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Ediciones IPS recomienda:. Mateo Fossa, el obrero argentino que se reunió con Trotsky (a 82 años de la entrevista)

Ponemos a disposición del lector la entrevista de Trotsky con Mateo Fossa que forma parte del volumen 4 de las Obras Escogidas, Escritos Latinoamericanos.

Sábado 26 de septiembre de 2020 00:16

Ilustración: Ana Laura Caruso

Cuando lo vio entrar en su casa, con sus alpargatas gastadas, le regaló un par de zapatos suyos. El gesto fue de León Trotsky, y el beneficiario, el dirigente obrero argentino y militante trotskista, Mateo Fossa. Sucedió el 23 de septiembre de 1938 cuando lo visitó en México.

¿Por qué la importancia de recuperar este artículo? Porque muchas veces escuchamos que el general Perón le dio a la clase trabajadora una ciudadanía que no tenía; que le dio el aguinaldo, las vacaciones pagas, las obras sociales, las jubilaciones. Y aún hoy, millones siguen creyendo que gracias al general tenemos esas conquistas. Asimismo vemos a los dirigentes sindicales del movimiento peronista, aferrados a sus sillones de burócratas, millonarios, y más parecidos a la patronal, que a sus representados ¿y eso qué significa?

Sin dudas, una versión de la historia interesada de los que nos dominan y quieren seguir haciéndolo, nos muestra como natural que así sea, al igual que el control estatal del movimiento obrero, de sus sindicatos, con sus leyes laborales y ministerios. Y que de esa forma se logra la armonía, ocultando en su beneficio, que somos dos clases enemigas: burguesía y proletariado.

Para hacernos creer que siempre fue, es y será así, tienen que esconder la influencia de la izquierda en los orígenes de una clase obrera revolucionaria. Al principio, con un alto contenido inmigrante y con grandes luchas de nuestra clase como la Semana Trágica de 1919, la Patagonia Rebelde de 1921 y muchas más, que reclamaron y a veces impusieron importantes conquistas sociales. Muchas de ellas Perón debió legalizarlas para desviar la energía obrera y popular y encuadrarla dentro del Estado capitalista. Tuvieron que cooptar o encarcelar toda una camada de obreros revolucionarios, que fueron los que forjaron las organizaciones obreras de principio del siglo XX. Desde los sindicatos de oficio (ebanistas, tipógrafos, etc.) anarquistas y socialistas, al principio del siglo XX, hasta los años 1930-40, cuando se construyeron los modernos sindicatos por ramas industriales [1] creados por los comunistas. Las orientaciones políticas erradas, de esas 3 corrientes del movimiento obrero (que no vamos a analizar en esta nota) impidieron que la clase trabajadora argentina se apropie del poder o, al menos, que se mantengan como sindicatos clasistas [2].

Un dirigente obrero enorme

A sus 17 años Mateo Fossa fundó el periódico La Internacional, órgano del ala izquierda del Partido Socialista. Apoyaba a la Revolución rusa y negaba alinearse con algún bando imperialista en la Primera Guerra Mundial. Un año después participó de la fundación del Partido Socialista Internacional que en 1921 pasaría a llamarse Partido Comunista argentino. En 1925 fue expulsado del mismo por sus protestas contra la burocratización estalinista en la URSS. Fundó el Partido Comunista Obrero (La Chispa se llamaba su publicación).

Conductor del sindicato de obreros de la madera, se erige como una de las principales figuras del movimiento obrero argentino. El 23 de octubre de 1935 comienza la larga huelga de la construcción de la que fue su principal dirigente, Esta huelga estalla por la jornada de 8 horas, el descanso dominical, el trabajo de medio día los sábados, leyes que contemplen la responsabilidad patronal y por los accidentes de trabajo, además de aumentos salariales [3]. Para esto se necesitaba unir la fuerza proletaria, dividida entre albañiles, cementeros, ebanistas y otros más, por eso se pelea por conquistar un único gremio de la rama construcción. El 7 de diciembre de 1935, se conforma el “Comité de Solidaridad con los Obreros de la Construcción”, conformado por 68 organizaciones gremiales de primer y segundo orden, sin participación de las centrales sindicales nacionales. Esto resalta la importancia del Comité de Solidaridad que da un paso fundamental: convoca a un acto en Plaza Once, el 21 de diciembre de 1935, con 100.000 asistentes. Empieza a configurarse la huelga general revolucionaria del 7 y 8 de enero de 1936.

