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Red Internacional
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30 AÑOS DESPUÉS. María Soledad Morales: ¿por qué siguen impunes "los hijos del poder"?

A 30 años, seguimos reflexionando sobre loque dejó el caso María Soledad Morales. El asesinato, el femicidio, aunque aun no se lo llamaba así, de una joven de 17 años en la provincia de Catamarca. Un crimen que conmovió a la política nacional y a generaciones enteras, y que a pesar de haber algunos condenados, hoy sigue impune. ¿Por qué?

Sol Bajar

Sol Bajar @Sol_Bajar

Lunes 7 de septiembre de 2020 14:32

En Catamarca, los Saadi gobernaban desde 1940, y manejaban todo: la justicia, el acceso al trabajo, la vida de la gente. Y como cuenta Julia Lorenzo en esta nota, María Soledad era una de 7 hermanas de una familia pobre. Sobre eso profundizamos hoy en Se Tenía Que Decir y en esta editorial de lunes.

Se la vio con vida por última vez el 7 de septiembre de 1990 en la fiesta que organizaron con sus compañeras de 5° año para juntar fondos para el viaje de fin de curso. Soledad era una de las que no podía pagar. Al terminar la fiesta, Soledad se iba a encontrar con Luis Tula. La última vez que la vieron sus amigas fue esperando un colectivo porque él no llegaba.

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El cuerpo de María Soledad apareció 3 días después, el 10 de septiembre, en un zanjón. Más tarde se supo que murió de un paro cardíaco, por una dosis letal de cocaína que había sido obligada a consumir por quienes la secuestraron, la violaron y la mataron. Su papá la pudo reconocer por una cicatriz de 3 centímetros que tenía en la muñeca.

Desde el primer momento las investigaciones fueron manipuladas, y el pueblo de Catamarca hablaba por lo bajo de “los hijos del poder”.

El perito Andrés Barriocanal, entre otros, fue el encargado de "demostrar" que no había habido violación. "Se ahogó con su propia sangre", dijo. Y esa mentira, de que María Soledad murió por el traumatismo que le causaron los golpes de una piedra que le hizo tragar su propia sangre, duró 7 años. Más tarde se supo que fue la propia policía la que plantó su cuerpo a la vera de la ruta 38; que los bomberos habían lavado su cuerpo por orden policial antes de llegar a la morgue, y muchas cosas más.

Nadie más que “los hijos del poder” podía movilizar a la policía, hacer cambiar el escenario del femicidio, hacer decir a los médicos lo que quisieran, hacer desdecir a los testigos y tener juicios que los declaren inocentes. Eso estaba claro.

Entre los principales sospechosos estaban Guillermo Luque (hijo del diputado nacional Ángel Luque), Pablo y Diego Jalil (sobrinos del intendente de la Capital José Jalil), y Miguel Ángel Ferreyra (hijo del jefe de la policía local). Varios testigos declararon haberlos visto en una fiesta llevando a Soledad.

Las “marchas del silencio” las impulsaron sus compañeras de colegio y la directora de la escuela, la monja Marta Peloni, junto a sus papás y sus hermanas. Llegó a haber 70 marchas del silencio, todos los jueves. Más de 30 mil personas en la calle, en una ciudad de 80 mil. Fue la respuesta al intento de encubrir el hecho con un juicio lleno de irregularidades y sentó un precedente enorme.

El escándalo fue tan grande que el gobernador Ramón Saadi terminó siendo removido por el presidente Carlos Menem, que intervino la provincia y puso a cargo de la investigación nada menos que a Luis Patti que, sobre todo, se dedicó a investigar a los manifestantes, como muestran algunos archivos de inteligencia de la época.

En 1996, después de 6 años, fue el 1er juicio por María Soledad. Uno de los más televisados de la historia. “No me recuerdo”, careos entre testigos, señales y gestos entre los jueces. Todo televisado, a toda hora del día.

En 1998 se condena a Luis Tula a 9 años de prisión, como entregador de Soledad y a Guillermo Luque, hijo del diputado nacional del PJ Angel Luque y ahijado del entonces presidente Menem, a 21 años de prisión, aunque sale a los 14.

El diputado Angel Luque llegó a declarar al diario Clarín que “si mi hijo hubiera sido el asesino, el cadáver no habría aparecido”. Ese era el grado de impunidad que se manejaba. Otros, pasaron a la historia impunes, porque la posibilidad de investigarlos prescribió en 2005.

Ada Morales, la mamá de Soledad, sigue denunciando que “cuando está de por medio el poder político y el poder policial”, hay encubrimiento. Su papá Elías murió en 2016, pero llegó a ver las movilizaciones por #NiUnaMenos.

Ada, dice que Soledad murió dos veces: primero físicaente, pero después, “cuando la calumniaron y la injuriaron”.

Hoy, en una entrevista que le hizo Télam, Ada dijo: “hoy me toca enviarle mucha fuerza a la mamá de Facundo, que la veo a través de los medios cómo lucha para saber la verdad. Quiero decirle que no hay que claudicar, que hay que seguir”.

A María Soledad la mataron por mujer, joven y pobre, los hijos del poder, que siguen existiendo. Pero el problema no son simplemente “los hijos” del poder político, son las instituciones del Estado, los partidos mayoritarios, como el PJ, los que garantizan la impunidad.

En 2003, Carlos Menem y Ramón Saadi se reconciliaron e hucieron juntos campaña electoral.

En la crisis del campo, ya como senador, Ramón Saadi se volvió a acercar al gobierno con su voto a favor de las retenciones. En 2011, su prima, Lucía Corpacci, al ser electa gobernadora por el Frente para la Victoria, sostuvo que "Ramón no es el demonio que plantean los medios".

Fue más específica de hecho. Según esta cita, las primeras palabras de la gobernadora kirchnerista, fueron: "o soy Saadi, mi mamá es hermana de Vicente Saadi. Mi abuelo fue un inmigrante trabajador, Vicente fue un político excelente reconocido en Catamarca y en el país. Después de él nadie se dedicó a hacer una política de agua, ni de servicios, ni de desarrollo. Después vino Ramón, con todo el escándalo que significó el caso de María Soledad Morales, en el que el Frente Cívico se encaramó en la desgracia de una familia y no fue cómo lo llevaron los medios. Ramón con sus aciertos y errores, se ha ganado el cariño de la gente".

Hay muchos más ejemplos que se acumulan en películas, archivos y documentales en tanto pasan los años.

Hoy Ramón Saadi sigue integrando el PJ, partido por el que fue diputado nacional entre 1991-1995 y 1999-2003; senador nacional entre sus dos gobernaciones, y luego (de nuevo, senador nacional) entre 2003 y 2009.

¿Porqué se sigue encubriendo a los feudos y a la casta de Catamarca? ¿Porqué no se investiga? ¿Porqué ahora sí se habla de #femicidio pero sigue la impunidad?

El caso de María Soledad sacó el crimen de las mujeres de las páginas policiales, puso sobre el tapete la existencia de los femicidios, y mostró la impunidad que garantiza el poder político.

Ese recuerdo de hace 30 años importa, porque era María Soledad, pero también porque increpa, por su repetición. Ni Una Menos es un grito que sólo se hará posible con la organización y la confianza en nuestra propia fuerza.