El Gobierno de Maduro anunció este jueves una nueva reconversión de la moneda a ser aplicada a partir del 1 de octubre, la tercera en lo que va de todo el período del chavismo. Con la nueva medida se eliminan seis ceros más al actual bolívar soberano en curso, que se transformará en el bolívar digital, pese a que continuará teniendo billetes y monedas, según lo declarado por el Banco Central de Venezuela. ¿Qué significa este nuevo anuncio?
Jueves 5 de agosto de 2021 22:31
Fotografía referencia AFP 6 abril 2021
El nuevo bolívar entrará en vigor el próximo 1 de octubre de 2021 "al aplicar una escala monetaria que suprime seis ceros a la moneda nacional. Es decir, todo importe monetario y todo aquello expresado en moneda nacional se dividirá entre un millón (1.000.000)", detalló el Banco Central de Venezuela (BCV) en un comunicado. Una medida que ya se veía venir, y preanunciada por algunos medios de prensa desde el pasado mes de julio.
El bolívar soberano, que nació en 2018 tras un paquetazo económico que incluyó una reconversión monetaria que en ese entonces eliminaba otros cinco ceros a la moneda, que se ha pulverizado tanto en su valor como también su desaparición como billete casi en su totalidad en las calles debido a la hiperinflación y la devaluación (llegaron a representar apenas 1,90% de todos los bolívares circulantes en el país durante febrero pasado, de acuerdo a las cifras del propio BCV).
De acuerdo al último reporte del BCV, actualmente, 4.036.194,85 bolívares soberanos se cambian por un dólar, mientras que el billete de más alta denominación es el de un millón. El actual bolívar soberano sustituyó al bolívar fuerte, creado en 2007 aunque comenzó a circular el 1 de enero de 2008, que ya supuso la eliminación de otros tres ceros a la moneda, por lo que la moneda venezolana habrá perdido, después del 1 de octubre, 14 ceros en 13 años. Constituyéndose así ya en la devaluación más grande en toda la historia contemporánea de la economía en tan corto tiempo.
En el marco de los paquetazos y los constantes ajustes económicos, pulverización del salario y eliminación de los derechos laborales mediante (derogación de los contratos colectivos), en todo un avance del entreguismo nacional y privatizador, donde pretenden convertir a Venezuela en una completa maquila con la nueva Ley de Zonas Económicas Especiales, la actual conversión monetaria no viene a ser más que un maquillaje de la actual catástrofe económica en curso.
La hiperinflación y las constantes megadevaluaciones terminaron transformando la moneda nacional a la nada en su relación con la divisa estadounidense. Debido a esta situación los billetes habían disminuido en su circulación, ya que el de mayor denominación, el de un millón de bolívares, vale cerca de 25 centavos de dólar y con él apenas se puede comprar dos pasajes de autobús urbano en Caracas. Para comprar un simple quilo de papas se habla de millones de bolívares, para solo poner un ejemplo.
Mientras todo esto viene ocurriendo en Venezuela existe una dolarización de facto en casi todo tipo de transacciones de calle como bancarias, autorizadas por el Gobierno, por lo que la divisa estadounidense es la mayoritaria a la hora de hacer pagos con dinero en efectivo. Una medida acompañada de una liberalización completa de las importaciones donde empresarios y grandes importadores no pagan ningún impuesto pero que imponen precios a nivel internacional cuando los trabajadores siguen recibiendo un salario mínimo que no sobrepasa el par de dólares mensuales.
Pero al gobierno lo que se le ocurre como “gran” medida eliminar nada más y nada menos que seis ceros, y buscar aparentar que la economía “recobra” impulso. Una economía donde un puñado de altos empresarios y de los grandes grupos económicos se hacen la fiesta, sobre la base de millones hundidos en la miseria. Es lo que hemos venido escribiendo sobre las dos Venezuela que emergen de la tragedia económica del país, tras las medidas económicas y políticas aplicadas por el Gobierno de Maduro.
