Estuvieron Moyano, Caló, Barrionuevo y otros burócratas, quienes al salir no hicieron declaraciones. Un silencio que aturde, mientras el ajuste sigue apretando el bolsillo de la clase trabajadora.
Daniel Satur @saturnetroc
Jueves 14 de abril de 2016
Fotografía: DyN
Hasta hace muy poco tiempo el líder de los metalúrgicos Antonio Caló, el de los albañiles Gerardo “Batallón 601” Martínez y el de los estatales de UPCN Andrés Rodríguez eran fervientes “compañeros” de Cristina Fernández. Pero ninguno de ellos estuvo ayer en Comodoro Py apoyando a la expresidente. Por esas horas se estaban preparando para el encuentro que pasadas las 17 tuvieron en la quinta de Olivos con Mauricio Macri.
De la reunión con el presidente, su ministro de Trabajo Jorge Triaca y su jefe de Gabinete Marcos Peña, también participaron Hugo Moyano, Luis Barrionuevo, el líder del sindicato de Comercio Armando Cavallieri, el de la Uatre Gerónimo “Momo” Venegas, el de Obras Sanitarias José Lingeri y el de Dragado y Balizamiento Juan Schmid.
La idea, según habían dicho previamente, era manifestarle a Macri la “preocupación” de la dirigencia sindical ante los despidos masivos que se vienen sucediendo tanto en el sector público como en el sector privado. En las últimas semanas varios dirigentes vienen hablando de la necesidad de que impulse una ley de “emergencia ocupacional” para prohibir los despidos y aumentar las indemnizaciones.
Ese reclamo, incluso, se expresaría el próximo 29 de abril en una movilización conjunta que estarían preparando las tres CGT y las dos CTA. Al entrar a la reunión Barrionuevo ratificó a los periodistas la movilización ese día al Monumento al Trabajo.
Otro de los reclamos, siempre según sus declaraciones públicas, es por cambios de fondo en el impuesto al salario y un planteo muy general sobre la carestía de la vida del movimiento obrero que se profundizó desde que asumió el nuevo gobierno.
Todo lo anterior, vale recordar, se produce mientras esos mismos dirigentes, sobre todo los de los sindicatos más fuertes de la industria y los servicios, se niegan rotundamente a llevar adelante cualquier tipo de medidas de fuerza en un marco de ajuste, despidos, inflación y tarifazos que está produciendo graves consecuencias en muchos sectores de trabajadores y un malestar social generalizado.
“Es válido el esfuerzo que están haciendo”
Con esas palabras intentó definir el ministro Triaca, al finalizar la reunión, el espíritu que le transmitieron al Gobierno el puñado de burócratas con el que se acababan de encontrar.
Se refería al proyecto de “unificación” de las tres CGT que vienen discutiendo Moyano, Barrionuevo y Caló. Pero esa reflexión del ministro bien puede extenderse a otros “esfuerzos” que vienen realizando los dirigentes y que son del agrado del Poder Ejecutivo. Por ejemplo el de resistir la presión de las bases y así evitar tener que ponerse al frente de un plan de lucha a la altura de las necesidades de la clase trabajadora. Durante los últimos cuatro meses estos dirigentes fueron un factor clave para que pasaran la inflación y más de 100.000 despidos sin un paro nacional que comenzara a enfrentar de forma contundente el plan de ajuste.
Con semejante actitud contemplativa y conciliadora de los burócratas, el ministro de Trabajo se sintió a sus anchas como para declarar en el mismo momento, y sin ponerse colorado, que el gobierno tiene las “herramientas para evitar despidos”. Como nadie de los presentes le preguntó “¿y entonces por qué no las usan?”, Triaca no necesitó aclarar ni profundizar el punto.
Triaca también anunció que el Gobierno va a convocar al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil (sin fecha precisa), que va a actualizar el seguro de desempleo (sin monto preciso) y que va a enviar un proyecto de reforma de la escala del Impuesto a las Ganancias pero recién a ser aplicado en 2017.
Algo que los periodistas presentes no pudieron corroborar en la conferencia de prensa es si Triaca aplicó una fuerte dosis de cinismo o bien estaba refiriéndose a un tema totalmente ajeno al trabajo cuando dijo, con gesto adusto, “entendemos el sufrimiento de la gente”.
No saben, no contestan
Según la agencia DyN, fuentes sindicales dijeron que los dirigentes gremiales salieron de la reunión “desilusionados” y con “las manos vacías”, ante la falta de respuestas concretas del gobierno. Sin embargo como hasta el momento ninguno de los burócratas hizo declaraciones públicas sobre el encuentro dejaron toda conclusión sobre el mismo en manos de Triaca. Una buena forma de hacerse los distraídos sobre algo que, previamente, había generado mucha expectativa.
Si ni siquiera pudieron arrancarle a Macri y sus funcionarios una mínima certeza respecto al reclamo por el impuesto a las ganancias, lo que preocupa hace años a esos mismos dirigentes, evidentemente mucho para decir ante las cámaras no tenían.
Pero resultaría más que sospechoso que en la reunión no se haya llegado a ningún acuerdo sobre nada. ¿Acordaron, como habían anticipado algunos medios, que el gobierno pagará este año parte de los $ 28.000 millones que el Estado debe a las obras sociales? ¿Hablaron de algún otro tipo de acuerdo económico o financiero entre Estado y gremios para mejorar las arcas de las organizaciones o, lo que resulta lo mismo, los fondos de sus aparatos burocráticos?
Aún no se sabe, pero algo jugoso tiene que haber ofrecido el gobierno si intenta que esas dirigencias no utilicen su poder de fuego y su capacidad de movilización en un contexto social en el que “el horno no está para bollos”.
Se sabe que sin un par de millones de justificaciones, esas burocracias sindicales pueden encontrar más de un motivo para terminar con la tregua y el “aguante” que le vienen dando a Macri. Es parte constitutiva, casi genética, de esas dirigencias esperar siempre la llegada de fondos del Estado o de las mismas patronales a cambio de seguir cumpliendo el rol traidor y criminal de dejar librada a su suerte a la enorme mayoría de los asalariados.
La tregua que esas conducciones gremiales le siguen dando al macrismo solo puede entenderse desde esa perspectiva. Por eso, mientras ellos negocian entre las cuatro paredes de Olivos o de la Casa Rosada, a espaldas de los trabajadores y hablando lo menos posible, el planteo de cada vez más trabajadoras y trabajadores, así como el de la izquierda y el sindicalismo combativo, es el de la puesta en pie de un verdadero plan de lucha nacional, con paro general y movilización hasta derrotar el ataque del gobierno nacional, de los gobiernos provinciales y de las patronales nacionales y multinacionales.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).