Luego de llorar el domingo de las elecciones, al día siguiente le trocó el gesto por una sonrisa. Colau lo logró gracias a los servicios de Iceta.
Lunes 17 de junio de 2019
Los resultados de las elecciones a la alcaldía de Barcelona indicaron una caída significativa de los “Comuns” que además quedaron por detrás de la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) liderada por Ernest Maragall. Así se explica el llanto de Ada Colau el domingo por la noche, como una despedida del bastón de la alcaldía.
La alcaldesa fue preparando a los simpatizantes de BComú para que acaben asumiendo la alternativa que finalmente ganó. Al día siguiente de su sollozar, cuando se dio cuenta que tenía una oportunidad, insistió en un “Tripartit” de progreso (¡sí, de ’progreso’!) que sume a la casta y a ERC que permitirá la investidura de Pedro Sánchez. Todos sabían que eso era imposible. Ni ERC quería al PSC, ni el PSC a ERC. Era la fórmula que posteriormente le sirvió para impulsarse a sí misma como alcaldesa con los votos que “ella no querría”.
Incluso hasta Esther Vivas, dirigente de Anticapitalistas, plantea que los tres votos de Ciudadanos-Valls son algo “simbólico”. Muy simbólico no puede ser puesto que sin esos tres votos, Ada Colau no hubiese llegado a la alcaldía. Los “Anticapitalistas” siempre tratan de endulzar los tragos amargos de los “Comuns”, pero sobre todo son los tragos amargos de los trabajadores precarios contratados por el ayuntamiento, los alquileres disparados, la juventud sin futuro, etc.
El pasado sábado la investidura fue muy diferente a la primera. Aquel día los gritos eran de “Sí, se puede”. Ahora ya no se habla de si se puede o no. Los gritos eran de “Alcaldesa” por sus partidarios. Sin embargo, la plaza estaba llena de banderas esteladas al grito de “Presos polítics llibertat”. Esta vez no hubo salida a la plaza para celebrar. Todo quedó circunscripto a las estrechas paredes de las instituciones. Desapareció el “pie en las calles”, solo se vio el “pie en las instituciones”. No hay equidistancia.
Sin embargo, el “Sí se puede” de aquel día se transformó en el compromiso de mantener el Mobile World Congress con sus empleos mal pagados y precarios; en traicionar el compromiso de las escaleras con los técnicos que trabajan subcontratados para Telefónica-Movistar; en sostener la precariedad de los trabajadores y trabajadoras del metro mientras hay más de 600 altos cargos cobrando una millonada; en promover la precariedad en el colectivo de trabajadores que dan asistencia en el hogar mientras la Acciona de Florentino se lleva un pastón.
Como colofón de estos cuatro años, ahora la alcaldesa podrá gobernar con la “casta” (al igual que pretende hacerlo Pablo Iglesias) y con el candidato pagado por los grandes empresarios. Podrá gobernar con aquellos que impulsaron o pretenden impulsar la aplicación del artículo 155 y, como es en el caso del PSC, apoyaron la acción judicial contra los presos políticos a través de la Fiscalía y la Abogacía del estado. No puede ser mejor.
Ada Colau insistió en múltiples ocasiones en que esos tres votos de Manuel Valls de Ciutadans no han sido pactados y que como tal no hay contrapartidas. Sin embargo, nada es gratis en este mundo. Si la contrapartida no la negoció Colau, lo habrá hecho Miquel Iceta que es muy ducho en negociar entre bambalinas. Hay que tener en cuenta que hay muchas alcaldías y diputaciones con un alto presupuesto para repartir.
Con estos apoyos, los “Comuns” se han sumado por izquierda a la persecución contra el independentismo. Aunque haya un lazo amarillo en la fachada del consistorio, y se hagan arengas por la libertad de los presos políticos, lo cierto es que Ada Colau se sumó a los designios de Iceta y Valls de poner un freno a las fuerzas independentistas. Manuel Valls aseguró que no había presos políticos. Y, todo esto mientras los presos políticos sufren un juicio plagado de injusticias. Como dijo Colau “no somos equidistantes”, hace tiempo que tomaron partido, por el Régimen del 78.
