Reproducimos a continuación un artículo de opinion sobre el intento de intimidación que sufrió el reconocido historiador a manos del gobierno estadounidense. El artículo fue publicado en el diario inglés The Guardian.
Martes 21 de mayo de 2024 20:47
Soy un historiador israelí residente en el Reino Unido, conocido sobre todo por mis libros sobre la historia de Palestina y Medio Oriente, que cuestionan la versión oficial israelí de la historia. Este mes fui invitado a Estados Unidos por una nueva organización árabe-estadounidense, al-Nadwa (la Discusión), para compartir mis ideas sobre la situación en la Franja de Gaza. También dí un discurso para integrantes de Jewish Voice for Peace (Voz Judía por la Paz) en Michigan y fui a hablar a un acampe de estudiantes en la Universidad de Michigan en la ciudad de Ann Arbor.
Tras un vuelo de ocho horas desde Heathrow (Londres, NdelT), a mi llegada al aeropuerto de Detroit me pararon dos personas que pensé que eran agentes del FBI, aunque más tarde me enteré de que eran agentes del Departamento de Seguridad Nacional. Dos hombres se me acercaron, mostraron sus identificaciones y me exigieron que les acompañara a una sala.
Hicieron caso omiso de mi intento inicial de averiguar por qué me habían detenido. Estaba claro que eran los agentes quienes hacían las preguntas y que mi función era responderlas, y no al revés. Así que hasta hoy, al menos oficialmente, no me dieron ninguna explicación del incidente.
Estuve retenido durante dos horas. La primera ronda de preguntas versó sobre mi opinión acerca de Hamás. Luego los agentes quisieron saber si pensaba que las acciones de Israel en la Franja de Gaza equivalían a un genocidio y qué pensaba del lema "Palestina debe ser libre desde el río hasta el mar". Respondí que sí, que creo que Israel está cometiendo un genocidio. En cuanto al lema, dije que, en mi opinión, los pueblos de cualquier parte del mundo deberían ser libres.
Después, los agentes me interrogaron sobre a quién conocía en la comunidad árabe-americana y musulmana-americana. Me pidieron que les facilitara números de teléfono, me quitaron el teléfono durante bastante tiempo y me pidieron que esperara hasta que hicieran algunas llamadas antes de dejarme marchar.
No comparto esta experiencia para pedir compasión, ni siquiera solidaridad; hay calvarios mucho peores en la vida. Pero el incidente no deja de ser preocupante, y forma parte de un fenómeno mucho más amplio y grave. ¿Por qué los países aparentemente liberales y democráticos están tan interesados en investigar o restringir el ingreso a los académicos que intentamos compartir con el público norteamericano y europeo nuestras opiniones profesionalmente informadas sobre Israel y Gaza?
Consideremos las negativas tanto de Francia como de Alemania a permitir que el Dr. Ghassan Abu Sitta, rector de la Universidad de Glasgow, asistiera a actos similares a los que yo asistí en Estados Unidos. Además de su cargo académico, Abu Sitta ejerció como médico en Gaza y puede ofrecer testimonios de primera mano sobre lo que ocurre allí en el terreno. La ONG Human Rights Watch señaló que la prohibición impuesta a Abu Sitta, al parecer instigada por Alemania, "intenta impedir que comparta su experiencia tratando a pacientes en Gaza [y] corre el riesgo de socavar el compromiso de Alemania de proteger y facilitar la libertad de expresión y reunión y de no discriminación".
Por mi parte, escribí más de 20 libros sobre Israel y Palestina, y deseaba aportar un contexto histórico y académico a la situación actual. Muchos otros académicos conocidos y versados que pueden proporcionar análisis en profundidad, que no siempre se encuentran en los medios de comunicación dominantes, también se ven afectados por la amenaza o la posibilidad de restricciones de viaje.
Se trata de un grave problema de libertad académica y libertad de expresión. Irónicamente, en cualquier otro caso, es más probable que los académicos encontremos obstáculos a la libertad de expresión en el Sur global, no en el Norte global. En el tema de Palestina, la situación es a la inversa. Sabiendo esto, tiene sentido que probablemente sólo haya podido ser un Estado del Sur global, como Sudáfrica, el que se atreviera a dirigirse al Tribunal Internacional de Justicia para solicitar una medida cautelar contra el genocidio que Israel está cometiendo en la Franja de Gaza.
Estas restricciones de viaje tienen muy poco que ver con el saber. Los gobiernos estadounidense y británico casi nunca consultan a ningún experto que no sea israelí o proisraelí sobre la naturaleza del conflicto en Israel/Palestina y las brutales políticas israelíes de los últimos 76 años.
El primer ministro británico, por ejemplo, se reunió con un sindicato de estudiantes judíos después del 7 de octubre, pero rehúye cualquier encuentro con estudiantes palestinos, muchos de los cuales han perdido a toda su familia en Gaza. Las definiciones de antisemitismo, como las esbozadas por la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (un grupo de lobby pro sionista, NdelT), se convierten en armas para silenciar cualquier muestra de solidaridad con los palestinos. Rishi Sunak [primer ministro británico, NdelT] podría haber aprendido por qué el lema "Palestina debe ser libre desde el río hasta el mar" no es idiota o extremista, como sugirió recientemente, si hubiera estado dispuesto a aprender y escuchar.
¿Por qué estamos aquí? Hace poco terminé de escribir un libro titulado Lobbying for Zionism on Both Sides of the Atlantic (Haciendo lobby por el sionismo a ambos lados del Atlántico). En el proceso aprendí que sólo una investigación histórica detallada, que, por desgracia, terminó en un libro bastante largo, puede explicar las respuestas pavlovianas de los políticos norteamericanos y europeos a los intentos de la gente de ejercer sus derechos de expresión sobre la lucha palestina.
La antigüedad del lobby en Estados Unidos y el Reino Unido impide cualquier debate libre sobre Israel y Palestina, incluso en el mundo académico. Dada la responsabilidad pasada de Gran Bretaña en la catástrofe palestina y su complicidad actual en los crímenes cometidos contra los palestinos, esta continua represión de la libertad de expresión impide una solución justa en Israel y Palestina y colocará a Gran Bretaña en el lado equivocado de la historia. Espero que Estados Unidos, el Reino Unido y sus aliados cambien de rumbo y demuestren que mi predicción es errónea.