Charlamos con el poeta Mario Varela sobre sus últimos libros, publicados en 2020: En un planeta fabuloso (poesía) y Consejos para cuando viajes al espacio (narrativa ilustrada).
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Jueves 10 de diciembre de 2020 14:00
Mario Varela nació en Rosario en 1969. Actualmente vive en la ciudad de Buenos Aires. Es poeta, escritor y cineasta, aunque cuando le preguntamos de qué vive contesta que “reparte libros en bicicleta”. Dirigió el largometraje La vida que te agenciaste (2018, AtolladeroCine), donde, entre otras cosas, habla críticamente de sus inicios en la literatura, como parte de la llamada “generación de los 90”. La película pone el foco en el sector de poetas que impulsó la mítica revista 18 whiskys: Daniel Durand, Juan Desiderio, Laura Wittner, Fabián Casas, Washington Cucurto y el propio Varela, entre otres.
Varela publicó numerosos libros, varios de ellos destinados a las infancias, como De cómo duermen los animales (Sudamericana, 1995), El trabajo de los animales (Libros Del Quirquincho, 1996, en coautoría con Darío Rojo) y El paraíso viviente (Pequeño editor, 2005)
En este 2020 enrarecido, Varela sorprende con dos nuevas publicaciones infantiles: En un planeta fabuloso, poemario editado por Tren Instantáneo, y Consejos para cuando viajes al espacio, coescrito con Darío Rojo e ilustrado por Natalia Jankowski.
Este último, además de ganar una beca de creación del Fondo Nacional de las Artes, viene a inaugurar la editorial Cúmulus nimbus, que Varela acaba de montar junto con las poetas Josefina Bianchi y Vanina Colagiovanni. Charlamos con él sobre estos libros y el proyecto editorial.
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Muchas producciones de literatura, música y audiovisuales para niñes tienden al adoctrinamiento, a enseñar “cosas útiles” o dejar alguna moraleja. Al leer los poemas de En un planeta fabuloso, siento que escapa a esta lógica y que más bien hay una apuesta por la imaginación, sin otras agendas agregadas. ¿Qué me podés decir al respecto?
Escapar a la moraleja o tutoría infantil es algo en lo que siempre pienso cuando escribo un libro para las infancias. Es una meta que me propongo. La literatura por el placer de escribir y el placer de leer. Que la persona (grande, pequeña, rectangular o etérea) que sostiene el libro encuentre eso, el disfrute de la lectura en primer lugar.
Siempre me acuerdo de lo que dice David Wapner, poeta y narrador, que cuando escribe para niños busca construir sucesos y personajes de legibilidad ilusoria, una ficción lo más extrema posible. Que tengan la oportunidad de llevarse a la adultez algún relato que permanezca en estado de misterio, que nunca puedan develar del todo. Yo trato de buscar eso.
Además, hay una libertad tan grande cuando se escribe literatura infantil que no da desperdiciarla en un “manual de usos y costumbres”, o “realidades para la vida”, aunque ahora que lo pienso se puede escribir un manual disparatado de cómo usar, o no, el tiempo de vida.
Algo que quise de En un planeta fabuloso es que el libro no tenga ilustraciones. Las imágenes y aventuras están ahí, la poesía se defiende sola en ese sentido y hay que aprovechar la edición de un libro de poemas para ejercitar la imaginación de quien lee.
También la musicalidad de la rima es algo que me gusta usar. Como soy muy distraído, cuando escribo algo que tiene ritmo me lo acuerdo más fácil.
El libro está compuesto por dos series de poemas, uno sobre Gatos y tortugas y otro sobre La chica de la heladería. Si bien se nota que son poemas dirigidos a niñes, me dio la impresión de que también son para adultos, y que parecen temas que no son usuales en las producciones masivas para niñes, como la muerte. También hay una comparación (o más bien confusión imaginativa) entre una hilera de tortugas y los cascos de soldados en una trinchera. Aparece así un tema como la guerra. ¿La idea es que los poemas disparen diálogos sobre temas que se consideran “no aptos” para niñes?
Me gusta que al libro lo pueda leer gente de distintas edades. Además, me interesa que cuando una persona adulta lea un libro para las infancias encuentre guiños que lo entretengan y le hagan disfrutar de la lectura como si fuese niñe, sin ataduras, que se pueda involucrar en el juego literario, que también se entretenga y quiera seguir leyendo. Y busco que cuando un niñe lea el libro pueda encontrar temas que lo afecten y forman parte de los días, como por ejemplo la muerte.
El otro día participé en una charla virtual con niñes y maestras de un colegio de Rosario, gracias al Festival Internacional de poesía de Rosario. Un peque de 4 grado me pregunta “¿por qué escribís sobre la muerte en las dos partes del libro?” –No escribo sobre la muerte, bueno, en una parte nomás, en la otra no. “¡Nooo, en la otra también, se muere el heladero!”. Tenía razón el pibe, estuvimos hablando un rato sobre eso y sobre la muerte de su perra.