Las segundas partes no suelen ser mejores, como se dice popularmente. Y, ya hay señales de ello. En su discurso de investidura, Ada Colau ha dejado pistas. Dijo “En las situaciones difíciles encuentras contradicciones y te debes preguntar cómo servirás mejor al conjunto de la ciudadanía. Por eso hemos dado este paso". Pero, ¿a qué ciudadanía? ¿A los dueños de las empresas que pagan salarios miserables o los trabajadores que luchan contra la precariedad? Tampoco hay equidistancia aquí.
Los cuatro años de alcaldía de Ada Colau y los “Comuns” se han decantado por favorecer los negocios de los poderosos, han sostenido a los políticos de la casta y han sido una continuidad respecto de la alcaldía anterior del convergente Xavier Trias. Estos cuatro años continuarán siendo una profundización de lo mismo. Seguramente se hará la conexión de los dos tramos de tranvía por la Avenida Diagonal a través de la privatización del servicio, la fastuosa obra de la Plaça de les Glòries, entre otros negocios capitalistas.
La otra ’casta’: tampoco era una alternativa de ’izquierda’ Ernest Maragall
Sin embargo, la fuerte crítica a la política de los “Comuns” no significa que ERC y Junts per Catalunya fuese una alternativa progresista a Ada Colau. Los partidarios de la antigua Convergència ya demostraron estar al servicio de los poderosos contra los trabajadores bajo la alcaldía de Xavier Trias. Lo han demostrado en la Generalitat con el 3%, el caso Palau, las sedes embargadas, la condena a Prenafeta y Alavedra, etc.
Pero ERC no se queda detrás. Comenzó con los recortes cuando era parte del Tripartit con el PSC e Iniciativa per Catalunya (estos últimos ahora dentro de BComú). Luego del breve paréntesis en que los recortes fueron aplicados por Artur Mas y el apoyo del PP, fue ECR conjuntamente a la antigua Convergència quien los continuó, ahora bajo la bandera de Junts pel Sí.
Y aunque los dirigentes de estos partidos hoy están presos por haber llevado a cabo un Referéndum que el búnker del 78 quiso impedir con todos sus medios, el partido de Junqueras y el de Puigdemont, hicieron lo posible para que los resultados del referéndum del 1-O no se hagan efectivos y desde la presidencia del Parlament catalán tratar de enterrarlo definitivamente. Nunca quisieron la DUI, nunca quisieron desobedecer al Régimen del 78. Como dijo la Ponsatí, fueron de farol. O como dijeron los abogados en el juicio al procés, nunca fueron fieles a proclamar la República catalana.
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ERC y JxCat como mucho quieren una independencia pactada con el Régimen del 78 y el Ibex 35. Cuestión absolutamente imposible, puesto que desde Madrid comen de lo producido por la clase trabajadora en Catalunya. Por tanto, es imposible un referéndum pactado, ¿alguien tiene duda alguna al respecto?, y ambas formaciones nos llevan hacia un camino que acaba en un precipicio.
Es necesaria una izquierda anticapitalista y de los trabajadores
La acción de los “Comuns” demuestra que no hay, ni puede haber equidistancia. O se está con la clase trabajadora para acabar con la precariedad, el paro y los salarios de miseria. O se está con los grandes empresarios que se aprovechan de las duras condiciones de los asalariados y que empobrecen a los pequeños comercios (botiguers) y las clases medias. Por ello cuando Colau dice gobernar en nombre de todos, no hay que olvidar que cosas así ya han dicho los Pujol, Aznar, González, Maragall, etc.
Lo cual demuestra que si se quiere tener “pies en las calles”, representar el grito de los jóvenes del 15M, acabar con la precariedad laboral o la brecha salarial, hay que impulsar la movilización de masas en las calles en lugar de pactar con la casta. Hay que promover la organización de los trabajadores y las trabajadoras desde abajo, en los comités de empresa hasta acabar con la burocracia sindical que ahoga y aísla las luchas obreras.
Pero incluso la acción de la CUP que se ciñe “fil per randa” (punto por punto) a los representantes de la burguesía catalana, esto es a JxCat y ERC, acaba en vía muerta. Es necesario romper con la burguesía. Con la burguesía española y con sus socios menores, las burguesías catalana y vasca. Es necesario una izquierda independiente de la burguesía, una izquierda anticapitalista, de los trabajadores y socialista.