Decenas de miles se movilizaron en distintas ciudades del país contra la nueva reforma jubilatoria. En Atenas, la marcha principal reunió cerca de 100.000 personas y hubo piquetes en varios accesos. Fue el más contundente de los tres paros generales contra el gobierno de Alexis Tsipras que continúa cediendo a las presiones de los acreedores imperialistas y descargando la crisis sobre los trabajadores y el pueblo pobre.
Viernes 12 de febrero de 2016
EL JUEVES 4 de febrero, Grecia se vio paralizada por una huelga general que tuvo alto acatamiento tanto en el sector público como privado, especialmente en los transportes. La medida fue convocada por las principales centrales obreras ADEDY (públicos) y GSEE (privados), paralizando la administración pública, trenes y aeropuertos entre otros sectores. Las movilizaciones fueron de las más numerosas de los últimos años.
La principal corriente sindical, PAME, orientada por el Partido Comunista que muchas veces rehusó plegarse a las medidas de lucha unificadas, adhirió esta vez al paro y participó de las marchas en todo el país, al igual que el conjunto de la izquierda griega. El importante sector portuario, ligado al turismo y la industria pesquera también vio paradas sus operaciones. Además, por primera vez la huelga tuvo el apoyo de pequeños comerciantes y productores también afectados por las medidas recesivas del gobierno. A las estaciones y aeropuertos desiertos se sumó el cierre de negocios dando más muestras de la contundencia del paro. Un nuevo ajuste del gobierno “progresista” Como ya es costumbre, el gobierno de Tsipras hizo la maniobra de presentar primero a los acreedores una reforma “suave” que, por ejemplo, proponía subir la edad mínima para jubilarse a 62 y “no recortar las jubilaciones”.
Tras el rechazo de la Troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y FMI), presentó un nuevo plan que eleva el límite a 67 años y recorta los ítems adicionales que perciben los jubilados. Una vez más, tras jurar defender los derechos del pueblo griego, el gobierno de Syriza pacta con el imperialismo europeo más ajustes cruzando las propias “líneas rojas” de las que prometen no retroceder. Así fue en febrero de 2015 cuando firmaron un primer pacto leonino con los acreedores imperialistas. Así fue en julio del mismo año, cuando aceptaron el memorándum que exigían los acreedores y el imperialismo europeo, violando incluso la voluntad popular expresada en un referéndum por más del 60% de los votos.
La nueva reforma pactada con la Unión Europea incluye a todo el Sistema de Seguridad Social que tiene sus cuentas en rojo y para sanearlo se aumentarán las contribuciones de los trabajadores y empresarios. Este es el recorte número 11 que reciben las pensiones desde 2010, mostrando la continuidad, más allá de los discursos, del gobierno de Syriza con sus predecesores de los partidos capitalistas tradicionales, como el “socialista” PASOK y la derecha de Nueva Democracia. Al igual que muestra “la nueva forma de hacer política” de Pablo Iglesias y PODEMOS en España, negociando la formación de gobierno con el tradicional PSOE y garantizando la estabilidad institucional en medio de la monumental crisis política que atraviesa el régimen español, Syriza y Alexis Tsipras demuestran que el reformismo solo llevan a la desmovilización, a la institucionalización de las demandas populares para terminar negociando con los enemigos de los trabajadores nuevos ajustes y “sacrificios”.
Las movilizaciones, paros y luchas por sector, como los obreros portuarios contra el intento de privatización, y las tres huelgas generales que protagonizaron los trabajadores griegos en apenas tres meses desde noviembre de 2015, son un gran aliento para que las masas griegas avancen en romper con las falsas expectativas que generó Syriza y abran el camino para la lucha independiente contra los chantajes imperialista y para que la crisis la paguen los capitalistas.