El paro general no puede ser una simple declaración hecha por arriba, debe ser cosa sentida y preparada en las entrañas mismas de la clase trabajadora, en las fábricas, en los talleres, en las estaciones, en los barcos, en todas partes, debe agitársele, para que ella sea el resultado de lo que siente toda la clase obrera; hay que bregar en tal forma, para que todo obrero la sienta como propia, como algo de su propia existencia, solo así podrá tener el éxito y la eficacia que todos deseamos. El paro general debe ser la forma de escarmiento que reciba la clase patronal y todos los que la apadrinan; el gran arma de la clase obrera debe vencer la feroz intransigencia de la patronal, para que vean que la clase obrera sabe romper esa negra acción hambreadora y cínica de esos buitres explotadores de la patronal… [4].

El día 7 comienza la huelga general, con los barrios tomados por piquetes de obreros armados con palos, fierros y armas de fuego. Se destacaban por cantidad y combatividad, la juventud y las mujeres. Estas últimas, garantizando que a ninguna persona le falte qué comer. La policía es derrotada. La ciudad queda en manos de sus verdaderos dueños, los que la despiertan a la madrugada en su camino a extenuantes jornadas laborales, los que la acuestan a la noche sin colchón, con el ruido de barriga de una sola comida diaria. Los que sufren la represión cotidiana de la dictadura del general Agustín Justo. Por la noche empiezan las redadas policiales, deteniendo a los dirigentes del Comité de Solidaridad, entre ellos, a Mateo. La huelga se extiende solidariamente al día 8, donde se consigue el compromiso de liberar a los presos que salen lentamente, y se reconoce al sindicato de la construcción. Un éxito obrero, entregado por la patronal y el gobierno para cerrar una huelga revolucionaria. Y un inicio de una nueva etapa de la clase obrera argentina. La de los sindicatos por rama de industria, que conocemos en la actualidad.

1938, el encuentro con León Trotsky

Mateo Fossa viaja como parte de una delegación al Congreso de Trabajadores Latinoamericanos. Durante su estadía en México. Fossa visita tres veces la casa donde se refugiaba Trotsky donde lo entrevista. Estas conversaciones se publican en la revista Clave en noviembre de 1938.

“Mateo Fossa se encontraba en México como parte de una delegación que concurrió al Congreso de Trabajadores Latinoamericanos; había sido elegido por 28 sindicatos autónomos de la CGT. Su ingreso al Congreso fue rechazado por la dirección sindical estalinista mexicana; en cambio, pudo entrevistarse con Trotsky. Ninguno de estos hechos fue casual. Fue elegido delegado al Congreso por un sector de los trabajadores argentinos, porque se había forjado como un dirigente reconocido de su clase. Fue expulsado del Congreso por su militancia antiburocrática, antiestalinista y sus cercanías con el trotskismo. Su encuentro con el revolucionario ruso significó un reconocimiento a su militancia, al tiempo que fortaleció su compromiso con la corriente a nivel internacional”  [5].

La entrevista giró, según la opinión de León Trotsky, en torno a no bajar los brazos ante las calumnias de la burocracia estalinista y de la misma CGT argentina. También intercambiaron sobre los momentos de crisis mundial que se vivían, con la Segunda Guerra Mundial imperialista en el horizonte cercano. Trotsky le preguntó sobre la clase obrera argentina y sudamericana, y sobre la ubicación de los miembros de la Cuarta Internacional [6].

Para finalizar esta breve reseña del encuentro de Trotsky con Mateo Fossa, el único obrero argentino que tuvo la posibilidad de conocer al gran revolucionario ruso, quiero resaltar un resultado: el 28 de septiembre de 1938, cinco días después de su entrevista, Mateo Fossa, ese gran dirigente obrero revolucionario, adhiere a la Cuarta Internacional hasta el final de su vida, cuando militaba en el PST [7], en el año 1973.


[1Para mayor información, ver libro de Alicia Rojo 100 años de historia obrera, en la argentina 1870-1969.

[2Sindicatos clasistas: organizaciones gremiales que ven a la lucha de obreros contra patrones como método, y la toma del poder por la clase trabajadora como su estrategia.

[3FORA: Federación obrera de la República Argentina. Se opuso a la huelga, porque ella reclamaba legislación laboral, entendida por los anarquistas como “conciliar con el Estado burgués”.

[4Extracto de la declaración del Comité de Solidaridad, firmada por Mateo Fossa. Iñigo Carreras, La estrategia de la clase obrera-1936 .

[6Organización internacional de las oposiciones de izquierda, dirigidas por León Trotsky, como herederas del marxismo leninismo, ensuciado por Stalin y la Tercera Internacional burocratizada.

[7Partido Socialista de los Trabajadores, corriente dirigida por Nahuel Moreno, de la cual proviene el PTS.