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Opinión. Maricas y tortas también ocupan call centers

Les trabajadores de Hey Latam, un call center ubicado en la ciudad de Rosario, llevan meses peleando por sus puestos de trabajo, con movilizaciones, asambleas y hasta la puesta en pie de una cooperativa. Conocé a les protagonistas LGBTIQ+ de esta lucha.

Pablo Herón

Pablo Herón @PhabloHeron

Lunes 26 de abril de 2021 08:36

En general los grandes medios de comunicación o los algoritmos de las redes sociales muestran solo una parte de la realidad de la diversidad sexual. Sea en la tele o de vacaciones en algún lugar paradisíaco de esos que se ven seguido en Instagram, suelen aparecer profesionales, artistas o directamente empresarios -en su mayoría varones blancos gays-, donde la norma implícita es un poder adquisitivo al que no llega la gran mayoría de la diversidad sexual.

De las personas LGBTIQ+ se puede esperar muchas cosas como esas (estética, diversión, viajes, placer), son múltiples los prejuicios y sentidos comunes que se reproducen en la sociedad. Sin embargo, dudo mucho que la primera imagen que pase por la cabeza de alguien cuando se imagina un grupo de homosexuales, sea un grupo de maricas y tortas ocupando un call center para defender su puesto de trabajo y poner en pie una cooperativa.

“La primera asamblea presencial que tuvimos fue en una plaza después del comunicado que nos habían dado, de que nos quedábamos sin trabajo el 1 de diciembre. Esa fue mi primera experiencia de asamblea y fue buenísimo, porque realmente ahí te dabas cuenta que estábamos todos en la misma y queríamos ir todos por lo mismo” relata Charly. La respuesta es a la altura del panorama: según el INDEC la mitad de jóvenes del país son pobres, mientras que la tasa de desocupación para las mujeres de entre 14 y 29 años asciende a 26 % y la de los varones es del 19 %. Aunque los datos oficiales no indagan sobre la orientación ni la identidad sexual, no es difícil advertir que probablemente, para lesbianas, gays y trans sea más difícil conseguir trabajo, como expuso el caso de Tehuel.

Casi como un regalo de Navidad, a fin de 2020 los dueños de Hey Latam decidieron declarar la empresa en quiebra -fraudulenta- despidiendo a 300 trabajadores y trabajadoras, en su mayoría jóvenes, y dejando de pagarles el sueldo. Desde ese momento y entre acampes, movilizaciones y asambleas comenzó a gestarse algo nuevo, mucho más profundo que la pelea elemental por recuperar su trabajo. Emir dice que descubrieron “la importancia de intercambiar con compañeres disidentes (personas no heterosexuales y/o trans) de por qué incluirse, dar nuestra opinión y percepción de las diferentes problemáticas que nos aquejan”.

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Cada une viene con su propia historia detrás, Emir tiene 24 años y es oriundo de Rosario del Tala en Entre Ríos, un pueblo de 12 mil habitantes donde hace tres años se animaron con otres activistas a realizar por primera vez una marcha del orgullo. Así en lugares de laburo como los call centers, verdaderos semilleros de precarización, se cruzan todo tipo de experiencias de vida, desde la de Charly que estudió diseño hasta la de Nelson, a quien le tocó laburar en una fábrica, donde había un clima muy hostil hacia la diversidad sexual.

Cuentan cómo era la cosa antes de que los dueños se borraran:“hay mucha disidencia en el call center, pero es un tema que en la empresa nunca se tocó”. Tampoco el sindicato de comercio cuenta con espacios para que las personas LGBTIQ+ puedan organizarse y pelear por sus derechos. Charly recuerda que en sus 5 años de trabajo vio solo a una persona trans trabajando ahí, pero que ni siquiera pasó el período de prueba. Emir conoce otros call centers donde toman a algunas personas trans pero que tienen que hacer el triple de trabajo, una especie de inclusión que se paga con más productividad. En los meses previos al cierre, Hey Latam llegó a enviarles comunicaciones, redactadas con lenguaje inclusivo.

Algunas empresas hoy en día pueden pintarse con la bandera del orgullo, o ni siquiera tanto y solo realizan algunos gestos como utilizar el lenguaje inclusivo. Pero después no dudan un segundo en pasar de “incluirte” a descartarte, para la patronal seguís siendo tan nadie como los laburantes hétero. El lavarse la cara con discursos gayfriendly, siempre tiene como límite y condición que se mantengan intactas o se acrecienten las ganancias. Muchas veces, es parte de una política empresarial que se premia, de parte del Estado, con la exención o reducción de impuestos patronales

Una escena que sintetiza esto mismo, vivió Nelson en la fábrica donde trabajaba antes: “En una cena de despedida de fin de año, el dueño de la PyMe se sienta en la mesa con nosotros. Yo tenía un conocido que era gay y nos dice: ‘Mirá, a estos hay que contratarlos, son mejor que una mina, porque una mina se te embaraza y le tenés que dar una licencia de nueve meses. En cambio el puto no se te embaraza, es meticuloso y es delicado, así que a mí me encantan los gays, no tengo nada contra ellos’”.

