Los cruces de los candidatos por el narcotráfico esconden una misma política demagógica, represiva e inútil: “combatir” el narco y la trata de mujeres con las mismas fuerzas de seguridad que organizan éstos negocios ilegales.

Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Martes 17 de noviembre de 2015
En el debate del domingo no faltaron los cruces y facturas por el problema del narcotráfico. El primero fue Mauricio Macri, que atacó a Daniel Scioli a través del gran perdedor de las elecciones de Octubre: ¿"Vos creés de verdad, como dice Aníbal Fernández, no hay narcotráfico en Argentina?", le dijo. Una crítica cobarde de parte del candidato de Cambiemos, que no osó mencionar las denuncias que pesan sobre Fernández por el tráfico de efedrina y otros precursores para producir drogas sintéticas.
Scioli devolvió el favor, haciendo alusión a las preocupaciones gorilas de cierto sector enriquecido de la capital: “Si todavía no pudiste resolver el problema de los trapitos, ¿en serio vos creés que la gente va a creer que vas a poder resolver el problema del narcotráfico?“.
Sin embargo, detrás de las chicanas, se esconde una misma política.
“Tolerancia cero” con los trabajadores y la juventud
Cada candidato se encargó de destacar un aspecto de esta misma política. Scioli hizo eje en el “blindaje de las fronteras” con las Fuerzas Armadas, haciendo un enorme guiño a las declaraciones de Sergio Massa que plantea movilizar el Ejército a los barrios populares. También habló de “comisarías de la mujer”, un oximorón, ya que toda mujer que haya querido hacer una denuncia sobre violencia de género sabe muy bien que las comisarías son el lugar más hostil para ello.
Por último, hizo demagogia con impulsar una ley de decomiso de los bienes del narcotráfico, ley cuya autoría adjudicó –en otro guiño- a Massa pero que en realidad es del senador del PS Rubén Giustiniani y actualmente está cajoneada en la Cámara de Diputados ya que el oficialismo, que tiene mayoría, se negó a tratarla.
Por su parte, Macri cantó loas a la policía metropolitana y planteó la creación de una nueva agencia de Inteligencia dedicada a investigar el narcotráfico. Algo así como una mezcla entre la SIDE de Stiusso y el SEDRONAR que garantizó el tráfico de toneladas de efedrina para abastecer la producción y comercialización de drogas sintéticas ilegales.
La raíz de ambas políticas es una y la misma, y de hecho Scioli la nombró con todas las letras: la “tolerancia cero”. Esa vieja ideología inventada por la derecha norteamericana que pregona la saturación del territorio y en particular los barrios populares con fuerzas de seguridad. La única diferencia es que Macri pone como “modelo” la policía metropolitana que reprimió en el Borda, y Scioli pone como “modelo” la policía bonaerense que desapareció a Julio López y asesinó a Luciano Arruga.
Este modelo se aplicó en gran escala y con el despliegue del Ejército en México y Colombia con saldos de decenas de miles de personas asesinadas y desaparecidas. No solo esto sino que el narcotráfico no se terminó, sino que fue incorporado por el propio Ejército, que se convirtió el organizador del negocio, así como de la trata de mujeres que en México tiene también saldos trágicos. Sobre este modelo, para nada “nacional y popular”, se montan ambos candidatos y, a pesar de que no llegan tan lejos como para prometer el despliegue del ejército en las ciudades, sí apoyan medidas como la militarización de Rosario de la mano de las fuerzas federales, que prometen profundizar.
Los narcos viven en Nordelta
Ni una palabra dijeron, ni Scioli ni Macri, sobre los grandes puertos en manos privadas que garantizan el ingreso y salida de la droga, como se vio en los escandalosos casos del “carbón blanco” y el “narco-arroz”. Nada se dijo de los grandes negocios inmobiliarios que lavan el dinero del narcotráfico, ni de los narcos colombianos que viven en Nordelta y otros barrios privados–como denunció Nicolás Del Caño- y que tienen con impunidad empresas legales en Argentina para encubrir sus negocios. Ni una mención hicieron sobre la evidente y permanente complicidad de la policía con el narcotráfico, que tiene hasta a un ex Jefe de Policía de Santa Fe procesado por ello. Para estos candidatos, el narcotráfico solo está en los barrios populares. Con desprecio de patrones de estancia ambos se refieren a los jóvenes que sufren un uso problemático de las drogas de forma estigmatizante. Scioli los llamó “enfermos”. Macri dijo que la clave era “combatir el paco”, haciendo eje en la criminalización juventud más empobrecida en vez de en las toneladas de cocaína que salen con rumbo a Europa desde la Argentina, llenando los bolsillos de un puñado de traficantes y grandes capitalistas que lavan su dinero. El paco no es más que el residuo de ese gran negocio. Plantear que la clave es el paco es como querer curar el cáncer con aspirinetas, y de paso darle a la policía más aire e impunidad para perseguir a la juventud. Acordes con esta postura, ambos candidatos evitaron toda mención a las políticas de despenalización del consumo de la marihuana.
El domingo por la madrugada, cuando el debate presidencial ya había terminado y los candidatos ya habían recorrido todos los medios repitiendo el mismo discurso armado, personal de Gendarmería persiguió por las calles a dos jóvenes y luego ingresó de forma ilegal a una vivienda en el barrio Ludueña de Rosario. Allí, comenzó a disparar balas de gomas sobre uno de ellos. La víctima, que podría considerarse hijo de uno de esos “compañeros trabajadores” a los que se refirió Scioli, termino internada en el Hospital Eva Perón. Este es el simbólico cierre que la realidad le da al debate presidencial entre los dos derechistas. Pero en este caso no tuvo 53 puntos de rating.

Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)