Conversaciones sobre Luciano Arruga y Julio López de jóvenes trabajadores, en un comedor de una fábrica de La Matanza.
Martes 18 de noviembre de 2014
En el comedor de la fábrica está prendida la televisión. El videograf dice:
“Apareció el cuerpo de Luciano Arruga”. Ya habían pasado dos semanas, pero algunos desconocen lo que sucedió y empiezan con las preguntas de algunos:
“¿Dónde estaba?”, “¿cómo hicieron para saber?”, “¿era de la [Villa] Palito?”.
Responden otros: “Era de 12 de Octubre”, “desapareció hace seis años”.
Alguien quiere explicar un poco más: “Dicen que se negó a hacer ´un trabajito´ para la policía”.
Hacen silencio. Ninguno lo pone en duda. Como si lo hubieran sentido en el cuerpo.
Rodeados de supervisores y jefes que devoran con impunidad, sigue por lo bajo la conversación: “Están todos metidos”, “Hasta los políticos”. Todos asienten con la cabeza.
El más participativo comenta: “hay que ver que pasa con el otro viejo”. “¿Quién?”, “¿López?”. “Ese sigue desaparecido”, dice otros como para ir terminando. Mastican la bronca y cambian de tema.