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Red Internacional
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Pandemia. Más restricciones y cierre de la hostelería, ¿es realmente la solución?

Varias comunidades han decretado el cierre de la hostelería. La medida se fundamenta en un análisis que sitúa en la responsabilidad individual el avance de la pandemia.

David Medina @David_jacobino

Martes 10 de noviembre de 2020

La hostelería cerro en Castilla y León por 2 semanas; Euskadi desde el 5 hasta fin de mes; Navarra que ya cerró en octubre mantiene la medida hasta el 18; Cantabria cerró el interior de los locales de hostelería y solo deja terrazas o para llevar; Catalunya al igual que Navarra ya cerró en octubre y mantiene las medidas. Asturias, Galicia y Murcia han cerrado también. Andalucía acaba de ampliar el horario de restricción.

La lógica de estas políticas se basa en situar los mayores focos de contagio en la hostelería y las reuniones sociales, lo que ha llevado no solo al cierre de la hostelería sino a toques de queda generalizados y la prohibición de reuniones sociales a partir de cierto número (6 en Castilla y León o Madrid, por ejemplo). Como ya hemos analizado, esto puede ser utilizado para la persecución de la protesta.

¿Pero, los datos confirman esta lógica? Un informe de julio del centro de enfermedades de EEUU sitúa como primer foco de contagio el hogar y luego el centro de trabajo. En el caso del Estado español, los datos de sanidad del 23 de octubre reconocen 21 brotes nuevos, con 163 casos en la restauración (bares, restaurantes, etc.). Sin embargo, en el ámbito englobado como "sector empresarial y construcción”, el informe hace referencia a 38 brotes y 204 casos. Solo ese sector laboral ya es un foco mayor que la restauración, sin considerar los demás.

En estos datos no parece tan grave el foco de un trabajo precario como el de los temporeros, pero hay que señalar que una mutación del coronavirus viene de un foco de los temporeros de Huesca y Lérida, así como muchos rebrotes. Esta situación ha generado protestas porque las patronales se han negado, y se siguen negando, a darles licencia a las personas contagiadas separándolas del resto de los trabajadores.

Hay que tener en cuenta, además, que todas las cifras del ámbito laboral están infrarrepresentadas debido a ocultación de los datos por parte de las empresas, como por parte de las y los trabajadores que tienen miedo a perder su trabajo.

Por otra parte, los informes oficiales no hacen referencia al transporte público. Las imágenes de metros colapsados se suceden, pero ninguna medida se toma. Tampoco se menciona que la precariedad laboral, las malas condiciones de vivienda y el hacinamiento está en la base de que la mayoría de casos se den en barrios populares, mientras en plena segunda ola los desahucios continúan.

Así, mientras los datos no confirman que las medidas restrictivas y de cierre de la hostelería que están tomando los Gobiernos sean necesarias o efectivas, las casas de apuesta si siguen abiertas, pese a todas las protestas y movilización que ha habido, por ejemplo en Burgos. Parece que este si es un sector a proteger, aunque para la salud y la economía de la clase trabajadora es un riesgo evidente.

Y por supuesto, tampoco se están tomando las medidas que son obviamente necesarias y se podrían hacer, como hacer test masivos (salvo pequeñas excepciones), reforzar el personal sanitario, que en vez de contratarse, fue despedido al acabar la primera ola (de hecho en el mes de septiembre se perdieron casi 2000 puestos en la sanidad), el paso de toda la sanidad privada a publica, cuyas camas nunca se pusieron totalmente en uso. De hecho, esto es un problema principal, ya que se habla mucho del posible colapso sanitario, pero ya está habiendo muertes por falta de atención, como el caso del niño muerto por peritonitis en Alicante o varios casos en Castilla y León. En la práctica, el colapso ya está ocurriendo.

Mientras ocurre todo esto, las medidas del Gobierno central y los gobiernos autonómicos se centran en la responsabilidad individual, la represión policial, evitar las reuniones, dejar la puerta abierta a la prohibición de huelgas y manifestaciones e incluso se está hablando de que el gobierno perseguirá las "fake news" con nuevas “mordazas digitales”.

Como se ve, el cierre de la hostelería difícilmente puede atajar el virus y ni siquiera parece buscar ese fin. Parece más bien ser el sector más “sacrificable” para evitar trastornar otros o tomar medidas que realmente podrían servir para luchar contra el virus, pero no se quieren tomar. Urge que la izquierda anticapitalista y revolucionaria, los sindicatos y los movimientos sociales apuesten por movilizar en base a un programa de emergencia el cual sabemos que el gobierno no nos va a dar, por lo tanto, solo nos queda unir fuerzas y luchar por él.