Aparece una contracara clara entre sus experiencias previas y el proceso que los llevó a decidir todo por asamblea. No se trata de que antes no charlaran entre elles sobre el feminismo, la sexualidad o la identidad de género, interrogantes de cualquier joven hoy. La diferencia es que ahora, en palabras de Nelson, “se pueden armar debates, me ha pasado de hablar con compañeros desde otro lugar sobre conceptos arcaicos o machistas, que antes en el call capaz ni siquiera se tocaban”.

En febrero, cuando la Justicia acepta la “quiebra” de los dueños, propusieron poner su experiencia al servicio de grandes problemas sociales. Le exigieron al Estado que les den trabajo para cubrir la línea 144 de atención de casos de violencia de género, así como de los 0800 ligados a la crisis sanitaria y el plan de vacunación. Pedido que hasta el día de hoy no tuvo ninguna respuesta concreta por parte del intendente del Frente Progresista Cívico y Social, Pablo Javkin, ni del gobierno provincial de Omar Perotti, ni el nacional. Después de su enorme lucha, el viernes pasado la Justicia reconoció el fraude de la empresa en un fallo catalogado de histórico, dado que ordena a Hey Latam cumplir el decreto antidespidos y reinstalar a 79 trabajadores. Su pelea ahora continúa para que las reincorporaciones se efectivicen.

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"En este proceso entendí que nosotros como comunidad tenemos un espacio que nos re pertenece, que es de lucha, y que hay que hacerlo valer. Que no por ser lo que sos, sos menos o más. Y también hacerte escuchar y poder llevar adelante lo que uno piensa, unir la fuerza con el compañere sea lo que sea. Eso me pasó, y me encontré en estos meses de lucha, en el acampe, en las marchas. Capaz antes no lo visibilizaba, los derechos se ganan en la calle y hay que arrancarlos, es así” cuenta Charly.

“Muchos piensan que nuestras problemáticas son totalmente distintas a las de elles, y quizás son las mismas" reflexiona acerca de la discriminación y los prejuicios que existen hacia la diversidad sexual. Así pone sobre el tapete que sus problemas, no se resumen solo en la leyes o la disputa contra los sentidos comunes reaccionarios y la discriminación. Más bien tienen mucho que ver con esa mayoría trabajadora atravesada por una crisis económica y social muy profunda. ¿Quién podría vivir plenamente su deseo sexual o identidad de género sin un trabajo o un plato de comida en la mesa?

En esa sintonía es que apoyan otras causas, como la lucha de las familias de Magaldi por el derecho a la vivienda. Para pelear por sus demandas y denuncias como la exigencia de aparición con vida de Tehuel que vienen levantando, Emir plantea que “así como pusimos en pie la comisión de mujeres, tenemos el desafío por delante de poner en pie una comisión de disidencias”.

El sábado pasado participaron de un encuentro por la unidad de la lucha de ocupados y desocupados. Por eso son un ejemplo de lucha y organización para toda esa juventud que hoy está sufriendo la crisis y la ausencia de medidas estatales elementales. No solamente por reclamar por su derecho a tener un trabajo y un sustento, sino también por mostrar que es posible poner contra las cuerdas a esa minoría empresaria que lo tiene todo, y que por todas las vías posibles busca que no sean les trabajadores quienes tomen las riendas de su destino y decidan, debatan y pongan en cuestión hasta el último aspecto de sus propias vidas.

El especialista en debates sobre el movimiento de liberación sexual Peter Drucker, plantea que existe una correlación entre la precarización de la vida que exacerbó el neoliberalismo y la tendencia al surgimiento de una juventud, que cada vez más alejada de esa imagen “gay-lésbica clásica” con capacidad de consumo que solo representa a una minoría, sienta las bases de un nuevo movimiento disonante con los estereotipos LGTBI asociados a las clases medias y altas y por eso lo llama “queer” (lo “raro”, que no se establece en una identidad normatizada). En pequeño, Hey Latam expresa a esa nueva generación de jóvenes para quienes conseguir un laburo estable y bien pago parece una utopía, pero que dispuestos a luchar por su fuente de trabajo, su salario y sus condiciones laborales, también refutan el estereotipo homonormativo que estimula el consumismo y el individualismo capitalista. Y lo hacen, tejiendo la unidad de les trabajadores, destejiendo prejuicios que solo favorecen a las clases dominantes.

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Pablo Herón

Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.

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