delante

Siendo los que verdaderamente crean valor, los trabajadores no merecen solo una parte de la torta, sino que se merecen la torta entera.

El último año y medio ha provocado un cambio dramático en la subjetividad de los trabajadores, que ahora ven que son ellos quienes garantizaron y produjeron todo. Durante la pandemia, mientras los trabajadores se vieron obligados a presentarse a trabajar todos los días, haciendo horas extras en condiciones inseguras, los patrones podían quedarse y trabajar desde casa y garantizarse millones en bonificaciones por no hacer nada. Los trabajadores ven que son ellos los que son esenciales, no los patrones.

La lucha por un nuevo contrato en Kellogg’s es ejemplificadora. Mientras luchan por mejores salarios, los trabajadores también pelean contra el cierre de plantas y la deslocalización de puestos de trabajo. La lucha contra el sistema de dos niveles combinada con la lucha contra el cierre de fábricas es un ejemplo inspirador que muestra que los trabajadores no tienen que elegir entre una u otra demanda. Como nos dijeron los trabajadores en la línea de piquete, empresas como Kellogg’s seguirán obteniendo ganancias millonarias incluso si conceden todas las demandas por las que luchan los trabajadores.

En contra de la codicia capitalista y para exigir lo que se merecen, decenas de miles de trabajadores están actualmente en huelga en todo Estados Unidos, y es probable que muchos más se unan a ellos en las próximas semanas. Que los trabajadores no solo luchen por sus conquistas, sino también por los trabajadores más jóvenes y las generaciones venideras, es una inmensa muestra de solidaridad y apunta a una lección clave para las luchas que se avecinan: cuando los trabajadores luchan juntos, pueden ganar.