¿Qué libros para las infancias me hablaron de cosas tabú de las que todavía me acuerdo? El león y el perrito de Tolstoi. El circo compraba perros para alimentar al león y le tiran un chucho chiquito que se hace amigo del gran felino. Un invierno el perrito se enferma y el león no deja que lo alejen de él. El perrito muere y dos días después muere el león. Todavía lo tengo. Otro que me impactó es El pato y la muerte de Wolf Erlbruch. Me encariñé con el pato y me encariñé con la muerte. Son libros que abordan temas difíciles de manera clara y sin tapujos. En los poemas de En un planeta fabuloso la muerte se menciona como un hecho más.
La imagen que mencionabas de los cascos como tortugas que van hacia la guerra me quedó de una foto que vi cuando era chico de la guerra en Malvinas. Era una fila de cascos en una playa, no había soldados, solo estaban los cascos agrupados como imagen de la guerra. Cuando empecé con estas aventuras de gatos y tortugas, inspirado en Ambages de César Fernández Moreno (el hijo del gran poeta Baldomero Fernández Moreno, autor de “Setenta balcones y ninguna flor”) que dice “los gatos son tortugas ágiles, flexibles y blandas” me llamó la atención cómo distingue a un ser por sus cualidades opuestas y cómo opera la confusión imaginativa, como decís.
¿Puede ser que los Consejos para cuando viajes al espacio estén inspirados en la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams?
Reeee. La noción de “Guía” se la debo a esos libros. Soy fanático de la ciencia ficción, los viajes espaciales y los delirios astronómicos. Cuando acepten viejos que no saben mucho de matemáticas pero con ganas de ser astronautas me apunto.
El libro está armado como una suerte de revista publicitaria de “Viajes toscano, el universo al alcance de la mano”. Hay muchísimos recursos irónicos que un poco se ríen del marketing y la publicidad. ¿Cómo surgió esta idea?
Los primeros años de mis trabajos free lance fueron en publicidad, como eléctrico, o asistente de cámara, o grip. La publicidad es algo que siempre me llamó la atención. Pensar ¿quién es el cliente? ¿La persona que lo “tiene” que comprar? ¿El representante de la empresa de marketing? ¿Qué se vende y a quién? El libro, una guía de viajes espaciales de una empresa que subsiste gracias a la publicidad, nos permitió jugar con la incongruencia de la publicidad.
Lo que hay en el libro son muchos textos (queríamos que sea un libro que no se agote en tres o cuatro párrafos) y que ese texto tenga guiños para lectores de todas las edades. Por eso se pueden encontrar dichos y contradichos a lo largo de toda la “Guía autorizada para este universo”.
De todos los lugares que se mencionan en el libro, (las minas de chicle de Moromón III, el planeta equivocado, los agujeros negros) ¿cuál es el que más te gustaría visitar?
Mmmmm… es una pregunta difícil. Las minas de chicles son muy tentadoras, esas imágenes tipo Pollock en todo un planeta dulce y acochado serían una buena opción para visitar. Pero el libro recomienda no ir y el planeta Equivocado se parece un poco a Pilcaniyeu, en Río Negro donde ya estuve varias veces. Iría a visitar un agujero negro o afroamericano. La la la, nada por aquí, nada por allá.
Si estuvieras haciendo un viaje espacial, ¿comerías ostras autoreplicables, a pesar de los durísimos efectos secundarios que pueden tener?
En casos aislados pueden provocar comezón, diarrea y locura. ¡Pero son tan prácticas! Y no hay que cocinarlas. La ostra autoreplicable se conserva y se autoduplica. Además, salió la versión vegana y tiene nuevo envase. ¡Deme dos!
En general se entiende el proceso de escritura como algo individual, a diferencia del cine que de entrada se presenta como un producto más bien colectivo. ¿Cómo fue escribir este libro entre dos? ¿Y cómo compaginaron luego el trabajo con la ilustradora?
En realidad, pensé que iba a ser un proceso individual de dos escritores sumando ideas y escribiendo cada uno su parte. Pero con Darío Rojo nos conocemos un montón y ya en un momento perdemos los límites de lo que empezó uno o terminó otro. A la ilustradora Natalia Jankowsky la conocemos también desde hace años luz, pero nunca habíamos trabajado juntos. Le enviamos algunos de los textos para que ilustre y lo que volvió fue una obra sobre lo que habíamos enviado. Muchas veces sus dibujos nos sorprendían tanto que cambiamos el texto para adaptar la historia a los dibujos. Con la diseñadora Paula Albirzú pasó lo mismo.
Los dibujos iban cambiando, la paleta de colores se iba ajustando al diseño que se ajustaba al texto que volvía a modificar las ilustraciones de modo que interactuaran unas con otras. Así que el proceso de creación del libro terminó siendo más parecido a hacer una película que a escribir un libro en solitario. Hubo momentos de incertidumbre, hay que admitirlo, pero con las editoras en la producción (Vanina Colagiovanni y Josefina Bianchi) se pudo armar un grupo que iba por mejor el libro sacrificando un poco los egos y pensamientos individuales.
