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Red Internacional
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Tribuna Abierta. “Me di cuenta de que no soy culpable”

Yo me llamo Alejandra Moya y tengo dos hijas que están en Pan y Rosas.

Martes 13 de octubre de 2015

Ellas venían al Encuentro de Mujeres pero yo no porque estaba negada de todas las cosas que nos pasaron y eso me bajoneaba. Pero justamente eso fue lo que me motivo finalmente a viajar. Se me ocurrió que venir acá me iba a ayudar a darme fuerza para sentirme mejor. Para seguir con otras chicas y con otras mujeres que están luchando y la idea de que es bueno luchar en grupo. Porque yo toda la vida he luchado sola. Hasta que un día eso cambio. Fue cuando mis hijas me dijeron que tenía que luchar con ellas, que estábamos las tres. Ese día estábamos en una plaza, porque como veníamos con violencia en nuestra casa habíamos tenido que salir corriendo hasta ahí. Las nenas eran chiquitas, la menor tenía 6 meses, la otra tenía 6 años, y la mayor 12.

Yo tenía una casa para irme a vivir pero no me animaba a ir porque me sentía sola.

Pero ahí, en la plaza, tuve un dialogo con mi hija mayor que fue lo que cambio todo.

  •  Mamá, vamos a la casa
  •  Pero yo no puedo sola, le decía.
  •  No, no estás sola. Estamos nosotras dos y yo voy a cuidar a mis hermanas, me voy a hacer cargo porque empiezan mis vacaciones y hasta que después lleguen las tuyas en enero y empiecen las clases vamos a encontrar el lugar para la bebé también. Mientras tanto, yo la cuido.

    Y bueno, digamos que ese fue mi primer grupo de mujeres. Esto lo puedo notar recién ahora.

    Por lo que me paso a lo largo de mi vida es que le digo a mis hijas que se cuiden ya que yo muchas veces me he salvado de cosas en el camino pero siempre sola: escondiéndome, callándome, culpándome.

    Por eso les enseño a mis hijas que lo peor es callarse, que cuando vos tenes un problema, hay que buscar ayuda. Yo recién ahora lo estoy haciendo, recién a esta edad, a los 50 años me estoy animando a buscar apoyo en otras mujeres. Porque me di cuenta que en realidad no soy culpable, que la culpa me la ponían los demás y yo la aceptaba.

    Es muy difícil darse cuenta que una es una persona como cualquier otra y aceptarse. Hay muchas mujeres como yo que viven y cargan culpas que les impone la sociedad. Eso es también lo que me empuja a hablar, a enfrentar cosas, a decirles a mis hijas que salgan a vivir su vida de frente a todo el mundo y a defenderse.

    Yo era resentida con los hombres porque me hicieron mucho daño, pero sé que los hombres son todos iguales. Por eso otra de las cosas que les enseño a mis hijas es a cuidarse pero no resentirse con todos.

    Ahora puedo decir que participe del Encuentro Nacional de Mujeres y lo más importante que me llevo es la cuestión de grupo, de ver que gente como yo se ha sentido sola y padeció lo mismo que yo pero ahora sé que somos muchas y podemos.