De manera inédita y sin comparación con ningún país se llevó a niveles mínimos los ingresos laborales, la liquidación de prestaciones sociales acumuladas por años de trabajo, cajas de ahorro de los asalariados, al compás de la eliminación de conquistas históricas de la clase trabajadora. De un momento a otro los trabajadores fueron siendo despojados de los derechos más elementales y llevados al borde del pauperismo. Un abismo dentro del mismo país, de mayores desigualdades que ha creado Maduro en medio de toda esta catástrofe. Esto no quiere decir que antes no existían desigualdades, obviamente, sino que las mismas se han profundizado a extremos mucho más profundos.
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El “pretexto” dado por las autoridades del Banco Central pone al desnudo la política de un Gobierno que no hace más que acentuar la crisis. De acuerdo al BCV el actual "cambio de escala monetaria" se apoya "en la profundización y desarrollo de la economía digital" en Venezuela y lo considera como "un hito histórico necesario en un momento en que el país comienza el camino de la recuperación económica". El viejo discurso de “recuperación” que precedió el paquetazo del 2018.
Esta “recuperación” que dice hablar el Gobierno, se está haciendo sobre el hundimiento de todo un sector social, las amplias mayorías trabajadoras y populares. Donde los capitalistas y todo tipo de empresarios ven mejorar sus ganancias, sobre la base de una brutal super-explotación, donde ganan dólares y pagan salarios inexistentes en la moneda local, donde se eliminaron las leyes laborales para beneficiar a toda la patronal. Sobre esa base de esclavitud salarial cualquier “indicador económico” muestra alguna “mejora”, pero la de los grandes empresarios nacionales y extranjeros, no la de las grandes masas asalariadas y pobres.
"La introducción del bolívar digital no afecta al valor de la moneda, es decir, el bolívar no valdrá ni más ni menos, solo que para facilitar su uso se está llevando una escala monetaria más sencilla", añaden en su comunicado. Así ahora se contará con monedas de un bolívar y billetes de 5, 10, 20, 50 y 100 bolívares, todos ellos con el rostro de Simón Bolívar, recreada digitalmente en 2012, en el anverso y una alusión a la batalla de Carabobo, en el reverso, de acuerdo a las imágenes presentadas por el BCV.
Maduro demostró que fue incapaz de sostener el signo monetario nacional venezolano, sin importarle la destrucción del bolívar, con la trágica consecuencia para el pueblo trabajador, llevando por otra parte a una pérdida de soberanía, ya que con esta dolarización existente y que ha llegado a ser elogiada por el propio Maduro, pasará a una dependencia mucho mayor de la ya existente, dado que el manejo del dólar, obviamente, está en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Los grandes empresarios no hacen más que festejar en toda esta situación. A mediados de julio, la Vicepresidenta Delcy Rodríguez, se hizo presente, como invitada especial, en la Asamblea Anual del principal gremio empresarial del país, Fedecámaras, para avanzar en sus acuerdos. Movimientos que operan mientras en el plano político en el mayor de los secretismos avanzan los acuerdos entre el gobierno y la oposición, que incluye al sector de Guaidó, y se plantean realizar reuniones públicas a mediados de agosto en México.
Es que en lo que sí ya tienen acuerdo todos estos sectores, es en la profundización de los paquetazos económicos contra el pueblo, existiendo todo un consenso burgués y un verdadero frente capitalista contra la clase obrera, para muestra solo un ejemplo: cualquier plan económico cuenta como “ventaja” con la destrucción del salario y las conquistas de los trabajadores y trabajadoras.
Mientras las familias trabajadoras nos hemos sumido en la decadencia y la ruina –cuando no en la tragedia– por la destrucción de nuestras conquistas y la erosión del precio al que nos pagan nuestra fuerza de trabajo, para los políticos del gobierno y la oposición, para los empresarios extranjeros o venezolanos, de cualquier bando, eso resulta ser algo beneficioso, favorable para sus intereses de clase.
Frente a toda esta situación, para el pueblo trabajador se trata de recuperar la capacidad de lucha y organización para resistir a todos los ataques en curso y los que vendrán, y no caer en los cantos de sirenas de estos diálogos y pactos que se llevan a cabo por arriba. Solo un curso de acción independiente frente todas estas variantes políticas, al calor de las peleas que van librando, permitirá sentar las bases para construir organizaciones obreras y políticas con clara independencia de clase.