Pasaron 18 años de la masacre de Avellaneda. Algunos más de cuando conocí a Darío, en la Plaza del Aguante donde se reunía la solidaridad con los piqueteros salteños, rodeados por la Gendarmería. Muchos sueños y luchas compartidas. Hoy nuestro homenaje, es seguir peleando por la unidad de las filas obreras.

Raúl Godoy Dirigente ceramista y diputado mandato cumplido del PTS-FIT | Neuquén
Sábado 27 de junio de 2020 09:55
Una historia de sueños compartidos
En diciembre del año 2000 recuperamos nuestro Sindicato Ceramista de Neuquén de manos de la burocracia sindical. Teníamos todo por hacer. Teníamos todo el ímpetu para hacerlo, forjamos y nos forjábamos entre camadas de compañeros y compañeras que tomaban en sus manos sus destinos. Un activismo que luchaba y se nutría de discusiones, debates de táctica y estrategia. Una juventud obrera que daba sus primeros pasos junto a los viejos compañeros que acarreaban varias derrotas en el lomo.
Teníamos que refundar nuestro sindicato, nuestra organización, con una clase obrera duramente golpeada, con la mayoría de los sindicatos burocratizados. Desde el PTS, sabíamos que tendríamos que luchar a brazo partido para romper el aislamiento. Que debíamos forjar una unidad de clase entre ocupados y desocupados, intentando por todos los medios unir a los trabajadores ocupados y nuestras organizaciones recuperadas con el movimiento piquetero, que fluía en numerosas corrientes políticas.
Apenas ganamos el Sindicato, convocamos a un Plenario de delegados abierto donde discutimos todas las tareas que teníamos por delante para poner en pie un sindicato clasista y militante. Este plenario se daba en medio de una dura represión a los compañeros y compañeras de la UTD-Mosconi, en Salta. Discutimos y votamos que una delegación de nuestro sindicato viajara a Mosconi urgente a llevar nuestra solidaridad.
Recuerdo que me tocó viajar con el compañero Luis Calfueque de Cerámica Del Valle. En Mosconi conocimos a Darío Santillán. Él era parte de una delegación que había viajado desde Buenos Aires del MTD. Desde muchos lugares del país, llegaban pequeñas delegaciones de "emisarios" a llevar solidaridad, y nos cruzábamos todos en la "Plaza del aguante" en el centro de Mosconi, mientras toda la ciudad se hallaba "sitiada" literalmente por Gendarmería. Causaban impresión los ingresos con retenes de gendarmes, y campamentos verdes en las afueras, como fuerzas de ocupación.
Entre mates, debates, charlas, intercambiamos experiencias, discusiones entre las delegaciones y compañeros locales que nos brindaron fraternalmente una gran hospitalidad. Allí charlamos de nuestro sindicato, de nuestras fábricas, de nuestras intenciones, de nuestro funcionamiento asambleario, de nuestras acciones. Todavía no estallaba la situación en Zanón. Luego de varios días, nos fuimos despidiendo, nos íbamos yendo de a tandas. Nosotros con nuestras credenciales sindicales podíamos gozar de un poco de cobertura, lo que no impedía las bajadas y las requisas en los retenes.
En pocos días hicimos relaciones profundamente fraternas. Es lo que pasa cuando uno da batallas en momento difíciles, sentimos una gran simpatía por estos grupos de jóvenes que le ponían todo a su militancia. Y recibimos de ellos el mismo reconocimiento, a pesar de nuestras visiones diferentes alrededor de la necesidad de la construcción partidaria. ¡Debate largo si lo hubo! Pero aún desde mi pertenencia al PTS y su independencia de los partidos, nada minimizó esa simpatía mutua. De hecho, cada vez que hubo alguna manifestación en defensa de Zanón en Buenos Aires, Darío se hacía presente. Así fue también ese terrible 26 de junio.
Seguimos recordando y exigiendo justicia para Darío y Maxi
El gobierno de Duhalde, con Aníbal Fernández, Carlos Soria como jefe de la SIDE, Felipe Solá como gobernador, crearon un clima altamente violento y hostil contra la manifestación.
