Malka es una película de Walter Tejblum, un documental basado en una adolescente secuestrada por las redes de trata y prostitución de la organización Zwi Migdal.
Viernes 26 de septiembre de 2014
A principios del siglo XX, esta organización formada por judíos polacos traía mujeres pobres de entre 15 y 20 años engañadas a Buenos Aires. Todas pertenecían a la comunidad judía de países europeos. En Argentina llegaron a establecer entre 2000 y 3000 prostíbulos.
Tejblum inicia esta investigación a partir del cuestionamiento hacia su comunidad:
“¿Cómo puede ser? Los judíos, los de mi religión y de la religión de mi familia, que tuvo que escaparse para no ser víctima de humillaciones y con riesgo de ser asesinados ¿explotaban a las mujeres de su propia religión?”.
Malka Abraham logra escaparse de sus captores alrededor de 1930, se establece en Tucumán donde tiene que prostituirse para sobrevivir. Durante el documental, en las entrevistas, se expresan los prejuicios contra Malka, la consideran una mujer impúdica. Esta es la principal razón por la cual es discriminada en su comunidad. Esta marginación llega al extremo de prohibir que, al momento de su muerte, su cuerpo sea enterrado en el cementerio judío, algo que Malka solo logrará a cambio de donar su herencia a la comunidad.
Hay un constante cuestionamiento de Tejblum en sus entrevistas:
“¿Tenemos doble moral? ¿Nos importa entonces nuestra identidad? La imagen que nosotros establecemos y mostramos ¿es la misma imagen para afuera que para adentro de nuestra comunidad? ¿Cambió algo de todo eso en estos años, desde la Zwi-Migdal, desde Malka? El prejuicio, la humillación, ¿sigue siendo permanente? ¿Es algo inherente a lo humano?¿A lo judío?”.
Después de casi un siglo en nuestro país la violencia hacia las mujeres está intacta, las condiciones de vida de las mujeres siguen siendo difíciles. Las cifras de pobreza y precariedad en el empleo hablan de las situaciones desesperadas a las que son arrojadas las mujeres.
Las redes de trata y prostitución, manejadas por proxenetas, protegidas por funcionarios (que muchas veces participan del negocio como muestra el escándalo en Rosario), y vigiladas por la policía, son una de las expresiones más trágicas de la violencia que sufren todas las mujeres.