Víctor Heinecke, exdiretivo de TBA, fue procesado por la masacre de Once que dejó 51 muertos. Pero antes del juicio consiguió una “falta de mérito”. Macri le acaba de dar un alto cargo en Transporte.
Daniel Satur @saturnetroc
Domingo 26 de junio de 2016 00:00
Foto DyN
De tener parte de responsablidad por la masacre de Once durante el kirchnerismo a “planificar” y “coordinar” el transporte público de la mano de Macri. El derrotero del ingeniero Víctor Alejandro Heinecke bien puede tomarse como un ejemplo de empresario-funcionario “exitoso”.
En el Boletín Oficial publicado el 15 de junio se anuncia que “por decreto 777/2016, el presidente Mauricio Macri designó como Subsecretario de Planificación y Coordinación de Transporte (retroactivo al 1° de marzo) al Ingeniero Victor Alejandro Heinecke (DNI N°21.109.775). Su cargo es subsidiario de la Secretaría de Planificación de Transporte del Ministerio de Transporte de la Nación”.
Calaramente se trata de un cargo para el que, según dicta el sentido común (que es el menos común de los sentidos), ante todo hay que tener idoneidad y profesionalismo.
Su nombre ya figura en la web del Ministerio de Transporte
¿Currículum o prontuario?
Experto en “evaluación de proyectos de inversión”, en “refinanciación de pasivos societarios” y en “elaboración de ofertas económicas en licitaciones públicas”. Así se presenta públicamente Heinecke ante quien quiera conocer su trayectoria personal.
A su vez la docencia es desde hace muchos años uno de sus refugios. Es un destacado profesor de la Universidad Católica Argentina (UCA), una de las usinas de formación profesional del funcionariato de Cambiemos. Allí, desde hace diecisiete años Heinecke dicta Economía y Evaluación de Proyectos y desde hace cuatro Administración de Empresas.
Sin ponerse colorado, Heinecke también dice públicamente que su trayectoria anduvo sobre rieles. Su “currículum” contiene entre sus antecedentes laborales el haber sido durante más de quince años Jefe de Evaluación de Proyectos de la empresa Trenes de Buenos Aires, la compañía de los hemanos Cirigliano, hoy condenados a varios años de prisión por el asesinato de 51 personas y las heridas producidas a cientos más la fatídica mañana del 22 de febrero de 2012 en la estación ferroviaria de Once.
Quizás con un alto grado de ironía, Heinecke aclara que esa tarea la cumplió hasta mayo de 2012, apenas tres meses después de la masacre, y que entre esa fecha y julio de 2013 fue Jefe de Control de Gestión de la Unidad de Gestión Operativa Mitre Sarmiento. La Ugoms fue el engendro administrativo entre el Estado y privados que armó el kirchnerismo tras el escándalo político que produjo ese crimen social.
Un “susto” con final feliz
Luego de la Masacre de Once Víctor Heinecke fue citado a declarar varias veces por el juez federal Claudio Bonadio, a cargo de la investigación del caso. El Jefe de Evaluación de Proyectos era parte del pelotón de imputados por el choque criminal del tren chapa 16 de la Línea Sarmiento. En la lista estaban obviamente sus mandamaces de TBA, los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, además de exfuncionarios de la talla de Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi.
El 18 de octubre de ese año Bonadio finalmente lo procesó junto al resto de los imputados. En el auto de procesamiento el juez lo acusó de integrar, en su carácter de directivo de TBA, una “asociación ilícita”. Y fundamentó el cargo diciendo que “se observa que existieron propósitos colectivos” entre todos los imputados “para organizarse con el fin de cometer delitos en forma indeterminada”.
Menos de tres meses después, el 11 de enero de 2013, la Cámara Nacional de Apelaciones en Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal dictaminó la “falta de mérito” para Heinecke y por lo tanto revocó el procesamiento que pesaba sobre él. El tribunal compuesto por los jueces Horacio Cattani, Martín Irurzun y Eduardo Farah dijo entonces que, “dada las evidencias recogidas hasta el momento en lo que respecta a las funciones desempeñadas” por el imputado, se decidió hacer lugar al pedido de la defensa de Heinecke respecto de la falta de mérito.
Los jueces dijeron que si bien Bonadio había comprobado que Heinecke había hecho “diversos viajes” al exterior “junto a otros encausados” en función de su pertenencia al directorio de TBA, eso no permitía “conectarlo eficazmente con los hechos” que debían jusgarse, es decir con el accidente del 22 de febrero de 2012. Por eso creyeron más que opotuna la “revocación del procesamiento” de Heinecke, no así del resto de los imputados.
Así, cuando el 18 de febrero de 2013 Bonadio finalmente elevó la causa a juicio oral, el Jefe de Evaluación de Proyectos de TBA quedó fuera del listado de acusados.
Dime quién te defiende...
En aquella causa a Víctor Heinecke lo patrocinó Martín Clemente, el mismo abogado que también defendió a otros directivos de TBA en el mismo proceso, entre ellos Carlo Ferrari, Jorge De Los Reyes, Carlos Pont Verges, Francisco Pafumi, Víctor Astrella y Guillermo D’Abenigno.
Cualquier duda respecto al rol “estratégico” de este abogado en la causa se debería disipar al conocer la coartada que usó para pedir el sobreseimiento de todos sus defendidos. Para Clemente “la única causa determinante del accidente investigado, fue la violación al deber de cuidado comprobada en cabeza de Marcos Antonio Córdoba”, es decir del maquinista de la formación chapa 16 del tren Sarmiento que no perdió la vida en el accidente de pura casualidad.
Nada que asombre. Clemente fue durante una década abogado de Juan José Galeano, el exjuez del caso AMIA, hoy procesado por las irregularidades de la investigación del atentado cometidas durante el menemismo. En abril de 2015 Clemente renunció a la defensa de Galeano. Pero no lo hizo por principios sino por cuestiones materiales. En el escrito enviado al Tribunal Oral Federal 2 dijo que le era imposible ser defensor de Galeano ya que para los meses en que estaba programado el juicio por el encubrimiento del caso AMIA él también iba a ser abogado de varios imputados en el juicio por la masacre de Once. Una cuestión de tiempos, nomás.
Tiempo de revancha
Víctor Alejandro Heinecke hoy es flamante subsecretario de Planificación y Coodinación de Transporte. Tiene solo dos jefes, el secretario de Planificación Germán Bussi y el vendedor de autos y ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.
Desde hace algunos días Heinecke es uno de los máximos encargados de orquestar, junto a otros funcionarios y, sobre todo, a empresarios del sector, todo lo referente a horarios, frecuencias, recorridos y estado de los ramales de los trenes, los colectivos, los subtes y otros medios de transporte público.
Lejos quedaron los tiempos en los que en las aulas de la UCA hasta sus estudiantes (pichones de empresarios tan insensibles como él) lo miraban de reojo ante tamaña responsabilidad por la muerte y las heridas de cientos de personas ocacionadas por el desfinanciamiento del tren Sarmiento y el devío de millones para otros negocios, incluso en otros países.
Ahora disfruta de un cargo para el que (él está convencido) es tan idóneo y profesional como lo son Juan José Aranguren en temas de energía, Alfonso Prat-Gay en economía, Patricia Bullrich en “seguridad” y el rabino Bergman en medioambiente.
Con la llegada de Heinecke al Ministerio de Transporte la ceocracia sigue sumando “expertos”. Y el pueblo trabajador verdugos.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).