Target, una de las principales cadenas de supermercados en Estados Unidos, atraviesa una fuerte campaña de sectores reaccionarios que impulsaron una fake news sobre su colección de productos por el mes del orgullo. Una compañía que históricamente atacó el derecho a sindicalizarse de sus trabajadores. ¿Qué se pone en juego cuando la política de inclusión y diversidad se choca con la ambición de ganancias?
Pablo Herón @PhabloHeron
Miércoles 31 de mayo de 2023 08:47
El 17 de mayo, día internacional contra la discriminación hacia la diversidad sexual, el influencer de ultraderecha Matt Walsh aseguró en su podcast que la cadena de supermercados Target estaba vendiendo, como parte de su colección del mes del orgullo, mallas diseñadas para niñes trans. En realidad era mentira, pero a partir de la fake news impulsaron una campaña de boicot contra la mega cadena que terminó con personas entrando a los locales grabándose mientras destruían la colección o atacaban a empleados.
"El objetivo es hacer que el ’orgullo’ sea tóxico para las marcas. Si deciden meternos esta basura por la cara, deben saber que pagarán un precio. No valdrá la pena lo que crean que van a ganar" dijo en Twitter Matt Walsh. Con sus propios objetivos, la derecha ultraconservadora ataca la fórmula que todas estas décadas le rindió a un sector de grandes empresas: sostener un discurso inclusivo que a su vez retroalimente un segmento de mercado gay-friendly dando por resultado mayores ganancias. Lo que se conoce como pinkwashing (lavado rosa).
¿Alguien puede pensar en los niños?
Estados Unidos atraviesa una fuerte polarización social y política, donde la extrema derecha eligió como caballito de batalla la pelea contra derechos para mujeres y les LGBTIQ+ para radicalizar a los sectores que emergieron con el trumpismo. El ataque al derecho al aborto y la sanción de cientas de legislaciones en estados y municipios contra la diversidad, en particular las personas trans, son parte de esta campaña.
Detrás de un discurso que dice cuidar “a los niños”, traen al centro de la escena la defensa de los valores tradicionales, el nacionalismo, la familia heterosexual y los roles de género que encajan en ese modelo. Por eso la elección particular de la fake news. El último ataque resonante en materia de derechos fue la ley Don’t say gay (no digas gay) que impulsaron los republicanos en el estado de Florida de la mano de Ron DeSantis, lanzado hace poco a la carrera presidencial. Básicamente prohíbe que se hable de sexualidad y género en las aulas, cualquier parecido con la plataforma de Javier Milei y Victoria Villarruel no es mera coincidencia.
En todo este razonamiento les LGBTIQ+ aparecen como una de las causas de los todos males que atraviesa la sociedad, chivos expiatorios de la crisis económica, política y social a las que llevó el neoliberalismo. Un discurso estigmatizante ya conocido pero no por eso menos eficaz a la hora de generar divisiones entre la mayoría explotada y oprimida que pagó los platos rotos de la crisis del 2008, de la pandemia y el aumento de la desigualdad.
Esa eficacia radica justamente en uno de los núcleos del proyecto neoliberal, que a cada momento o crisis devela su fracaso y abre brechas para pelear por nuevas conclusiones y formas de pensar. A gays, lesbianas, trans, bisexuales y queers nos vendieron una supuesta libertad dentro del capitalismo, asegurando progreso e igualdad basados en los méritos individuales, escalar en empresas/instituciones y el reconocimiento de algunos derechos democráticos. De esto último se agarran estos sectores para invertir el orden de las cosas y hablar de “privilegios”, cuando la realidad de la gran mayoría es la de la precarización y pérdida de ingresos.
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De ganancias y ataques a la sindicalización
A mediados de marzo otra compañía que sufrió un boicot fue el gigante cervecero Anheuser-Busch tras una publicidad de la Bud Light protagonizada por la influencer trans Dylan Mulvaney. A mediados de mayo sus ventas cayeron más de un 23% respecto al año anterior. Algunos consultores señalan que la reacción negativa a la campaña se dio por la base de clientes de la cerveza que en general es más conservadora políticamente [1].
