Por fuera de la Iniciativa Mérida, sin estar en guerra y en el marco de la crisis económica, el Gobierno mexicano compró material bélico por más de 1300 millones de dólares.
Miércoles 1ro de abril de 2015
De acuerdo con el artículo “EU arma a México: le vende 1,300 mdd en un año… y sin guerra”, publicado en la revista Proceso número 2004, lo último que compró Enrique Peña Nieto fue un lote de helicópteros Black Hawk y Bell 407GXs armados con alta tecnología. La transacción la hizo con el Departamento de Defensa estadounidense y distintos contratistas privados.
Según se cita en el mismo artículo, el comunicado 14-10 de la Agencia de Defensa para la Cooperación en Seguridad (DSCA), dependiente del Departamento de Defensa estadounidense y fechado el 21 de abril de 2014 dice: “La propuesta de esta venta contribuirá a los objetivos de política exterior y seguridad nacional de Estados Unidos al ayudar a mejorar la seguridad de un socio estratégico, y tomando en cuenta que México ha sido un socio fuerte en el combate al crimen organizado y a las organizaciones del tráfico de drogas”.
Venta de armas: un negocio redondo
Desde el lanzamiento de la Iniciativa Mérida –programa en el que Estados Unidos comprometió un aporte de 2.300 millones de dólares–, a partir de 2008, hasta octubre de 2014, Estados Unidos entregó a los gobiernos mexicanos 1.300 millones de dólares. De ese total, alrededor de 500 millones correspondieron a equipo, tecnología y entrenamiento militar.
Con la venta de armas a su patio trasero, Estados Unidos por un lado dinamiza su industria militar: se estima que en sólo once meses Enrique Peña Nieto podría haber triplicado la suma que Estados Unidos prometió a México para la llamada “guerra contra el narco”. Por otro lado, esta “guerra” –sobre la que no hay datos oficiales certeros– que costó al pueblo mexicano decenas de miles de muertos y desaparecidos.
De acuerdo con el artículo "Desaparecidos", publicado en la revista Nexos el 1º de enero de este año, la cifra de desaparecidos ascendía a 23.270 personas. Solo en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) hubo más de 121.000 muertos en una guerra que, en realidad, el ejército mexicano y los cárteles del narco libraron (y libran) contra el pueblo mexicano. El caso de los 43 normalistas desaparecidos es un claro ejemplo.
La violencia institucional del Estado mexicano, junto con la violencia ejercida por las ramas de la economía “ilegal” –tráfico de drogas, de personas, de órganos–, apoyadas y fomentadas por el imperialismo estadounidense, son el arma de las trasnacionales y los empresarios para imponer la expoliación de los recursos naturales a través de la reforma energética y la precarización laboral que hacen de los trabajadores mexicanos, una fuerza laboral de las peor pagadas en el mundo.
Así Estados Unidos pretende mantener la “paz social” a punta de pistola, para garantizar aguas tranquilas en su territorio, aunque sectores de los 11 millones de migrantes indocumentados se agitan para exigir la reforma migratoria y el descontento ante la violencia racial se hizo sentir en los últimos meses.
PRI-PAN quieren legitimar la injerencia imperialista
A propuesta de Enrique Peña Nieto, el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional están impulsando una modificación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, para que los agentes de migración y aduana estadounidenses que operan en México puedan portar armas.
De acuerdo con el artículo “Apoyan PRI y PAN la iniciativa para que agentes de EU actúen armados en México”, esta “iniciativa posibilita que los agentes de Migración y Aduanas estén armados más allá de las instalaciones destinadas a la realización de sus funciones”.
Claro, para garantizar la entrega de las riquezas del país es necesario dar paso también a sus fuerzas represivas. Una muestra más del servilismo ante el amo imperialista.
Poner un alto a la militarización
Los trabajadores de Pemex y de otras empresas enfrentan la amenaza cierta de despidos, una consecuencia de la baja en el precio del petróleo y la precarización que exigen los capitales internacionales para sacar el máximo provecho de la entrega de los recursos naturales de México.
Para poder enfrentar estos ataques hay que echar atrás también la militarización del país, un arma del capital para evitar cuestionamientos. Los padres de Ayotzinapa en su gira por Estados Unidos declararon que es necesario terminar con la Iniciativa Mérida. Tienen toda la razón.
Los trabajadores de México deben unirse al movimiento por Ayotzinapa en este reclamo, así como a los trabajadores migrantes que transitan por México. Y, a la vez, todas estas fuerzas sociales deben imponer con la movilización un hasta aquí a la injerencia imperialista.