El golpe militar del 73´ fue dirigido principalmente contra el proceso de ascenso obrero que venía ocurriendo de comienzos de los años 70, contra las organizaciones sindicales, estudiantiles, de izquierda y poblacionales, para arrebatar todas las conquistas realizadas previamente producto de las luchas sociales. Hoy pretendemos retomar esa experiencia para enfrentar la herencia que nos dejó la dictadura.
Sábado 8 de septiembre de 2018
En 1981 con la entrada en vigencia de la Ley General de Universidades se instaura la mercantilización de la educación; una para ricos y otra para pobres, el cercenamiento de las Universidades Públicas como en el caso de la Uchile y la UTE (ahora USACH) -que tenía como finalidad además atomizar al movimiento estudiantil-, el aumento de las Universidades privadas, y la imposición del autofinanciamiento a las Universidades estatales para solventar sus necesidades a través de la recaudación por matrícula y aranceles que además endeuda a cientos de miles de familias.
Sin embargo este ataque a la educación pública fue recibido con lucha y resistencia por parte del movimiento estudiantil, donde en noviembre del año en que la ley fuese promulgada, el Pedagógico vota un paro de 3 semanas apoyados por otras facultades de la Universidad de Chile y la Universidad Católica en donde se dieron extensas jornada de discusión y protesta. Este ejemplo de organización a pesar de los embates de la dictadura trajo como consecuencia las primeras protestas masivas en 1983 y la restitución de la FECH en 1984 luego de que facultades estuviesen en toma por casi 2 meses.
La rearticulación del movimiento estudiantil fortaleció la lucha de las masas por terminar con la dictadura, y le permitió volver a las calles, para echar abajo a la dictadura, contra la instauración de políticas neoliberales que llevaron a lógicas de mercado en la educación, y contra los gobiernos universitarios autoritarios dirigidos por autoridades designadas por la misma dictadura.
Pero ese legado de mercantilización de la educación todavía continúa y tiene hoy a Universidades privadas y públicas en quiebra o crisis, como la Iberoamericana, el ex Pedagógico o la UPLA.
Ambas crisis podrían dejar a miles de estudiantes con títulos inválidos o por otra vía a la privatización de las Universidades.
Este es un ejemplo de cómo funciona la educación de mercado instalada por la dictadura militar. Un negocio para los grandes empresarios y un futuro incierto para las y los estudiantes.
Por estos días, producto de esas crisis, se vuelve a poner en debate el problema de la educación pública, y abre la posibilidad de que el movimiento estudiantil vuelva a plantearse como un actor político, por la conquista de un plan de financiamiento integral a la educación pública que permita un desarrollo sostenido de la matrícula, condiciones de trabajo dignas, infraestructura acorde a las necesidades de las y los estudiantes, y que todo quien quiera estudiar pueda hacerlo gratuitamente.
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La disyuntiva que hoy se abre es si el movimiento estudiantil se consolida como un actor pasivo, que se moviliza por hitos, como viene planteando el Frente Amplio, para que queden en un mejor pie para negociar en el parlamento o si puede tomar otro camino.
Desde Vencer apostamos por un movimiento estudiantil que retome la tradición de esos y esas estudiantes que a inicios de los 70’ se ligaron a las luchas de la clase trabajadora y fueron un apoyo al desarrollo de los Cordones Industriales.
De ese movimiento estudiantil que en dictadura combatió a los militares y a la derecha, enfrentó la privatización de la educación, y cargó con muertos en sus hombros por estas luchas.
Y esa tradición de lucha también se expresó en los 90´ y a comienzo de los 2000, en pleno auge del neoliberalismo, en luchas contra el autoritarismo o por el pase escolar.
Creemos que existen esos hilos de continuidad, de experiencias, que ligan esas luchas con el presente, con la Revolución Pingüina del 2006 y con el estallido social del 2011 protagonizado por las y los estudiantes.
Por eso hoy apostamos por un movimiento estudiantil que a 45 años del golpe militar, rescate esta historia y desde ahí vuelva a replantearse como un actor político nacional, ligándose a las luchas de las y los trabajadores contra los despidos, a la lucha del movimiento de mujeres por el aborto legal o de los estudiantes secundarios que se tomaron su liceo en Quintero producto de la crisis socio ambiental que ahí se vive.
Y al calor de esas batallas, apostamos porque amplios sectores estudiantiles vayan un paso más allá, y se propongan la lucha contra este sistema de opresión y explotación, y por la conquista de una sociedad de ruptura con el capitalismo.
Este domingo 9 a las 09:30 en plaza Los Héroes te invitamos a marchar por estas ideas y estos objetivos, junto a Vencer y Pan y Rosas.

Tamara Carrera
Estudiante de Química y Farmacia, U. Chile