Además, cuando lo empezamos estábamos dispersos entre Bariloche, Buenos Aires, Duggan y Puerto Madryn. No me quiero olvidar de mencionar al Fondo Nacional de las Artes. Con este proyecto gané al Beca Creación del Fondo, que fue imprescindible para la realización del mismo. Me pone muy contento que una beca nacional llegue a tan buen puerto.
El libro inaugura un nuevo proyecto editorial, Cúmulus nimbus, que llevás adelante con otras dos poetas, Josefina Bianchi y Vanina Colagiovanni, que, al igual que vos, ya tienen un recorrido de producciones y trabajo editorial. Contanos un poco sobre la editorial, cómo fue montarla en este año tan raro y qué otros títulos y colecciones tienen planificadas para el 2021.
Con Josefina y Vanina somos poetas de tres generaciones distintas, cada uno con su recorrido en editoriales y escritura de libros. Creo que los momentos de más necesidad nos impulsan a cosas más creativas. No es que prefiramos pasarla mal a estar de vacaciones en una playa. Pero fue un año raro al que tratamos de sacarle el mejor provecho.
Los próximos libros que esperamos sacar en marzo 2021 son Romeo & Julieta y yo de Paula Prengler (en la Colección Lluvia), una novela corta para adolescentes. Esto me gustaría contar: nos encontramos a Paula en un bar, hablamos un rato, le contamos del proyecto editorial y ella nos dijo que tenía escrita una novela para adolescentes. La leímos y fue impactante, lloramos, nos reímos, nos emocionamos. Y claro, cómo no editar ese libro.
Luego está 17 sílabas, de la autora norteamericana-japonesa Hisaye Yamamoto, traducido por Martín Felipe Castagnet, que pertenece a la Colección Rayo, de cuento y novela para público general. Es una autora increíble, feminista y que cuenta las peripecias de la vida de la comunidad japonesa en los guetos en Estados Unidos post segunda guerra con un tono muy actual. Es la primera vez que se traducen al español y se trata de una joya por descubrir.
Al final del libro se da el enlace a un video con un divertido tutorial para armar una nave espacial con un recorte de las solapas del libro. Además, se da otro enlace para bajar más diseños de naves espaciales. ¿Hay acá una idea, susceptible de desarrollarse todavía más, para conectar a los libros en su formato clásico con el mundo de las redes sociales e internet, al que les chiques ya acceden tempranamente en muchos casos?
La idea de la nave en la solapa se le ocurrió al amigo de uno de nuestros hijos. Y como a mucha gente le da pena recortar las solapas o quiere probar en papel antes de armarla pusimos un link para que el que quiera se descargue la cantidad de naves que guste. Y los aprendices de Youtubers que hay en casa querían comentar el video de cómo armar la nave, así que hicieron la explicación. Pensamos que si es para ellos se tiene que escuchar la opinión de los niños y niñas.
Cúmulus nimbus se parece más a una productora que a una editorial. Otra idea que nos gusta es que los libros de las tres colecciones vienen con objetos para armar en las solapas. No importa la edad, todos tienen algo para recortar, pegar y jugar con el libro.
Dar un paseo en los burros de Plutón (fragmento de Consejos para cuando viajes al espacio)
La verdad es que en Plutón no hay mucho para hacer, es bastante aburrido y el paisaje no es muy lindo. Ni siquiera sé por qué lo ponemos en esta guía, ni si vale la pena que sigas leyendo esta página. Dale, pasá a la otra página, esta no vale la pena. No sigas leyendo. Mejor prendé la tele y mirá cualquier cosa. Pero bueno…
Estábamos hablando de los burros ¿no? Bueno, en Plutón solo hay llanuras y caminos de tierra que no van a ningún lado. Pero los burros ahí están buenísimos. Son parecidos a los de la Tierra, grises o marroncitos, pero les gusta pintarse el cuerpo, por ejemplo este año la moda es de rayas amarillas y violetas. Pero eso no es tan raro, lo más raro es que hablan. En realidad no es tan raro que hablen, lo raro es lo que dicen: se la pasan contando chistes, anécdotas y toda clase de mentiras. Si uno va arriba del burro y mira para la derecha, aunque para esa dirección no haya nada, enseguida el burro se pone a contar cosas, como que ahí había una calesita voladora y que él siempre iba y la pasaba muy bien, que ahí conoció a una amiga y que siempre que iba a esa calesita tomaba un helado de cebada, y sigue y sigue hasta que ve que uno mira para otro lado y entonces empieza con otra historia.
Una vez hice un viaje de cinco horas y el burro casi me convence de comprar un terreno en un lugar feísimo porque me contó una historia buenísima.
La historia que me contó no me la acuerdo bien, pero tenía que ver con un mosquito de Marte, un cañón láser de 20 metros y una lluvia de meteoritos. Si alguien se la sabe por favor escriba a la empresa Toscano, el universo al alcance de la mano, así la puedo poner en la próxima edición de esta bella guía. ¡Gracias!
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Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)