Target por su parte explicó en un comunicado que decidió retirar la colección de productos LGBT por la seguridad de sus trabajadores y que mantendrán su compromiso con la comunidad LGBTIQ+. Sin embargo, declaraciones de empleados apuntan a lo contrario: "la comunicación que se nos facilitó decía explícitamente que la decisión de trasladar estos artículos era para sustituirlos por trajes de baño y así cumplir mejor nuestros objetivos de ventas" [2].
El testimonio cuadra con los números en el mercado, en la última semana la valuación de la compañía bajó 10 mil millones de dólares por la caída de sus acciones. Según analistas sucedió por una combinación entre los resultados de ganancias del primer trimestre y la campaña de boicot. Para dimensionar, la compañía tiene casi 2 mil tiendas en todo el país y más de 400 mil trabajadores.
En el periódico New York Times distinguen que: “Empresas como Nike o Starbucks pueden crear más fácilmente productos o campañas en torno a temas gays y trans o el Mes del Orgullo porque sus consumidores tienden a ser más jóvenes y más progresistas” [3]. Desde el vamos estas campañas están planteadas desde un cálculo de costo-beneficio.
Target Workers Unite, el grupo de trabajadores que impulsa la formación de sindicatos en cada supermercado, directamente denunció en su cuenta de Twitter que “las empresas no protegen a los trabajadores, los explotan. Que este sea un momento de enseñanza de que los capitalistas abandonarán cualquier pretensión de justicia social cuando pueda perjudicar a sus beneficios”. La compañía es bien conocida por tener una estricta política anti-sindicalización con persecuciones, amenazas, intimidación, charlas uno a uno y todos los artilugios legales posibles para evitar la organización de les trabajadores. Promesas de igualdad y diversidad sí, organización para les trabajadores no: la postal de un progresismo para las cámaras.
Corporations don't protect workers, they exploit them. Let this be a teachable moment that capitalists will abandon any pretense of social justice when it might hurt profits. Only workers can defend our LGBTQ coworkers. https://t.co/Tqe7Jz1XRK
— Target Workers Unite (@TGTWorkersUnite) May 27, 2023
Hasta el momento ningún local tiene un sindicato, en el Estado de Virginia se encuentran en el proceso de impulsar uno. Entre las demandas que motorizan la organización hablan de la inestabilidad laboral, no saben cuántas horas trabajarán a final de cada mes y por ende tampoco cuánto cobrarán. También aseguran que “muchos trabajadores de Target han denunciado haber pasado hambre, haber tenido problemas de transporte e incluso haberse quedado sin hogar; es inaceptable que una empresa multimillonaria permita a sus trabajadores vivir en tales condiciones” [4].
Coincidencias
Si en algo coinciden estas empresas “progresistas” y la ultraderecha, es en su oposición total a la organización de sindicatos, que les trabajadores se reúnan, discutan en asambleas cuándo, dónde y con qué herramientas pelear para revertir la situación en la que se encuentran. El discurso reaccionario contra la “ideología de género” además de atacar derechos conquistados, busca generar chivos expiatorios y fortalecer las divisiones entre las mayorías.
El neoliberalismo produjo una fragmentación de les trabajadores como nunca se vio (monotributistas, tercerizados, contratados, en planta, etc.), mientras a la par grandes empresas y algunos partidos tradicionales desplegaron las políticas identitarias divorciadas de la realidad material: como si fueran las mismas necesidades y problemas cuando se trata de un gay, lesbiana o trans que está pedaleando en una bicicleta para una app o que sea multimillonarie.
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Este divorcio fomentado por décadas no sólo favoreció al proyecto neoliberal, también sentó las bases para que surjan estas alternativas de ultraderecha que promueven un individualismo más acérrimo, la estigmatización de colectivos discriminados y mayor explotación. Por eso ante la crisis del neoliberalismo y todas las divisiones que busca imponer, es necesario oponer una unión revolucionaria de esa mayoría explotada y oprimida, que organizada desde abajo se proponga derribar el capitalismo y construir una nueva sociedad.
Pablo Herón
Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.