Los gobiernos armaron la provocación desplegando todas las fuerzas represivas, infiltrando las manifestaciones y pusieron en funcionamiento personal policial armado y de civil en numerosos lugares. Era la coartada armada por el gobierno para luego decir como dijo Aníbal Fernández: se mataron entre ellos... Repugnante.
En el pliego de reclamos de aquella manifestación, estaba el punto de la defensa de la gestión obrera de Zanon, amenazada una y otra vez de desalojo.
Hoy seguimos recordando a Darío y Maxi, exigiendo justicia, y levantando nuestros reclamos. Dario y Maxi, son parte de nuestra historia. Viven en la gestión obrera de Zanon, y en cada una de nuestras luchas.
Hoy más que nunca, por Darío y Maxi peleamos por la unidad de las filas obreras
Darío y Maxi se convirtieron en un emblema de la juventud militante, de una juventud solidaria, de una juventud dispuesta a luchar y a dar la vida por un hermano de clase, por un compañero, compañera, revitalizando la palabra compañero, compañera, dándole un contenido tan fuerte en los hechos.
También, representan esas peleas que empezábamos a dar juntos en distintos escenarios por la unidad de los trabajadores ocupados y desocupados. Desde nuestra corriente, siempre impulsamos esa política unitaria con mucha fuerza.
No fue casual el acercamiento, la hermandad, la simpatía y empatía que tuvimos con miles de jóvenes, con compañeros y compañeras de distintos movimientos piqueteros a la hora de pelear, a la hora de hacer proyectos en común, a la hora de defenderlos.
Darío y Maxi viven en las gestiones obreras. Somos parte de esas generaciones que salieron a la luz y que nos tocó batallar en condiciones muy difíciles y yo creo que vale mucho su recuerdo hoy, pero un recuerdo activo, un recuerdo militante hacia la situación que se viene.
Frente a esta crisis sanitaria, social y económica que afecta a millones de las familias trabajadoras por la política de los gobiernos capitalistas, nos parece muy importante retomar esa bandera de unidad. No hay trabajadores de primera y de segunda. Los sindicatos se tienen que abrir a nuestros hermanos y hermanas desocupadas. No puede haber trabajadores sindicalizados de planta permanente que solamente peleen por sus salarios y sus puestos de trabajo.
Los sindicatos tienen que abrir sus puertas a millones de jóvenes, de pibes y pibas precarizados que hoy se empiezan a organizar
Los sindicatos tienen que abrir sus puertas a millones de jóvenes, de pibes y pibas precarizados como son los que hoy se empiezan a organizar a nivel nacional. También a nuestros hermanos y hermanas desocupadas, peleando por trabajo genuino por el reparto de las horas de trabajo.
No podemos naturalizar la miseria, no podemos naturalizar la desigualdad y de este punto de vista estar más activo que nunca. Eso que en aquellos años trazamos con nuestro Sindicato Ceramista y desde nuestra organización el PTS hacia las compañeras y compañeros desocupados de los distintos movimientos, hoy tiene una vigencia mucho mayor y exponencial. No partimos desde cero, partimos de estas experiencias que en el 2001 pusimos todo a disposición.
Recuerdo lo que se hizo desde el astillero Rio Santiago. Nuestro compañero José Montes, la agrupación Marrón y delegados impulsaron una escuela de oficio que permitió el ingreso a trabajar de varios compañeros y compañeras de los movimientos de desocupados.
También recuerdo la pelea dentro de los ferrocarriles donde se logró la incorporación de compañeros y compañeras desocupadas.
No puede haber ningún sindicato que se diga a si mismo combativo y clasista que no abra las puertas a nuestros hermanos y hermanas desocupadas de forma profunda, de forma concreta y que ayude a organizarlos.
La pelea de la unidad de las filas obreras y para que los sindicatos tomen esta política, es una bandera que también levantamos por Maxi y Darío.