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Red Internacional
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Plebiscito. Macaya y el rechazo: Prometer reformas para que la élite y los empresarios sigan gobernando

En el programa mesa central el presidente de la UDI Javier Macaya habló sobre la propuesta de “rechazar para reformar”, intentando mostrar a una UDI moderna, lejos de lo que fue su periodo de formación. Ahora, que está en cuestión la Constitución que escribió uno de sus fundadores, parece que quieren mostrarse distintos, pero no es más que una falsa careta para dotar de una nueva legitimidad el mismo modelo que impusieran Jaime Guzman y la Junta Militar de Pinochet.

Antonio Paez

Antonio Paez Dirigente Sindicato Starbucks Coffe Chile

Lunes 11 de julio de 2022

Durante la mañana del domingo el presidente de la UDI, Javier Macaya, dió una larga entrevista donde intentó lavar la imagen de la derecha de cara al próximo plebiscito. Este lavado de imagen tiene que ver con mostrar a la derecha abierta a cambios al modelo impuesto durante la dictadura e ideado por uno de sus fundadores, Jaime Guzman.

Pero en el fondo del debate, Macaya fue claro en señalar cuáles eran son los temas que les molestan y los que están haciendo campaña del terror: Plurinacionalidad, la Derecha quiere integrar a los pueblos originarios pero sin darles ningún tipo de reconocimiento formal, seguro que su multiculturalidad será darles mayor “visibilidad” y quizás instalar uno que otro centro turístico mientras las forestales y los colonos siguen explotando mano de obra barata y el medio ambiente con monocultivos a gran escala. Dicen que quieren implementar “bien” los derechos sociales, lo que seguro en su lógica subsidiaria será entregar más “vouchers” a la oferta o más igualdad de acceso a la salud a costa del endeudamiento o seguros privados (más negocios), frente al cuidado del medioambiente, Macaya considera que consultar a las poblaciones locales sobre la instalación de un proyecto minero, forestal o energético, sería “antiestractivismo”, etc.

Todas estas frases que se suman a “los presos van a poder ser presidentes” o “no se podrán hacer helados de agua porque no se puede hacer negocio con el agua” no son más que intentos de la derecha, la vieja concertación y los empresarios por ridiculizar las demandas de la clase trabajadora y los sectores populares, que más allá de cómo están hoy expresados en el proyecto de nueva constitución, expresan necesidades urgentes y que hasta ahora no están siendo resueltas.

Lo más irónico de todo esto, es que ahora la UDI descubrió su espíritu socialdemócrata, su rechazo al estado subsidiario y pide que no les pidan credenciales de “buena fe” sobre su intención de reformar, aun cuando estuvieron décadas negándose a cualquier cambio.

Macaya repite el libreto de la “política sin política”, de la política sin ideologías donde el “bien común” debe estar por delante pero sin señalar ni para quién es ese bien, ni cuál es la idea que está tras la falta de política. Con esta operación la UDI y la derecha en general han intentan instalar la idea de que la “reforma” tras el rechazo deberán hacerla “expertos”, abogados y juristas que serán pagados por los grandes empresarios para relegitimar un modelo que se puso en jaque durante las protestas de octubre del 2019.

Afirmándose de los dichos de Lagos, Macaya asegura no querer “pautear”, pero apuesta por un acuerdo entre los partidos tradicionales el mecanismo, entre los partidos que han defendido el modelo, por eso da igual que el primer paso de “rechazar para reformar” sea bajar los quorum de 4/7 ya que dentro del sistema la derecha y los sectores conservadores de la vieja concertación siguen teniendo poder de veto. Además hablan de “una buena constitución” pero no dicen para quien sería esta “buena constitución”.

Por todo esto, los principios que quieren poner sobre la mesa es rehabilitar el modelo económico actual, no quieren que se mueva ni una coma de lo económico, dicen que la nueva constitución se escribió con rabia, pero la rabia venía de la dictadura de los muertos, desaparecidos, de las familias que hicieron fortunas con las privatizaciones de las empresas estatales.

Por eso uno de los puntos críticos para Macaya es si los servicios serán públicos o privados, que lo importante es que sean “eficientes”, es mantener la lógica que rige actualmente en el negocio de los derechos sociales. No importa si se llama subsidio o derechos sociales, lo importante es que esté.

Macaya no es más que el fiel reflejo de una derecha a la ofensiva, una derecha que se siente con confianza y en un espacio cómodo, donde no importa lo que digan, saben que lograron mover la cancha a su lado y que el resto tendrá que responderle a ellos y no al revés.

Una posición independiente para enfrentar a la derecha.

La campaña del rechazo y la derecha debe ser combatida por todos los medios, hay que quebrar cualquier tipo de confianza que puedan instalar quienes han defendido con uñas y dientes el actual modelo económico, político y social que existe en el país.

Pero también hay que mantener una posición independiente de los sectores que nos llaman a aprobar, no podemos guardar ninguna ilusión en que será la nueva constitución la que nos permitirá terminar con el chile de los 30 años.