El segundo de los acusados por el linchamiento que acabó con la vida de David Moreira fue liberado. El mes pasado, como reflejamos en este medio, fue liberado de la prisión domiciliaria otro de los imputados. De esta manera, a un año del caso, no hay ningún detenido por este aberrante crimen.
Miércoles 11 de marzo de 2015
Esta semana se conoció la disposición del juez Daniel Acosta, quien finalmente ordenó la libertad para Gerardo G. Al igual que con el otro imputado por la causa, la jueza Bernardelli, luego de no haber revocado la prisión preventiva, les había otorgado la prisión domiciliaria. Es de esta contradicción técnica donde se apoya el actual juez a cargo de la causa para determinar la libertad de ambos detenidos.
Como dijera a este medio el abogado defensor de la familia de David, Norberto Olivares, al no existir una prisión preventiva, prorrogar la prisión domiciliaria era inconsistente desde el punto de vista legal. Es en esta lógica perversa en la que a veces incurre el derecho para perpetuar la impunidad. De esta manera, a casi un año de que David fuera asesinado, no hay ningún detenido en la causa, aunque los ex detenidos siguen vinculados a la misma.
El juez Acosta, mientras tanto, sigue dando cátedra de cinismo y brutalidad hacia los jóvenes trabajadores y de los sectores populares que tanto abundan en los pasillos de los tribunales. Si la disposición de la liberación del primero de los imputados estaba justificada por el hecho de que “todo exacerba la violencia del capitalismo y el hecho no es otra cosa que un subproducto del mismo”, en esta ocasión fue más lejos.
En la lectura de su fallo el juez apeló el derecho de la “autodefensa” de “buenos vecinos” como una reacción a aquella anomalía generada por la crisis de valores y, fundamentalmente, la crisis de valores en torno a la propiedad. Para el juez la “autodefensa de los buenos vecinos” pueda cobrarse con vida, ante la frustración cotidiana que produce la proliferación de delitos contra la propiedad.
En otras palabras, el derecho a la propiedad y a la defensa de la misma por encima del derecho a la vida de un joven. Lamentablemente cuando se trata de jóvenes como David Moreira hay que volver a repetir lo simple y lo obvio. David fue asesinado por una patota de vecinos que sin ninguna prueba, más que la portación de cara, lo golpeó al punto de quitarle la vida tres días después del hecho. Como si esto fuera poco el “sistema de valores” (a la propiedad) libera de la carga a los verdaderos culpables.
Mientras tanto la querella y la familia de David van a seguir por la vía judicial para que la causa sea investigada por homicidio agravado, en lugar de por homicidio en agresión, cuyas penas son notablemente menores. También se manifestarán, junto a organizaciones políticas y sociales, el 31 de marzo para exigir justicia por David, para que su caso no quede impune.
Rodrigo López
Nació en Rosario en 1989. Es licenciado en Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.