La reciente “Mary Shelley”, elegante y dinámico biopic dirigido por la realizadora árabe Haifaa Al-Mansour (“La bicicleta verde”) no se salta ninguno de los capítulos más conocidos de la vida de la autora de “Mathilda” y la afamada “Frankenstein o el moderno Prometeo”.
Eduardo Nabal @eduardonabal
Martes 19 de junio de 2018
Desde su relación con su padre, el filósofo anarquista William Godwin hasta sus disputas amorosas con los poetas románticos particularmente con su amado Shelley y el popular y arrogante Lord Byron.
Tal vez la elección de la siempre efectiva Ellen Flaming como joven protagonista sea un apoyo considerable, aunque también una decisión poco arriesgada. Con todo y, a pesar de algunos lugares comunes, el filme está dotado una hermosa fotografía y una elegante banda sonora, los secundarios están perfectos y aunque se trata sobre todo de la historia de un romance la creatividad y el ritmo impiden que el espectador se aburra como en los filmes de reconstrucción histórica, insuflando su propia personalidad a los personajes en sus más variopintos escenarios.
Mary Shelley no es considerada una feminista de la talla de una pionera como su madre autora de “Vindicación de los derechos de la mujer” y avanzada en muchas luchas de su tiempo. No obstante, si seguimos su trayectoria contada, por ejemplo, por Muriel Spark, sus intereses eran distintos, pero también más atrevidos, aunque una niebla difusa, enrarecida por el miedo a la muerte, la pobreza, la enfermedad y la locura, le impidieran darle forma hasta el final.
Mary Shelley cuestiona la neutralidad ideológica de la clase médica al presentar como protagonista de su novela cumbre a un médico ególatra y pagado de sí mismo, incluyendo alusiones a la homosocialidad y a la idea de la procreación como tecnología y como tragicomedia. También se interesa por el cuerpo humano como un ente vivo de una manera que precede al Cyborg algo que llega hasta “El mortal inmortal”, su última novela.
La moralina de la religión y un anarquismo ilustrado le impiden llevar a sus criaturas más allá del territorio la fantasía, pero en ellas refleja una visión cambiante de lo humano y lo post-humano en una sociedad industrializada y todavía sacudida por múltiples enfermedades y grandes diferencias socioeconómicas producto de los cambios del momento.
La famosa noche en Villa Diodati empezó a germinar uno de los libros más famosos de la historia de la literatura inglesa. Algunos incluso llegan a especular con los fantasmas de la maternidad, la resurrección y la homosocialidad (Doctor-Criatura, en el espejo) que pueblan su novela más conocida.
El gótico y el romántico se pelean contra los embistes del racionalismo y el idealismo en una vindicación de la otredad producto de una imaginación desbordada.
Eduardo Nabal
Nació en Burgos en 1970. Estudió Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Salamanca. Cinéfilo, periodista y escritor freelance. Es autor de un capítulo sobre el new queer cinema incluido en la recopilación de ensayos “Teoría queer” (Editorial Egales, 2005). Es colaborador de Izquierda Diario.